Por: Juan Antonio Llamazares.

 

Día Primero: 

M./ Ahora que mucho tiempo tengo de pensar en el pasado, quisiera querido Antonio, contarte cuanto me acuerde, de la vida de este Pueblo de Solanilla, que la vejez me está encorvando y no obstante ser testigo de ella quisiera para el futuro, antes que la mente me falle más de lo debido, que lo más preciado de un Pueblo es la memoria de su pasado y el orgullo de su nombre.

H/ ¡Oh!, muy bien mi querida madre, empieza pues cuando quieras y relátame todo aquello que merezca tu consideración, que así pienso dejar constancia de ello.

M/ Aunque la distancia en el tiempo nubla las cosas, no es menos cierto, que las limpia y hace que solo brille lo importante que para el futuro es. Te hablaré pues:

 

Del Monumento. 

Así, trataré de rememorar acontecimientos, que de una manera u otra movieron los sentimientos de este nuestro Pueblo. Empezaré pues por algo, que transmitido hasta nuestros días, ya conoces: la llegada al Pueblo, del Monumento, que así se llamó lo que a continuación te mencionaré.

H/ Bien madre, eso ya sabes que lo conozco un poco y seguramente entre los dos, dejemos mejor reflejo de ese grupo de pinturas que lo componían siete lienzos, en torno a la Sagrada Cena, traídos expresamente para ser instalados en la Iglesia de Solanilla, justamente delante del altar mayor en la Semana Santa, contribuyendo de esa manera , a la escenificación de los actos religiosos según los sentimientos de la época.

M/ Claro hijo, debieron instalar unas poleas en el techo de la Iglesia y en el suelo unas argollas, para izar los lienzos, en los que se representa. La Sagrada Cena en el centro, delante de ella los cuatro Evangelistas justamente encima y a los lados los Profetas Isaías y Jeremías. Estos lienzos se enrollaban sobre los soportes de madera preparados al efecto y una vez terminados los actos de la Pascua, se recogían, apoyándolos en los laterales del templo, hasta el próximo año.

H/ ¿Es por eso madre, que se han deteriorado tanto y hubo que repararlos, para poder verse?

M/ Desde luego que sí, no había un lugar adecuado para su conservación y seguramente, este trato inadecuado, aceleró su deterioro y más en estos años últimos, más de veinte de inactividad.

H/ ¿Sabes que me contaba, no hace mucho Benito? Dice oír a su tía Maria, que siendo Ella una niña, recordaba cómo fue recibido el Monumento, en medio de fiesta, con gran volteo y repique de campanas, si bien tampoco Ella sabia el motivo y el por qué de esta creación pictórica, ni quién lo mandó construir.

M/ ¿Y quién fue el autor de esta obra, hijo?

H/ Alberto Fernández fue, quien en los locales, que la Catedral de León disponía, en los albores de 1900 lo hizo, seguramente ayudado por todo un equipo de los que fue Maestro de taller y progenitor de una conocida familia leonesa que no mencionaré.

M/ Fue una pena que se quemase el lienzo de los Evangelistas, por un descuido seguramente.

H/ Claro que si, espero que los trabajos realizados en 1997 estén muchos años expuestos en los laterales de la Iglesia, lo que a mi, querida madre, sabes me produce especial regocijo, por ser autor de la reconstrucción de una pequeña parte de esa historia que empezó, según reza, en el año 1902.

M/ Me vienen a la memoria, en este instante, aquellos días de la Semana Santa, en que se rezaba y se escenificaba el Calvario y lo que a los chicos os gustaba, hacer sonar carracas, matracas y carracones, con los que retemblar cuanto en la Iglesia se encontrase, los mismos instrumentos con los que se llamaba, por las calles repicando, a los actos religiosos hasta el día de Pascua.

H/ ¿Qué mas cosas recuerdas haber oído de aquellos años?

 

De la Escuela.

M/ Escucha, escucha, Antonio. Pocos años después, aunque no se exactamente, pero sí en la primera década del siglo xx, se construyó un edificio que algunos bien sabéis el esfuerzo que os ha costado, el que se mantenga en pié y en el que tantos aprendimos las cuatro reglas que se decía antes.

H/ Entonces madre, ¿tiene ya un siglo la escuela, porque de ella me hablas, verdad?

M/ Sin duda, cercano ya, debe estar el año de su centenario, aunque lo único que recuerdo es oír a tu abuelo Jacinto, que se construyó, siendo El presidente del Pueblo y muy joven y que la financiación de las obras se hizo, repartiendo las tierras que hoy se conocen entre la Jana y la Cota. El reparto para la labranza, del que se sacaban las rentas necesarias, se destinó como definitivo para sus adjudicatarios, pasando a su propiedad, las fincas que a sorteo se dieron. El primer maestro que tuvo el honor de dar lecciones, en esta escuela, fue D. Toribio, luego lo haría D. Benito que era de aquí, mas tarde vendrían............hasta que se cerró la escuela por falta de niños. ¡Quién lo diría, cuando íbamos más de cuarenta en mi niñez !

 

De la Casa Rectoral.

H/ La verdad madre, que eso si que parecería un Pueblo y sin duda que esa época de los años veinte en adelante fue próspera, al parecer.

M/ No cabe duda que sí. Si quieres y ya para terminar por hoy, que estoy muy agotada, te diré que en aquella época, se construyó otro edificio, que estos años estáis tratando de recuperar; la Casa Rectoral, donde está el bar y que tan buenas horas nos hizo pasar, desde los años 60, en que nos reuníamos allí, buena parte de las gentes del Pueblo cada anochecer, para ver algún programa o concurso, en la única televisión que hubo durante bastantes años, en el Pueblo y el bar, en el que los hombres, sobre todo, jugaban la partida o se tomaban unos vinos, reemplazando así los lugares de reunión y cambiando poco a poco la forma de convivir.

H/ !Madre, pero tengo entendido, que esta casa se construyó para el Párroco del Pueblo, o no es así¡

M/ ¡Claro, por supuesto!, la construyó o la mandó hacer Tío Joaquín, a cambio de algunas tierras y de la casa que está en la c/ .Los Prados, nº 6 hoy día.

H/ ¡Y buena vivienda hizo, madre, buena vivienda!

M/ ¡Desde luego que sí !

H/ ¿Te acuerdas, que contaba padre, que recién estrenada la casa, se reunían muchas tardes, los sacerdotes de los Pueblos cercanos y se les oía discutir acaloradamente en torno a un vaso de rica mistela, si la Sota era o no, la culpable de haber perdido la partida ?

M/ La casa poseía una hermosa cocina de hornilla y la despensa del Cura no debía estar vacía y hasta servicio tenia en la planta superior, que daba acceso directo al establo del caballo.  Bueno ya está bien por hoy, que tu tienes que madrugar y yo la lengua reseca y hay más días para el afán.

H/ Hasta mañana pues, madre.

M/ Hasta mañana.

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Día Segundo

 

De los Manantiales del Pueblo.

H/ ¿Cómo te encuentras hoy ?

M/ Como siempre, hijo y más cansada, pero estos días cuando nos faltó el agua, me vino a la memoria el primer intento que acometieron en época de tus abuelos, de sacar agua, en el centro de la Solana. Trajeron un pocero y mucho lo debieron intentar, pero sin duda el agua no estaba al alcance de aquellos medios y si bien perforaron mucho, en cuanto encontraron roca se les atascó la "machina", dejando la obra sin terminar y otros fueron quienes tuvieron que sacarla, según cuenta Ovidio, desistiendo al fin, con lo que debieron seguir las mujeres, porteando las ropas hasta el Caño o ayudadas de los animales de carga, generalmente burras, que en cada casa había.

H/ ¿Pero, según está de lejos, madre, llevaban mantas y toda clase de ropas?

M/ ¡Claro hijo, claro cuánta ropa se necesitase lavar! ¿Y no recuerdas que os traíamos a los niños el pan del Mirmillín? Con él, os entreteníais como si de pan mágico se tratase, pues se criaba, según la tradición, en la fuente del Caño.

H/ ¡Si me acuerdo, si! Mira que éramos inocentes y lo comíamos con verdadera ansia. Ese agua desde luego, ¿siempre fue muy buena, verdad? ¿Y siempre estuvo esa fuente bien arreglada?

M/ Así es como tú le conociste, pero a continuación te contaré que cuando yo era una niña y ayudaba a tu abuela en las labores, el Lavadero y la Fuente eran de piedras sueltas y con las tablas de lavar, apoyadas en ellas, incadas las rodillas hasta hacernos heridas y ayudadas por un panal de jabón, frotábamos las ropas, que una vez lavadas, debíamos traer hasta casa. La fuente y el lavadero se acondicionaron y se hicieron de cemento por el año 1940, lo hizo el Pueblo, en Hacenderas, dirigiendo las obras el Tío Molleda y siendo Presidente del Pueblo el Sr. Gil (Tío Gilón). Fracasado el pozo de la Solana y como cada día se hacia mas duro este trabajo de tener que desplazarse más de un km. para lavar, siendo presidente del Pueblo el Tío Esteban, ya hace más de 40 años, acordaron en concejo, traer el agua de esa fuente hasta el pueblo, pero lo que ocurre cuando prevalece el interés de unos pocos y convencidos los mas influyentes se pusieron a picar en el lugar denominado Los Pozos, desestimando el agua del Caño, que es sin duda mucho mejor y más segura en cantidad, aunque también más lejana. Como te digo, se trajo el agua de los Pozos hasta la Solana, dotando el servicio de un caño para coger agua, un bebedero para los animales y distante unos metros de este, un lavadero para sustituir el del caño mencionado, que tantos años sirvió al Pueblo y donde hoy están las dos fuentes. Como sabes, hace ya cerca de 20 años, siendo Paco, Presidente del pueblo, se hizo la acometida del agua, a los domicilios particulares, agua que se aprovechó hasta que en el año 2000, se sustituyó por la actual del pozo artesiano, que se hizo en las Barreras.

H/ ¿Sabes madre, qué me viene a la memoria ?

M/ ¡Qué hijo, qué!

H/ Mientras me relatabas estas cosas, pensaba cuán escasa y costosa es el agua en esta tierra nuestra y cuánto debemos mirar por ella, pues fíjate madre, que no ha habido nada en el Pueblo que más haya sido objeto de interés, según me cuentas y cada día nos preocupamos todos para que no se malgaste, pues es muy alto el precio que por ella debemos pagar. Pero volviendo al principio, ¿Cómo hicieron la obra de los Pozos, te acuerdas ?

M/ Eras tu un niño, ¡claro que me acuerdo! todos los vecinos en hacenderas, trabajaron mucho a pico y pala. Fue en 1954 la primera vez que picaron, primero una "calicata", luego comprobado que había suficiente agua, hicieron una zanja más amplia que rellena de cantos, servia de depósito, para el agua que, mediante una tubería de gres, se condujo hasta la Solana, como te dije anteriormente. Hubo una segunda excavación, años después al mermar el manantial, secando incluso las norias cercanas. En esta excavación se añadieron tubos de hormigón como drenaje y más tarde, instalaron una pequeña bomba que subía el agua al depósito que construyeron en la Jana y así como también te dije, se hizo la acometida, en medio de no poca polémica, no creas.

H/ Como el agua, ya veo , es tema difícil de resolver desde siempre, mejor lo dejamos y me cuentas otras cosas que han marcado a este Pueblo durante los muchos años vividos, ¡ no te parece !

 

De los medios de Transporte.

M/ Pues si, querido hijo, ahora la mayor parte de las personas que trabajáis, lo hacéis en la ciudad, pero cuando yo era una niña y mucho después, la ciudad distaba no menos de 2 horas de camino, que en caballería o andando debíamos hacer y solamente por necesidades de compras imprescindibles o enfermedad, dejando las caballerías, en las Posadas de S. Pedro, de La Tía Salomé y otras. Esas yeguas o burras preferentemente y durante siglos, eran el transporte no solo para ir a la Ciudad, sino para llevar la "maquila " al molino del Tío Patricio, llevar al campo la comida, sacar agua de las norias para regar unas hortalizas o para pequeñas trillas de legumbres y otras cosas, hasta que la última burra de Amable desapareció, hace pocos años aún, siendo arrebatadas, poco a poco, de la sociedad agraria que tanto ha cambiado. Así llegará el primer coche a Solanilla, que fue el de Aljimiro, ya hace sus años, mucho antes de que echaran brea a la carretera, con lo que te imaginas el trato que le daba al 4L que se compró.

H/ Claro que tardaron, que también a mi me costó ir a León algún invierno por Villafeliz, por estar intransitable la que hoy es carretera, que aquí van muy lentos los avances.

 

De la carretera hasta Villalboñe.

También me acuerdo cuando a pico y pala igualmente rebajaron la cuesta de la Varga y con el primer tractor, que fue el del Tío Gabriel de Navafria, se trajo la piedra para el camino de Solanilla a Villalboñe, allá por los años 60. Mucho trabajaron los Vecinos de este Pueblo, para dejar unos accesos dignos, de Solanilla a Villalboñe; me comentaba Amable que no menos de 60 hacenderas, como ya dije a pico y pala, que es muy duro y no solo eso, sino que hubieron de enfrentarse a no pocos problemas a la hora de las expropiaciones de las fincas, pues sabido es que el camino anteriormente, era poco más que una rodera y hubo que ensancharle, aunque fuese mínimamente y costó enfrentamientos, con particulares de ambos Pueblos.

M/ Sin embargo, ya entonces había coche por la carretera del Condado, el de Francisquito, la empresa López, al que se recurría con frecuencia a pesar de tener que andar de dos a tres km. para ir y otros tantos de vuelta.

 

De la falta de Documentos.

H/ Deja ya por hoy el relato, madre y otro día seguiremos con estas pequeñas anécdotas que conviene recordar, pues te voy a decir algo muy importante también y es, que este Pueblo, no tiene en su poder, un solo documento que relate su historia, lo que produce pena y por eso es tan importante la constancia de estos momentos, que sin ser la verdad absoluta, si se deben conservar como reflejo de ella, a falta de los que sí hubo y alguien irresponsablemente guarda o destruyó, borrando la memoria del Pueblo, que es lo mas importante a conservar, como me decías al principio y que sin ella no es nada y así también nos lo aseguraba, no ha mucho, la Directora del Archivo Histórico, Dª Carmen, " Lo más importante de un Pueblo, no es lo que posee, si no su memoria histórica, el saber de donde vienen sus costumbres y lo que sus antecesores hicieron en pro del mismo "

M/ Otro día pues, seguiremos charlando de hechos que se produjeron en una época, que sin duda fue la más espléndida de este pasado siglo, a tenor de los recuerdos que me vienen a la memoria, pues fíjate, querido hijo, que en los años mediado el siglo, ocurrieron acontecimientos en el Pueblo, que solo se pueden dar cuando se produce cierto bienestar y que coincidió con gran cantidad de juventud en el pueblo, que creció rápidamente.

H/ ¡Bien, pues hasta otro día, madre!

M/ ¡Hasta mañana, hasta mañana, hijo!

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Día Tercero:

 

H/ Desde que me he propuesto dedicar unas horas a este menester, cada día se me esconden cosas que debieron suceder en estas décadas y no hallo seguramente una respuesta real y así quizás escriba más una novela que la historia de este Pueblo, pero no por ello cejaré en contar cuantos datos me aporta mi madre y otras personas de las que aquí dejo constancia como fuentes de estos relatos y así cada día me asaltan nuevas preguntas.

 

De la Torre de Espadaña.

¿Por qué se alargó la Iglesia, madre?

M/ Está claro hijo, allá por los años 40, había crecido el numero de habitantes y la época era propicia para ello, había mano de obra abundante y social y religiosamente era igualmente lo apropiado. Te hablo de los años, recién terminada la guerra, que tantas vidas e ilusiones se llevó.

H/ Bien a prisa se debió trabajar en 1944 por que  así a los pocos años, la pared que hicieron para ampliar la Iglesia, empezó a ceder y mira cuanto trabajo y esfuerzo nos costó sujetar la tendencia a caer de la misma, pues no habiéndola sujetado al tejado que era lo propio, cuanto más construyéndola sobre terreno movido del cementerio, cada día se abría más y más la grieta de separación hasta su segura caída, de no poner algún remedio.

M/ Si te has fijado, habrás leído la inscripción en la que se lee el año en que se reparó la torre de espadaña, que así se llama y que reza igualmente en 1944, al igual que el alargamiento de la Iglesia, dirigida su reparación por el Tío Molleda, que tantas obras realizó por toda la Sobarriba. Este hombre, oriundo de Villalboñe, era aparejador, arquitecto, delineante y otros títulos más le adornaban y que se resumen en una sola palabra: Albañil. Sus obras son típicas en todos los alrededores, quedando como ejemplo, esas fachadas clásicas en su hacer, donde mezcla las piedras rodadas, que aquí abundan, con el ladrillo bien cocido de la época, formando cuadrados o rectángulos bien visibles.

 

De la quema de la Iglesia.

H/ ¿Y la quema de la Iglesia, madre? ¿Que sucedió?

M/ Ya eras tu mayorcito hijo, se quemó el día del funeral de la Tía Gabina, la abuela de la madre de Sebi, el día 17 de agosto de 1956, seguramente por descuidar una vela encendida sobre el altar que estaba enfrente de la entrada, terminando con el retablo que sustentaba y como ya te dije, con parte del lienzo más grande del Monumento, que de siempre se apoyaba en su trasera. Pudo haber sido mayor el daño de haberse producido a horas en que nadie hubiese dado cuenta.

H/ ¡Poco se salvó de ese altar! ¿Quizás la Virgen del Rosario?

M/ ¡No lo se, no lo se, quizás fuese un milagro de la Virgen, no lo se!

H/ Te lo pregunto madre, porque la Imagen que tenemos en el altar que se conserva, está muy ennegrecida y dañada, seguramente por el fuego y el humo.

M/ Pudiera ser, pues poco después, la Señora Felisa, la esposa del maestro que te nombré cuando hablamos de la escuela, compró y donó una nueva Imagen de la Virgen del Rosario que se colocó a la izquierda del altar mayor y posteriormente las mozas del Pueblo de la época de Anuncia, Anita y las demás, compraron una nueva imagen del Sagrado Corazón, que colocaron a la derecha, en unas peanas que mandaron construir al Tío Graciano de Navafria. Del incendio poco se salvó, apenas tres columnas que se conservan en el portal de la casa Rectoral, como decoración de la entrada.

H/ No todo era bueno como queda claro en estos años, pero esta etapa de la vida de Solanilla, seguramente como la de otros, fue de auge sin duda y mucho interés para sus habitantes, que en 1950 censaban el Pueblo 134, disminuyendo paulatinamente a partir de entonces.

 

De la Panera.

M/ Era la Casa de Concejo, que así la llamaron y te recordarás, cómo en este edificio, había bancos de madera, muy toscos, pero que servían en los días de concejo o para las fiestas de S. Isidro o S. Esteban, cuando el tiempo lo aconsejaba o para la Conrrobla de algún vecino nuevo y en todo caso, el escabeche y el vino corrían abundantes, haciendo estragos entre los comensales que en ellos se sentaban, hablando de los temas que importara.

H/ Me relataba Ovidio, no hace mucho, que en ocasiones, la discusión llegó a las manos.

M/ ¡Claro hijo, como en toda sociedad! Pero como siempre tiende uno a ensalzar lo suyo, te diré que eran los años, en que el Pueblo, a pesar de la desigualdad económica que había, vivía más en sociedad y así, todos nos ayudábamos, en cuanto la necesidad llamaba a las puertas de alguien. Todos los vecinos acudían a las hacenderas para reparar caminos, cortar zarzas y eran una piña cuando de sofocar una quema se trataba u otras catástrofes.

 

De la casa del Tío Cruz el pastor, las Veceras y el palo de los pobres.

H/ Me acuerdo cuando se quemó la casa del Tío Cruz el de Tía Modesta y cómo en fila, pequeños y grandes llevábamos agua para apagarlo. En ocasiones así no se escatimaban esfuerzos.

M/ También se daba de comer a los animales en Vecera, que era otra forma común de hacer y que según el número de los mismos se disponía el número de días de pastoreo. En corrida, se atendía a los pobres para darles posada y era el Palo de los Pobres, el que pasaba de casa en casa para ver su orden. Nadie faltaba a los bailes y otras reuniones después del duro trabajo, ni a las tertulias tras la Rueca al anochecer y un sin fin de pequeñas cosas que hacían, de Solanilla, sencillamente, un Pueblo.

 

Del baile de Ovidio.

H/ Madre... ¿Y el baile de Ovidio?

M/ Te contaré. El huerto de la familia del Tío Nicasio, que limita con la Solana, donde la hiedra reviste la fachada hoy día y que al nacer el sol da, era el lugar donde estaba el salón de Ovidio, que mantuvo varios años, alrededor de 1950, pero antes había pertenecido al Tío Isidro, cuya familia numerosa y la escasez de recursos, hizo que tuviese que emigrar a Barcelona, siendo muy niños sus hijos. Así pues, Solanilla era un Pueblo privilegiado, al disponer en aquellos años de una Gramola para acompasar un Cha Cha Cha, un Tango o un Pasodoble.

H/ ¡No se las personas cómo aguantaban y de donde sacaban el tiempo!

 

De la primera Radio.

M/ En los años cincuenta, no recuerdo exactamente el momento, aunque estas cosas las conocíamos rápidamente, por la estrecha relación entre todos, la Tía Piedad, la esposa del Tío Cruz Viejo, compró la primera radio que hubo en el Pueblo y a muchas horas tenia Gente en casa, para escuchar los sucesos de entonces y cuando de tarde en tarde, noticiaban algún hecho desgraciado, parecía que la desolación se apoderaba de todo el vecindario.

H/ ¿ De verdad, madre ?

 

De las costumbres.

M/ Claro hijo, aquí no llegaban los periódicos de la época y las noticias que lo hacían eran todo un acontecimiento, pero de esta manera estábamos entrando en la era moderna y en nada se parecía aquella vida a la de hoy y por contarte, te diré que en tiempo de verano, por ejemplo, cuando el viento separa el grano de la paja, movidos por el Vieldo, dormían mozos y chicos en la Era, guardando, de los ladrones, las Parbas. ¡Qué tiempos aquellos! Y como te mencioné otro día, cuando los abuelos eran jóvenes, después de cenar, cuando el tiempo se lo permitía, salían a la calle y mientras los hombres charlaban de sus cosas, las mujeres hacían girar con agilidad y destreza, el Huso y la Rueca, con que deshacían la lana que habían esquilado a sus ovejas, sirviéndoles luego para tejer calcetines u otras prendas de abrigo que estuviesen en sus posibles. Y siendo yo muy niña, ochenta años o más, aquí en estos campos se sembraba lino, que para su elaboración, necesitaban llevar a enrriar al río Porma, en las inmediaciones de Villafuela y le oirías decir a padre, ¡Cómo se apostaban los mozos de aquí y los de la rivera, quién nadaba mejor, haciendo verdaderas apuestas en los remolinos del río que les ponía en peligro la vida, pero la juventud, ya se sabe, siempre fue así!

H/ Algo recuerdo de todo esto, y alguna vez me contó también, que siendo niño, no tenían aquí escuela y debían ir a la de Villalboñe y aquella anécdota, en que un invierno muy frío, patinaban con madreñas, en la charca de Villalboñe, por la que a diario pasaban, que por entonces era profunda y rompiéndose el hielo, se tragó literalmente a Manahén, que a duras penas pudieron sacar. Años después seria el marido de la Tía Natividad que aun vive, disfrutando de perfecta salud a sus más de noventa años.

 

De la Fragua.

M/ Durante muchos atardeceres del año, sobre todo en tiempo de invierno, desde ese medio siglo hasta los setenta, la Fragua era también otro lugar de reunión y mientras el Herrero herraba las vacas o las sacaba las sanguijuelas de la boca, con el badil albando o machacaba las rejas, con ayuda de sus dueños. Otros, a la orilla del calor que despedía la hoguera con el fuelle bien soplado, contaban sus cuitas terminando con la piel más oscura, por el cisco acumulado del ambiente.

 

Del Teleclub.

H/ ¿En aquellos años no había tele, verdad?

M/ ¡No tardó mucho en llegar, no!

H/ Recuerdo ya esa etapa de la época de los sesenta, cuando el gobierno de entonces, propició el acondicionamiento de locales, en Pueblos pequeños, en los que se instalaba una televisión; eran los conocidos como Teleclub. Solanilla nunca se acogió a ese servicio, pero la voluntad de sus Vecinos y sus aportaciones instalaron los idénticos servicios que los Teleclubs, tenían y se ese modo, todos los centros de reunión, bien a la puerta de la Iglesia los domingos, o frente a casa del Tío Lorenzo o en la Panera, se cambiaron por este y así, no había tarde que el local no tuviese Gente, atendiéndose en corrida, hasta que el desinterés hizo que desde al menos veinte, sea Julián, quién se encarga del bar, que se abre los días de fiesta, nada más, pero que atiende con esmero.

M/ Llevamos mucho tiempo hablando por hoy y la respiración me está fallando, hijo.

H/ Si, ya está bien, que luego tengo yo que resumir todo aquello que me has contado y tardo mucho en redactar tantas cosas, que debo precisar, para no faltar a la verdad.

M/ Desde luego que sí, hijo, que es mejor no decir nada que faltar a ella.

H/ Eso nunca lo haría, madre, eso nunca, pero como ya sabes, la distancia en el tiempo, sin documentos que avalen los acontecimientos, hace que estos a veces se difuminen y aparezcan más subjetivos, aunque es cierto igualmente, que toda historia, con el tiempo se lima de lo accesorio y en este caso nos debemos en demasía a la memoria, por carecer de los mismos.

M/ ¡Así pues, hasta maña querido Antonio!

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Día Cuarto:

 

De la Virgen de las Rutiellas.

H/ ¡No me has mencionado, tan siquiera, aquel hecho que conmovió al Pueblo, cuando se llevaron la Virgen de las Rutiellas!

M/ ¡Es muy cierto hijo!, y no debe de quedar en el olvido, pues era una reliquia del pasado que todos querían.

H/ ¡Escucha querida madre estas palabras, a Ella dedicadas para el recuerdo, que en su nombre escribí humildemente!, ... y dicen de esta manera:

 

 
 

¡Qué van llevando a la Virgen!,

 ¡qué es por Ella y van diciendo

que al cielo la van llevar!

¡que está la Virgen gimiendo!

¡que Ella no quiere marchar,

que hondo pesar, va sintiendo!

 

Que el Nene que lleva en brazos,

Dios es, Hijo del Eterno

y unido a El, por los lazos

de ese Amor, que es lo primero,

prieto, lleva en su regazo,

el cariño de su Pueblo.

 

Que así, de arrugas y penas,

está su rostro marcado

y sus ropas, no protegen

ya a ese cuerpo, longo en años,

que la carcoma denota,

los siete siglos pasados.

 

Que cuentan, Viejos, en dichos,

que Esa, que fuera Doncella

de quién tuviera el capricho

que a Esa Mujer hizo bella,

de Solanilla, la hizo

Señora de las Rutiellas

 

 

 

 

¡Que van llevarse a la Virgen,

que ya vienen a por Ella!

‘Que no es verdad, lo que dicen,

que marcharse Ella quisiera!

Que después de tanto tiempo,

¿qué amor, de tantos, tuviera?

 

J.A. Llamazares.

H/ ¿Te ha gustado madre?

M/ ¡Si, claro que sí!, mucho, pues en estos versos se condensan los sentimientos que en aquellos días embargaban a los vecinos de este nuestro querido Pueblo, sí me ha gustado y es una pena que con el tiempo todo se vaya olvidando.

H/ ¿Qué más me debes de contar, que recuerdes?

M/ No tengo mucho más que decirte y que ahora recuerde, de estos muchos años vividos y de los ochenta para acá, seguro que tu tienes mejor memoria.

 

De la fiesta del Pueblo.

H/ ¿ En mi niñez madre, la fiesta de San Esteban era la única que se celebraba, verdad?

M/ ¡Claro que sí!, pues la del Corpus no tenia raigambre ninguna y hace pocos años que se celebra como ahora, prácticamente desde que los jóvenes que tienen ahora de 35 a 40 años y que como Rosi, Pili y otras más, se les ocurrió, siendo estas, en sus años de juventud, sus verdaderas promotoras de lo que hoy celebráis. Pero como te digo, la principal fiesta, ensalzaba al Patrón de Pueblo y siempre se contrataba músicos para la ocasión. La dulzaina y el tambor desde que yo recuerde y así había en el mismo Pueblo de Solanilla quienes tocaban muy bien la dulzaina, como Tío Benjamín o Tío Cruz y otros redoblaban el tambor con destreza como Tío Dacio, mi padre o Abundio y más tarde, alguna pequeña orquesta, como Los Rodriguez, que muchos años vinieron con nieve, amenizando el baile en las eras o en la casa Concejo. Tampoco faltaba nunca el corro de aluches de rivalidad entre los Pueblos de la Sobarriba y la Rivera, por ver quién se llevaba el mazapán. En la fiesta del Patrón siempre se congregaban un sin fin de Pobres de los de antes, que a la salida de la Misa, recibían hogazas de pan bendito, que los vecinos ofrecían y que repartían entre los presentes y que luego, unos llevaban y otros lo canjeaban por dinero u otros enseres de utilidad.

H/ Esto sí que me acuerdo, y poco a poco se fue terminando, gracias a Dios, pues la gente hoy al menos, dispone de lo más elemental para vivir.

M/ Sin duda que sí y con esto, ya vamos llegando a estos años, en que el Pueblo se ha convertido en un puñado de vecinos, que a diario apenas se ven, pero llegado el día de fiesta, parece revivir del letargo diario, como la mayor parte de los de nuestro entorno.

H/ Seguramente sí y la historia de estos años, otros la deberán contar con una perspectiva temporal mejor, pues de estos, quedan muchos datos escritos y por tanto la realidad de las cosas es más evidente. Como te he mencionado en ocasiones, mis mejores recuerdos, como por otra parte es lógico, son los de la niñez y para terminar, como muestra de ello, te voy a recitar un poema, que hace tiempo escribí y que está dedicado a todos nuestros Abuelos, muchos de los cuales apenas conocí y a otros ni siquiera me he acordado de sus nombres, pero todos están en el sentimiento. Lo llamé:

 "Mi niñez" y dice así:

De grupa, haciendo con ramas

levantar nubes queríamos,

de tierra de nuestras calles,

cuando de niños corríamos.

 

Si acaso el aire no hacía

Arrancar torvas de polvo,

Desde la Varga a los Prados,

Nos encargamos nosotros.

 

La rivalidad extrema,

No hay medianas si no tornas,

Piedras y palos envisten,

Toma la Varga la tropa.

 

Éramos niños traviesos

Como los de cualquier pueblo,

Si bien, todo cuanto digo,

Es nuestro, de nuestro pueblo.

 

Si de la ciudad llegabas

Por la Juncar o la Varga,

Costaba, otear la aldea,

Igual que por la Atalaya.

 

Frondos árboles la envuelven,

Negrillos en abundancia,

Algún chopo y mucha zarza,

Roble ciruelo y mostaja.

 

No viene en balde lo dicho

En estos versos primeros,

Pues fue, mi pueblo un oasis,

De mucho ramaje envuelto.

 

Mi pueblo el más lindo era

Y escribo, como en mis sueños

De la niñez, se me agolpan

Desdibujados recuerdos.

 

 "Rosana el guante" gemia

En la cuadra Tía Julita,

La Biblia en verso contaba

Con embeleso, su hija.

 

Si Victorina, en ausencia

No nos relata sus cuentos,

Nunca nos faltaban cuadras

Donde pasar aquel tiempo.

 

De Nicasio, de Lorenzo,

De mi abuelo el Tío Jacinto,

De Jilón, de Secundino,

De Manahén o de Sergio.

 

En las cuadras se estudiaba,

Se bebía y se cantaba,

Retocaban el concejo,

Que aquel domingo, se hablara.

 

La cuadra era aquel lugar,

Donde chicos y mayores

Pasaban, largas las tardes,

Contando bromas y amores.

 

Primero, en casa el Tío Floro

Tubo el herrero, la fragua,

Mas, de antiguo, trasladara,

Allí donde aún hoy se halla.

 

De Dacio, la fragua pone,

Los brazos mozos, a punto,

Sacando chispas al hierro,

Con el macho, sobre el yunque.

 

Cual goma estirar las rejas

O añadir pieza al bocado,

  Que la tierra, había mordido

Al arar aquel sembrado.

 

A herrar la rubia o la mora

Que no cojeen ni áspien,

Sacarlas las sanguijuelas

Que hacen que la boca sangre.

 

Cuando en mis primeros años

A la escuela me enviaran,

Fue Dª Luz mi maestra,

Mas bien poco me enseñara.

 

De Villaobispo venía

A cantar el "cara el sol"

Y cuando Ella, no lo hacía,

Manda a su hijo, sin "don".

 

¡Cerrar las ventanas todas!

Para que sitio quedara

Y a un lado, hacer los pupitres

Que al topo, bien se jugara

 

¿Qué más, de chicos queríamos:

Abundio, Daniel, Cirino,

Tino, Asterio, Olegario,

José Antonio o Diamantino?

 

¿Macrina, Piedad, Matías,

Brigi, Beraní o Victoria,

Epigmenio o Casimiro

O el hijo de la Tal Doña?

 

Y si al recreo salíamos

En tiempo de esparcimiento,

Con los "cartones" o al "trompo"

O en los "bolos" se iba el tiempo.

 

De tarde apañas las "tromas"

Pa que coman los conejos,

Que ha sido un invierno crudo

Y se han que dado en los huesos.

 

Gratos recuerdos, aún tengo

De la niñez de aquél tiempo,

Era, del Pueblo, bien pobre,

Pero, más libre que el viento

 

Fueron los años difíciles,

Después de la lucha infame

Mas creedme cuando digo

Que nunca pasamos hambre.

 

Las necesidades todas,

Mas, ambiciones ninguna,

El pan nos sabia a gloria

Y, era un duro, una fortuna.

 

Y aunque no juzgue real,

El hecho que un niño advierte,

Recuerdo así yo los días

Y aun disfruto aquel presente.

 

Las ranas de "Fontisnán"

  Y del "Pozón"las culebras,

Nos temían, si de tarde,

Pensar, íbamos tras ellas.

 

Y al igual que en el Antruejo,

Cuando a las chicas pillamos,

Con unto de carro era,

Con lo que las maquillamos.

 

Por miércoles, la ceniza,

O al calvario, o en Pascua

A escuchar a Manahén,

A oír qué tono entonaba.

 

O a ayudar a misa a Eurípides

Que la misa trafullaba.

O al corro el día del Hábeas,

Que el mazapán se luchaba.

 

O a San Esteban, el mártir,

Patrón del Pueblo y querido

Que de la "Cota"venía,

Según contaba aquel dicho.

 

Muchos Pobres se agolpaban

Para el reparto del pan.

En la Solana, sentados,

A ver lo que toca, a cuál.

 

Luego cambiaban la "dote",

Por vino, de garrafón

  O lo vendían a peso,

Si lo ofrecía el "postor".

 

Por San Justo o la Ascensión,

Sin dejar feo a San Blas,

Con tiempo frío o calor,

Nunca nadie hubo faltar.

 

A fiesta se debe ir,

Que hay familia y diversión,

Que hay "puchero" de gallina

Y a demás obligación.

 

De inviernos los días largos

Crudos,¡hay! De pesadillas

De "pardales" y de "liebres",

Que eran presas de rapiña.

 

Los inviernos se aprovechan

Pa tejer, coser e hilar

Pa echar "pellas" a madreñas

Y la "quilmas" repasar.

 

Araos poner "orejeras"

Ajustar "manilla"y "corras",

Hacer "carriegos" de mimbres

Que en la vendimia, son rotas.

 

En mayo era el madrugar

A pedir en "Rogativa",

Que no se apedree el campo

Ni se pierda la semilla.

 

¿Y en verano?, si la nube

Arrojar piedras, nos quiere,

¡A prisa, tocar Campanas

Del Pueblo, a ver si se atreve!

 

Y a prisa crecen las zarzas

Los caminos estrechando.

Tocar de nuevo a hacendera

Y en este tiempo, arreglarlos.

 

Rellenar atolladeros

Pa que no vuelquen los carros,

Pues además de los baches,

Hay vientos por San Pelayo.

 

Si es de la guadaña el tiempo

Del cereal o la hierba,

Con el "yunque" y el martillo

´ quitan al corte, las "mellas".

 

Fuera labor minuciosa,

Picar Guadañas y Hoces

Pues del "filo" que sacasen,

Daban fruto sus sudores.

 

Y como el Sol ignorante,

A traición fuese pillado,

Cuando asomase sus rayos,

Mucho ya era lo segado.

 

La mies ponen en "morenas"

Y con cuidado, casando

Cortes y espigas, de "brujas"

Evitar lleven volando.

 

Con las vacas se trillaba

Cuando el rigor del de arriba,

Apretaba de lo lindo

Y la paja más crujía.

 

Y en el tiempo que la "bielda"

Saca el grano de la paja,

Se dormía entre la "parva

Por no dormir en la cama.

 

Por si acaso algún ladrón

De noche ha venir con sacos,

No venga a sacar el "unto",

Que venga a llevarse el grano.

 

Ya la alegría en la tasca

Hubo en tiempos los domingos,

En casa Isidro, primero

Y más tarde en casa Ovidio.

 

Con la "gramola " bailaban

Tangos, vals y pasodobles

Y vaya jarros que echaban

Del vino, que hace ver doble.

 

Y el horno está, de mi Abuelo,

Al lado está, del "agar".

En el horno hace mi Abuelo

Una vez al mes, el pan.

 

Y una vez al año hace

El vino , en aquel "agar",

El vino es de pocos grados,

Pero es de uva na más.

 

Nobles gentes dio esta tierra

Que yo recuerdo, de bien

Y bien conservan, aún hoy

La buena herencia de ayer.

 

Pues mi pueblo conocido,

Fue en toda la Sobarriba,

Aquí había Juez de Paz,

Pa que impartiera justicia.

 

Las paredes de su casa,

Estaban siempre adornadas,

Con siluetas de un equino

A las argollas briadas.

 

"El que parte, bien reparte",

Dice el refrán, por su parte,

Mas la Ley es para todos

Y el Tío Daniel, quien la imparte.

 

En mi recuerdo pervive

La figura del Tío Cruz,

Voz fuerte, recio el carácter,

De ovejas, perros, su luz.

 

De su saber pastoreo

La "cota" tenía en contra,

Flor de estepa, en primavera

Y en invierno, sangre loba.

 

Tengo imágenes borrosas

De cómo la casa ardió,

De Tía Modesta y Tío Cruz

Y en qué estado se quedó.

 

Recuerdo hombres y mujeres

En medio de la Solana,

Portar calderos con agua,

Hasta que bien se apagara.

 

Luego hicieron casa nueva,

De ladrillo la fachada,

La hicieron, para incitar

A los chicos a escalarla.

 

Fuego y humo se repiten,

Graban de niño mis ojos

Que bien fue por el descuido,

De una vela, en su acongojo.

 

Pues se le fue de las manos,

A Tía Gabina la vida,

Un diecisiete de agosto,

Cuan negro y triste sería.

 

Día aciago, por la tarde

Sala el humo pol tajado,

Dan cuenta y tocan a quema,

¡ La Iglesia se está quemando!.

 

¡Abrid las puertas, a prisa!

Y en tromba, con gran estruendo

Se oye al caer el altar,

Que en ascuas se está partiendo.

 

El Lienzo del "Monumento"

Tras el retablo se hallaba,

Lucas y Juan se abrasaron,

Mateo y Marcos lloraban.

 

Estos retazos que escribo,

Aislados por la memoria,

Son de mi Pueblo pequeño,

Los pesares y las glorias.

 

Gloria fue y gran regocijo

Ver el agua en la Solana,

Sola de los Pozos viene,

Llena de esfuerzo y de ganas.

 

-¡Y digo! Sacos llevaba

Del Tío Patricio, al molino,

A lomos de aquella burra

Mi Padre, con muy buen tino.

 

De uno en uno, los llevaba

Pa que durasen más tiempo,

Pues debía, se estirar,

La harina, el salbao y el pienso.

 

La electricidad ya hacía

Girar tal tamañas piedras,

Que trituraban el grano

Pa sacar la harina fresca.

 

De muchos Pueblos llegaban

Y a cada cual, su "Maquila",

Con carros, caballo o burra,

Que a por harina venían.

 

Si a León debíamos ir,

Pues era ruta obligada,

El molino, cual posada,

Era de tarde o mañana.

 

Allí pasamos la noche,

Mi madre y yo bien pequeño,

La nube se puso en contra

Y Castor nos dio aposento.

 

Hacia atrás echando el tiempo,

Son de uno en uno pesares,

Los que quedaron, después

De perder tantos amores.

 

Solo recuerdos aislados

De Gentes que ya se fueron.

¡Cuantos años han pasado!

¡Cuantos años, flor de un tiempo!

 

Mi abuelo Quico, del cual

No conservo ni un reflejo,

Mas siempre escuché a mi Padre,

Que era humor, juicio y talento.

 

La madre que yo recuerdo

De mi Padre, Rosalía

Tenía duro el carácter,

No era de tiernas caricias.

 

Mas bien, el nombre fue propio,

De mi otra Abuela, Tía Ángela,

Gruñona, pero del cielo

Y mujer donde las haya.

 

Ya conocí, de mayores,

A Juanón, Pepe y Cristencio,

Al Tío Gilón, mi padrino,

A Juliana y Eliberto.

 

De Floro, Esperanza y Lopez,

Solutor o ManaHén,

Tía Eufrasia y Tío Gerardo,

Bien yo doy testigo y fé.

 

La Parca llevó a Venancio

Y a mi Tío, allá en Palencia

Y a Magdalena los niños

Y al Tío Anselmo y a Inocencia.

 

Y a mi otro abuelo Jacinto,

A Prudencio y Don Benito,

A Tía Modesta y María,

Secundino y Felicísimo.

 

También llevó a Iluminada

Y a Cruz y a la Tía Piedad

Y a más que aquí no menciono,

De otros no me acuerdo ya.

 

Nos abandonó Mateo,

Mi Tío Mauro y Nicasio,

Consolación y Gilín,

Secundino y el Tío Santos.

 

Adiós, Paulino y Damián,

La una y otra Asunción,

También dijeron adiós

Tío Daniel y anunciación.

 

El tiempo ya se detuvo

Para Arcénida e Isidro.

También rindieron ya cuentas,

Tía Baldomera y Jacinto.

 

Del traslado del Tío Sergio

Ya Caronte se encargara,

De Tía Julita y Rolindes

Y a Teodoro, bien llevara.

 

Y al otro lado del lago,

También llevase a Lucinia

Y a otros muchos que engrosaron,

El jardín que nos dio vida.

 

Las ramas y flores de hoy,

Son las raíces, que un día

Cercano ya el medio siglo,

Derrochaban gozo y vida.

 

Cuán pequeño es este Pueblo,

Pero mi orgullo es por Él,

Yo por eso siempre digo

Que aquí es donde fui a nacer.

 

Bien, antes de terminar,

Brindo yo, en la Sobarriba,

Pues es tierra de quien hablo

Y se llama Solanilla

H/ Como podrás comprobar querida madre, he recordado muchos detalles que en la niñez se viven con más intensidad, arrastrándolos uno durante toda la vida y he tratado por tanto, de dejar breves pinceladas de lo que el siglo que acabamos de terminar nos deparó, a ti y a otras personas muy especialmente pues conocisteis los primeros albores del mismo y entre todos hemos tratado de dejar constancia de ello, de manera amena, eso sí, a fin de hacer agradable su lectura. El final del siglo XX ha conocido situaciones dolorosas, muchas de las cuales hemos mencionado, pero no obstante da enorme satisfacción, ver cualquier fin de semana, esa juventud sana y para lo que es el Pueblo, ciertamente abundante, que no falta a sus citas, ese juego de bolos que cada domingo discute alguna de las reglas no escritas, el partido de futbol de difícil clasificación, si atendemos a la edad de sus participantes, esas pequeñas obras que en estos años se han ido realizando paulatinamente eso sí y en fin que aunque son a veces los sinsabores difíciles de sobrellevar, merece la pena seguir intentando dejar un Pueblo mejor a quienes nos sucedan.

M/ Desde luego que si, pero no se si las fuerzas me aguantarán, la Navidad se aproxima y parece que las emociones también, flaqueando la memoria al par que el cuerpo. Este 2003 ha sido mejor que el pasado, pero algo me dice, que también para mi está llegando la Navidad.

H/ Han transcurrido unos meses y...tenías razón, querida Madre,  hemos debido pasar todos unidos, un tiempo lleno de sensaciones que turban la razón y en el que ocupaciones ingratas nos han distraído de los relatos que meses atrás me venías contando y que si no te importa mucho, querida Madre, me gustaría que prosiguieras, descubriéndome acontecimientos que yo no conocí de estos andares de las Gentes del Pueblo.

M/ ¡No faltaba más, hijo mío! Siempre que el ánimo no te falte, a ti ahora, te contaré cuanto desees, pues yo dispongo de todo el tiempo que tu me puedas prestar y además la mente en esta situación está más clara y seguro que sabré enseñarte a comprender aquellas cosas que te sirvan de reflejo de lo que fue y solo con la emoción reprimida, analizando errores y cosas buenas aprenderás para el futuro, sirviéndote de ejemplo.

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Día Quinto:

La Trilla.

H/ ¡Hay madre!, Llevo esta época falto de concentración en todo y los fantasmas se apoderan con frecuencia de la realidad.

M/ La vida, hijo, también es fantasía y todas cuantas cosas hemos recordado, reales en otro tiempo, hoy añoranzas e ilusiones son.

H/ ¿Y esperanzas, madre?

M/ ¿Acaso, querido hijo, estos recuerdos no son el fruto de la esperanza?, ¿La realidad de niños, ilusión de mozos?, ¿El añorar del viejo, ser niño de nuevo?

H/ Si madre si, pero hay que seguir de nuevo día a día, trabajando y también divirtiéndose, que así fue siempre.

M/ Nuestra época no fue igual, no, no.   También nos divertíamos, ¡pero qué distinto! Desde bien pequeños en el tiempo de verano cuidando las vacas, la burra, llevando el almuerzo a las tierras o trillando no daba para más.

H/ Por cierto madre, aquellos recuerdos sobre la “trilla” ¿son tan bonitos como aparecen reflejados en los posters? ¿no, verdad? La trilla no era semejante a una ruleta, tras la que se daba vueltas para divertirse, sin duda.

M/ ¡Desde luego que no! Te contaré y verás lo duro que era, hasta conseguir separar el grano de la paja, que en definitiva de eso se trataba.

H/ Empieza pues a contarme y tomaré algunas notas que otros podrán leer, pues seguro que ahora lo entenderé mejor.

M/ En torno a las fiestas de S. Juan, la segunda quincena de junio y por supuesto según los años, se empezaba la siega de los cereales, que en estas tierras de la Sobarriba se reducían básicamente a trigo, centeno, un poco de avena y algo de cebada, dependiendo del tiempo, cómo se pudiese realizar la sementera antes del invierno y si quedasen para la primavera muchas o pocas tierras sin trabajar.     Muy en pequeñas cantidades se  sembraba algún garbanzo, casi siempre para el consumo propio o alguna pequeña venta, también chochos, titos, algo de beza y algarroba.      El consumo como digo, solía reducirse a la manutención de dos a cuatro vacas, una docena de ovejas, otras tantas gallinas y alguna coneja paridera, excepcionalmente algún curro, una o dos yeguas y los menos pudientes una burra que no era poco.

La siega, según te empecé a contar, se prolongaba a todo el mes de julio y a veces parte de agosto, siendo le semana de Santiago, la tradicional de la siega del trigo.

Durante buena parte del siglo XX, las herramientas para este tipo de trabajos eran la Hoz primeramente y luego la Guadaña. Una vez cortada la mies se iba acondicionando en Gabillas (pequeños montones de mies, dispuestos los cortes a un lado y las espigas otro)     Estas Gabillas se ordenaban con las espigas hacia fuera y los cortes de una, frente a los de otra, con en fin de protegerlas de los vientos o torbellinos propios del verano, durante los días que deberán permanecer en las tierras. Este orden de Gabillas, de tal manera dispuestas, se llamaba Morena.  La mies ya segada y bien recogida con el Rastro, solía dejarse un tiempo en la tierra con el fin de que secase bien y además se hiciesen más compactas las Gabillas para estar en las mejores condiciones para el Acarreo, lo que influía incluso en una mejor adecuación para el traslado, a vida cuenta de las condiciones en que se encontraban los caminos en no pocas ocasiones, con el peligro de entornar consecuente.

H/ ¡Cuéntame madre!, ¿cómo se disponía todo para el acarreo?

M/ Para tal menester, los carros disponían de unos aparejos propios, a ver si soy quien para explicártelo, de forma que lo comprendas bien.

En el tablero del Carro, atravesados adelante y atrás, se colocaban dos tablones robustos a cuyos extremos se había hecho unos agujeros como de tres por doce cm. más o menos que sobresalían del tablero del carro. Cada una de estas piezas se denominaba  Berbion. Los  agujeros de los Berbiones servían de punto de apoyo a los aparejos propios para el acarreo, que consistían en cuatro puntales, dos a cada lado, en paralelo por tanto y de madera noble, cual podía ser negrillo, roble u otra de gran resistencia. Estos puntales habían sido taladrados en dos alturas adecuadas también en medidas semejantes y en esos agujeros, introducidos dos largueros que sobresalían del largo del carro entre uno y dos metros  por delante y por detrás. Tales aperos para el acarreo se llamaban Pernillas. Los dos  largueros de las Pernillas de cada lado, en la parte que sobresalían del tablero del carro, se enlazaban con unos Cordeles para el acomodo de la mies, por la parte trasera hasta las Corzas, base formada por dos largueros fijados a los laterales del carro, cuyas partes sobresalientes traseras se unían por tres traviesas, para formar la base sobre la que depositar las Gabillas.  Las Corzas se sujetaban a la base del Carro mediante la presión que ejercían sobre ellas los Berbiones. 

Tanto los laterales como la parte delantera igualmente se entrelazaban con Cordeles desde la trasera hasta la punta de la Estranguadera del Carro. Tan solo los Carros de los años sesenta disponían de Estranguaderas de hierro, anteriormente consistían en unas varillas de tres ó cuatro cm. de diámetro y de madera, formando una especie de (y) griega, sobre la vara del Carro.

Todo esto de nada serviría, sin la colaboración ¿qué digo?, sin el trabajo esclavo de la Pareja de Vacas que tiraba de los Carros así preparados, uncidas las Vacas mediante el Yugo, bien sujetas con las Cornales y como base, sobre las cabezas de los animales, las Mullidas para amortiguar las friegas del Yugo. No solía faltar, para el rendimiento de la Pareja de Vacas, el disponer de los correspondientes Bozales, a fin de que estas, no se vieran atraídas pos las mieses y por tanto se concentrasen, aunque fuese a la fuerza, en el trabajo.

Estos útiles para el Acarreo de la mies cambiaron, al igual que los de la siega, en el último cuarto de siglo, cuando las Máquinas de segar sustituyeron el ímprobo trabajo de la Hoz y la Guadaña, los Remolques arrastrados por cada vez más potentes Tractores, a los Carros de ruedas de hierro y todo ello fue engullido así mismo en pocos años, por la tecnología de las  Cosechadoras.

En una veintena de años, quedaron en el olvido, los necesarios útiles para el uncimiento de las parejas de vacas, y así solo se recuerdan colgados en paredes y cuadras abandonadas, los Yugos, las Hijadas, los Gazapos con sus piedras de afilar, las Cornales o Sobeos y otros semejantes.

H/ ¡Madre! ¿Parece tan complicado el armar un carro para estos trabajos y luego?

M/ Cuando la mies cortada había secado lo suficiente, cosa que a veces las tormentas hacían difícil, el destino de los cereales era la Era, zona apraderada donde se iban amontonando uno o más Carros, formando un montón llamado Balagar. A la mañana, cuando al sol empezaba a calentar, se esparcía una capa de mies alrededor del propio Balagar, como ala de sombrero, ayudados  para este trabajo de una Horca o un Horcón de madera y sin duda un adecuado Esbalagador. Esta capa de mies o Bálago que de tal se llamaba, no debiera ser muy gruesa para que el Trillo, arrastrado por una pareja de vacas o dos la fuesen triturando por la superficie. Luego, también con la Horca o el Horcón se daba vuelta, sacando a la superficie lo que debajo estaba sin moler. Cuando convenía, se echaba nueva capa de mies, ayudados por el Esbalagador o la Horca como he dicho y así hasta que se fuese moliendo la paja y saliendo el grano de la espiga, haciéndose homogénea la Trilla. Cuando ya el Bálago se convertía en paja, los últimas envueltas o Entornar la Trilla, para sacar las Casullas del grano, se hacían con la Pala de Entornar, que era en su totalidad de madera. La Trilla se terminaba cuando se consideraba que tanto la paja como el grano estaban preparados para su separación, el día de la Limpia.

A veces frecuentemente, la tormenta, el aguacero o el pedrisco hacían trabajar a prisa para Acorralar aquella Trilla que aún no estaba a punto para ser Emparbada, nombre que se daba al montón de mies que se iba formando, en el centro generalmente de la trilla, de lo convenientemente triturado, según ya te he indicado. El Acorralar consistía en hacer un cordón con la mies, amontonada en círculo, simulaba un Corral de ahí su nombre y así dispuesta con el fin de que el agua de la tormenta calase lo menos posible lo ya trillado, que se deberá esparcir cuando el sol lo permita y nuevamente se procede a dar vueltas con el Trillo hasta la trituración conveniente. Este Acorralamiento, se le dejaba incluso unas aperturas, a forma de puertas, por donde el agua pudiese fluir, si en forma de tromba importante cayera.

Así se hacía con el trigo, la cebada, el centeno o la avena. Si el espacio de la Era lo permitía se dejaba para el finadle los trabajos, la Limpia de todos ellos, en el mes de agosto principalmente.

H/ ¿Y Madre, cómo se Trillaba, o cómo  se sujetaba la pareja de vacas? ¿ No se escapaban de la Trilla?  ¿No hacían  sus necesidades en ella? O...¿Quién las guiaba?

M/ Yo te contaré, si bien tu lo conociste hijo. Como todo tiene su aprendizaje también los animales, para Trillar convenía Uncir parejas de vacas bien domadas y dóciles, pues era la mejor manera de que el Trillo sirviera para su función, pues cuando algún animal era un poco bravo, solía efectivamente salirse de la Trilla con frecuencia y con peligro para quien lo guiaba. Se disponía un Cordel o Ramal desde el cuerno del animal, aprisionando la oreja mediante un nudo, que al tirar sobre él, le hacía cambiar su rumbo y de esta suerte, con una mano se sujetaba el Ramal y con la otra la Hijada y al son de ¡Ale Morena, ale! o ¡Joooo, joo! o ¡Vamos Chata, vamos!,  se orientaba a la pareja de vacas, desde el Sentón de tres o cuatro patas que se disponía en el Trillo para la persona que debía conducir aquel monótono dar vueltas.

Además, quien montase en el Trillo debía atender, que las necesidades fisiológicas de los animales no cayesen entre la mies, para lo cual era imprescindible tener una pala para atropar los estiércoles, pues con la humedad, estos, al paso del Trillo compactaban la mies, haciendo difícil la Trilla.

H/ ¡Qué bonito parece todo, querida Madre, de tal virtud contado!  ¡No tengo yo tan buenos recuerdos de las “soleaduras” que llevábamos en el Trillo!

M/ En cierta forma el Trillar fue una actividad hermosa, pero tienes razón, ni el Esbalagar, Entornar o estar en el Trillo, vuelta tras vuelta, a 30 ó más grados, cayendo el sudor  bajo el pañuelo o el sombrero de paja, con un ambiente ciertamente poco respirable por el polvo que se produce al triturar la mies, hacía de estas labores algo exquisito. De todas formas era plato bien saboreado por los pequeños de la casa, pues al no requerirse especial fuerza física, se les encomendaba, muy a su pesar.

No debía faltar, a la sombra  del Balagar o la Caseta o de algunas Gabillas separadas para preparar los Cuelmos de paja de Centeno que sirvieran a la hora de la matanza para Chamuscar el cerdo, el Botijo bien lleno de agua fresca.

Así eran aquellos días de verano interminables, para cuatro granos que cogíamos, primero había que Limpiar aquella Parba, durante siglos con el Biendo (Bieldo), elevando la mezcla trillada contra el viento, cuando este tuviese a bien arreciar. Luego allá por los años 20 ó 30 se empezaron a comprar las primeras máquinas para la Limpia, aquella Jauría que aceleraba los trabajos considerablemente u otras semejantes. Echados grano y paja de la Parba con la Pala o la Bienda (Bielda), en la Trimuela de la máquina, esta era accionada por una manivela que retaba los brazos de los más fuertes de cada familia. Los últimos años en que se realizaron estas labores se montaban pequeños motores  Piva o Lisca que sustituían a la personas en esa labor tan dura de darle a la Manibela. La mezcla introducida a través de la Trimuela, iba pasando por varias Cribas o Cerandas, zarandeadas por brazos mecánicos oscilantes. El destino del Grano era el Muelo, que se iba formando delante de la Máquina.  La parte delantera de la máquina estaba formada por un gran Bombo, cuyo interior contenía unas Aspas para la ventilación, accionadas directamente por la Manibela, tal ventilación separaba el grano de la paja, que era lanzada por el viento producido desde  la parte posterior de la Máquina al exterior, formando un Montón de paja, a la espera de su recogida en el Pajar.

Nuevamente había que preparar los Carros, esta vez con Costanas a los lados y Redes amplias en las partes delantera y trasera. La Costana estaba formada por una especie de tablero en vertical de un metro y pico de altura, sujeta a la base del Carro por los Berbiones, ya citados para el Acarreo. Los extremos de las Costanas por su parte alta, se unían  con  unos brazos o Largueros de madera sobre los que pendían las Redes, abrochadas a los laterales de las Costanas, con unas simples Puntas clavadas. Mientras una o dos personas Bendiaban la paja al Carro con la Bienda, de ahí su nombre, otra, cubierta la cabeza con un saco en forma de capucha, la pisaba lo más posible, con el propósito de dimensionar la capacidad de las Artes preparadas de las que ya hemos hablado.

H/ ¡Bien me acuerdo, Madre! ¡Cuánto polvo respirábamos!

M/ Ya ves, estas condiciones de trabajo y otras muchas, nos forzaron a la pérdida de la salud, pero no había otras, querido hijo y a más que pocos Carros que llenar teníamos.

H/ ¿Y el grano limpio ya?

M/ Lo recogíamos en Quilmas o Sacos. Las Quilmas eran de Lana o Lino y tenían una capacidad de unas seis Heminas aproximadamente.

Luego el grano a moler, los más pudientes en Carro, cuatro, seis o más Quilmas a la vez, las personas humildes económicamente, de una en una, a lomos de la burra. Se aproximaba San Martino y no convenía descuidar el engorde de algún Cebón, ni tampoco por supuesto, descuidar la preparación del Horno, que se atizaría con Estepa y Roble, para hacer el pan de harina de trigo blanco, que otros manjares escaseaban, pero el pan siempre fue exquisito en nuestro Pueblo.

H/ Querida Madre, ¿Qué bonito relato, tan detallado, me has contado de todo aquello que componía el recoger lo imprescindible para pasar el año, que para más no daba?.

M/ Así fue seguramente durante siglos y lo que hace el haber vivido este pasado, pues tanto han corrido las cosas que a su final llegaron, casi sin enterarnos.

H/ ¡Madre, debo dejarte y volver a mis ocupaciones, pues ya es demasiado tarde y aunque este tiempo se me hace corto, sabes que mañana tendré que madrugar y mi trabajo me exige tener la mente despejada.

M/ ¡Lo se Hijo, lo se y como el tiempo es largo, continuaremos en otro momento, así que deja el papel como está y que otra tinta escriba posteriores relatos.

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Día Sexto:

La Juncar.

H/ Tengo un poco de tiempo y después de haber estado pensando en las cosas que en nuestra  niñez hacíamos, recuerdo haber disfrutado buenos ratos en un lugar, hoy muy descuidado, pero en aquella época ciertamente bonito, la Juncar.

M/  No había ni hay un lugar tan escondido, en los alrededores del Pueblo, bordeado por mucha arboleda de negrillos chopos, algún álamo, propios de los humedales y agua de la que este Pueblo es escaso.

H/ ¡Madre! ¿Por qué este recóndito lugar lo apreciábamos tanto los niños de mi época?     ¡Claro está, que en los años de mil novecientos cincuenta y hacia atrás se conservaba en mejores condiciones higiénicas que ahora, verdad!

M/ El puente que sobre el Reguerón se había reconstruido varias veces seguramente, las más de ellas sobre pilastras de negrillo o roble, de no más de dos metros de altura  por uno de ancho, el piso de Tapín sobre un lecho de Ripia bien compacta y de unos cinco metros de largo, suficientes para salvar el arroyuelo ciertamente  bravo eso sí, en contados días de lluvia. Era obligado camino  para paso de personas o animales de poco peso, pues la Juncar es un humedal y a tal requería si se debía ir o venir a Navafría o Villcil o a las tierras de labranza, desde el Talayón a la Vega de Villalboñe, pasando por el Alto de S. Esteban y otros, lo que convertía a la Juncar en paso necesario y cruce importante de caminos.

H/ Es un diminuto valle, pero muy visitado por críos y mayores en otros tiempos, muy anteriores a los que yo viví como me contara Padre y que algún recuerdo mantengo de mi niñez. Bajo este pequeño puente se formaba una charca que mantenía el agua todo el año, de tal forma, que mientras la vida del Pueblo giró fundamentalmente alrededor de la labranza, fue lugar de esparcimiento incluido el baño en ocasiones para los jóvenes más atrevidos, pues si bien no fue nunca el lugar apropiado, no había otro. Al tiempo era uno de los espacios para lavar el Apañijo con que dar de comer a los conejos, ¡Verdad Madre!

M/ Su atractivo seguramente mayor lo formaba este reguero (el Reguerón), que según manifiesto retenía al agua durante todo el año y ciertamente bastante limpia al recibir el agua que a través de la Vega de Villalboñe, nacía en las tierras de Villacil, los altos de Villabente y Carbajosa, hasta que un día el progreso lo desbarató. Al tiempo, la Juncar, además de ser cruce importante de caminos, se convirtió, seguramente durante siglos, en fábrica de Adobes, con que se construyeron buena parte de las casas de Solanilla.

H/ Hablas de Adobes, Madre y quizás hoy día, ya haya personas jóvenes que desconocen qué son y sobre todo cómo se hacían.      Y...¿Por qué en este lugar?

M/ Como toda obra y más cuando los medios eran escasos, nuestros Abuelos tenían que aprovechar las condiciones que la naturaleza les brindaba y al tema que nos ocupa, en este lugar se daban esas condiciones idóneas. Tierra adecuada, agua abundante en tiempo de estío y una pradera suficiente, de tal forma, que solo debían aportar al lugar, la correspondiente cantidad de paja, a poder ser de Centeno, para la mezcla. Conseguido el reblandecimiento de la tierra necesaria, con el agua que al lado hay, previamente cavada y mezclada con la Paja, a poder ser poco molida pues su misión era la unión del barro, se pisaba barias veces hasta preparar una pasta, siendo la calidad del Adobe proporcional a la mejor homogeneidad de esa pasta de barro conseguida. La masa suficientemente enjuta se depositaba con la pala tradicional en la Adobera, pisándolo con la misma pala y alisándolo por la parte superior e inmediatamente extrayendo la Adobera hacia arriba quedaba la masa de barro sobre el suelo, formándose en ese momento el Adobe. Luego, el siguiente y otro y otro más y así cientos o miles, según las necesidades de la obra a construir.

H/ ¿Cómo era una Adobera, Madre?

M/ Era una herramienta muy sencilla, Hijo, verás. Podía ser sencilla o doble, según los casos. Estaba confeccionada por cuatro tablas, formando un rectángulo o dos según el caso, en proporción de 25 por 30  aproximadamente o similares, para paredes de muro. Si dicha herramienta se dividía a la mitad y a lo largo, estaría dispuesta para fabricar Adobes propios para tabiques. Los Adobes dispuestos ordenadamente al sol, se dejaban varios días, hasta que secos convenientemente, se apilaban a la espera de su uso. Luego serían transportados en carros, hasta la obra en construcción o en reserva para futuras necesidades.

Como te dije antes y ya conociste tu, el progreso que llamamos en estos tiempos, en este, como en la mayoría de los Pueblos, muy mal conducido, aunque no solo aquí por desgracia, vino dado por la instalación del colector de aguas residuales, para dar salida al servicio del Pueblo, siendo la Juncar el lugar de vómito de las aguas sucias. acabando con cuanto de estímulo paisajístico pudiese quedar en el lugar.

Derruido el pequeño puente, hace ya años, sedimentándose las suciedades en la charca, de en otros tiempos aguas limpias, sin ningún tipo de depuración, allá por los años ochenta, quedando el enclave escaso de arboleda en la actualidad, solo conserva de su primitivismo, los juncos abundantes que sin duda debieron ser el origen de su nombre.

H/ Es una pena, querida Madre, cada vez que hacemos algo, destruimos parte de la herencia más preciada que la naturaleza nos ha dado.

M/ Ciertamente que sí, es un correr desmesurado y alocado que nos hace dejar a un lado las cosas que de siglos amaron nuestros antepasados y de las que vivían sin destruir.

H/ Vamos a dejar para otro día lo que me insinuaste la pasada tarde, que como siempre te repito, ya sabes de mis otras obligaciones y con más detenimiento me contarás.

M/ ¡Hasta cuando quieras, Hijo, te hablaré de otras cosas, el próximo día.

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Día Séptimo:

 

La Siembra.

H/ Gracias querida Madre, por aclararme tantas cosas, parte de las cuales yo conocí, pero tengo algo confusas y si no quedan reflejadas, aunque sea someramente, se perderán en el olvido, pues como hemos comentado tantas veces, ahora las cosas corren que es un primor.

M/ ¡No son muy importantes seguramente!

H/ ¡Sí que lo son Madre!, pues la Historia de las Personas de Solanilla, aunque insignificante, Tu me dijiste muchas veces que era lo más necesario de conservar, pues de Ella debíamos aprender, para no cometer las imprudencias que otros cometieron.

M/ ¡Sí que es verdad!, cuanto te he dicho de esto y todas las pequeñas cosas, hechas con cariño y recordadas de esta manera, hacen la felicidad de todos, tienes razón Hijo mío, tienes razón. Aunque diminuto el Pueblo, cada día más, debéis transmitir ilusión, los que aquí vivís y mira, para que el pesimismo no se instale en el pensamiento te boy a contar otras cosas que te gustará recordar y si antes te hablé de la Trilla, primero debe hacerse la Siembra y de ella te boy a hablar.

H/ Ya veo que las cosas se ven de otra forma desde más arriba y recuerdo cuando me comentaste al hablar de la Trilla, cómo debía Sembrarse, terminado de las labores del Verano, la recogida de grano y paja y aprovechando el tiempo que lo hiciese posible si las primeras lluvias lo permitían, Uncir la pareja de vacas, previamente Cebada al amanecer y cargando el Arado sobre el Yugo, caminar hacia la finca, objeto de las labores de Rielva, de aquellas tierral que el Adil había dejado en Barbecho el pasado año. Si la tierra estaba labrada con anterioridad, una Bina adecuada sería suficiente para luego Sembrar.

M/ ¡Veo que te recuerdas bien de aquellas labores, Hijo!

H/ Sabes que a mi nunca me correspondió tal cosa, Madre, solo lo que os vi hacer a vosotros y a los demás Vecinos, por eso quiero que me hables Tu de ella.

M/ La Siembra según Tu comentabas, preparada la tierra con el sudor de la pareja de vacas y la del Amo que sujetaba la Manilla fuertemente con sus brazos, consistía en esparcir el grano por la tierra, usando como recipiente, una Quilma o Saco, atados dos de sus extremos y formando una bolsa que se sujetaba con un brazo al hombro, dejando el otro libre para, a ritmo acompasado, ir esparciendo el contenido del recipiente y así cargando cuantas veces fuese menester con aquella pesada simiente, previamente un poco Encalada y sulfatada, cubrir la tierra deseada. Cuando los abonos químicos empezaron a venir de las minas del Sahara Español por entonces los años de mil novecientos cincuenta, se esparcían de la misma manera, transportado en Carro o Caballería hasta el lugar de destino. Pero antes, seguramente siglos, el abono tradicional de excrementos de los animales mezclado con paja, hierva sobrante, también hojarasca u otros productos de la tierra, usados como mullido de los animales en los Establos, servía como germinador único de toda clase de simientes,  desde los Cereales a las Legumbres. Este Abono natural se transportaba en Carro hasta la tierra y era costumbre depositarlo en pequeños montones equidistantes, usando para desalojarlo del Carro el Esbalagador y que más tarde se esparcía con la Horca por toda la tierra de manera uniforme. Estas labores por supuesto eran previas al trabajo de Rielva o Bina, labores, cuya misión era múltiple, pues al tiempo se enterraba el grano y el abono y la tierra así vuelta, se esponjaba y oxigenaba para la mejor nascencia del simiente.

H/ Madre, ¿cómo eran los Arados de épocas pasadas?

M/ No te he contado verdad cómo eran, voy a intentarlo, aunque es ciertamente difícil de describir.

H/ Al menos me daré una idea que pueda transmitir a quien esto lea.

M/ Pues bien, había varias clases de Arados y así empezaré por los más antiguos que conocí.  El Arado de madera, estaba formado fundamentalmente por la Camba , trozo de madera en curva, empalmado a la Vara mediante simples abrazaderas y a cuyo extremo, simulando una cremallera, provisto de varios agujeros  se introducía un Cabijo como sujeción, para establecer mayor o menor separación de los animales, en medio de los cuales se colocaba, fijándose mediante una Corra, al Yugo que uncía la pareja de Vacas. La Camba era el soporte de las piezas más importantes del Arado y así en el extremo de la curva que roza la tierra, se instalaba un brazo igualmente resistente, en que se alojaba la Reja, única pieza de hierro, en un ángulo apropiado, regulado mediante Cuñas para dar la adecuada profundidad a la arada.  En los laterales de este robusto brazo se disponían, uno a cada lado, los Cabijos correspondientes, cuya finalidad era abrir lo necesario el Surco a trazar. En la parte trasera de la Camba, sobre la misma cuña en la que se alojaba el brazo que sujetaba la Reja, también se disponía la Manilla, una especie de S, uno de cuyos extremos se alojaba, como digo, en la Camba y el otro hacía de guía, bien sujeto, según te dije anteriormente, por unos brazos que en casos, retemblaban al surcar el terreno. El la antigüedad eran este tipo de Arados debían servir para todo tipo de cultivos, pero cuando empezaron a usarse los de Hierro, que te contaré, estos quedaron para labores como la siembra de Patatas, o la siembra a Bayón, si la humedad del terreno así lo aconsejaba. 

Los Arados de Hierro, ya más perfectos, trabajaban mejor la tierra, por cuanto disponían en el montante de la Reja, de una pieza muy importante: la Vertedera. Esta pieza sujeta a la Reja, que ya formará parte de todo tipo de Arados que en el futuro se fabriquen, es una plancha ondulada y ovalada, que hace, al incarse la Reja en el terreno, voltear la tierra, sacando a la superficie lo que la profundidad de la Arada permita y enterrando cuanto en la superficie se halle.

Más tarde vinieron a completar estas Artes del trabajo, múltiples variantes, como los Arados Reversibles, las Gradas y Cuatrisurcos, con cuatro más rejas, cuya misión se encomendaba cuando el movimiento de la tierra debía ser superficial, en labores de siembra para cubrir el grano o simplemente para limpiar pequeñas brozas de hierba ligera. Luego con la llegada de los Tractores, cuya potencia cada día es más feroz, estos Artilugios multiplicaron sus brazos y posibilidades a la hora de trabajar el campo.

H/ Todo esto, querida Madre, terminó a la llegada de estos monstruos de remover la tierra y como tantas cosas, solo parecen una ilusión pasada, ni Arar, ni Sembrar, ni Abonar se parecen en nada a los sistemas de hoy en día, pues como Tu bien dices, estas máquinas de finales del siglo xx todo lo engullen.

M/ El amor que antes se depositaba en el surco abierto, regado con el sudor del Labriego allá quedó en el tiempo y rápidamente en el olvido. Allá quedaron los almuerzos que la mujer preparaba de mañana y a buena hora, Ella o sus Hijos más pequeños, llevaban al Campo, donde el Amo de la  Casa, reposaría unos momentos, para resarcirse del cansancio, engullendo aquellas viandas de sopas o garbanzos según la hora y un torrezno sabroso aderezado con perejil y al tiempo dar descanso a los animales y quizás un poco de hierba y agua, para luego empezar nuevamente el monótono arrastrar del Arado.

H/ Dicho de esta forma, querida Madre, los sentimientos afloran y aunque ya no los podemos compartir, quedan bien reflejados en estos textos, ya que el trabajo de tantos años, era posible más por el empeño en llevarlo adelante que por el rendimiento que reportaba a nuestros Abuelos, más por el amor a los suyos que por que por el interés.

M/ Cuando tengas un poco de tiempo para pensar, te explicaré todavía cosas de este Pueblo, que al menos los Jóvenes de hoy no conocen y de tal reflejarás las que te gusten.

H/ Bien, pues otro día te pediré que me cuentes algo de la alimentación de antaño, cuando tan solo disponían de los medios propios de la tierra y esta siempre fue escasa en producir. Así pues, hasta otro día  Madre, que aquí dejaré la redacción y de aquí partiremos otra vez y me hablarás en primer lugar, el próximo.

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Día Octavo:

 

De las Norias del Vago Arriba.

M/ No hay mucho que decir de estos Pozos, que de manera especial se habían perforado, primero haciendo una Calicata para ver las posibilidades del futuro manantial, tres o cuatro metros  o quizás más de excavación, lo más reducida que la seguridad aconsejaba, en estas tierras de las Baqueras, el Vago Arriba, El Caño, el Secadal o las Fontanillas y que de siempre fue zona de manantiales a escasos cuatro o seis metros, que era la profundidad de todas estas perforaciones. Para la tierra de secano a la que pertenecemos, propia de la Sobarriba por otra parte, era ciertamente esta parte un tanto privilegiada y así como te cuento, fue donde los Abuelos debieron empezar las simas que les avisasen de un posible manantial que les permitiese cultivar unas pocas hortalizas para el consumo de la familia que desde luego, siempre era numerosa y necesitada. La verdad es que todo aquel trabajo ya de poco sirve hoy día, pues apenas un par de vecinos, eso sí con gran esmero, siguen labrando algunas heminas alrededor de los Pozos que han heredado.

H/ ¡Claro que sí, Madre! Eusebio y Amable desde el mes de mayo a octubre tienen a diario la ruta fijada y no solo eso, sino el trabajo que arar, regar y limpiar de maleza, les acarrea el cultivo de hortalizas de todas clases, que con la sabiduría que la experiencia da, laboran.  ¡Ha! ¿Y de qué buena calidad producen su cosecha Madre? escasa en productos químicos y sulfatos y tratados con abonos naturales, de los que ya me has comentado en otra ocasión, pero estas labores, como es de siempre tenido en cuenta, dan más trabajo que beneficio, se pone más ilusión que ganancia, más entusiasmo por la calidad que medida del tiempo empleado. Siempre fue así en estas tierras, cuya producción propia, siempre escasa, apenas si daba para pasar el año sin necesidades.

M/ Como te estaba diciendo, sobre los terrenos en que mayor profusión de Pozos había, cave destacar que no son terrenos fuertes sino más bien pedregosos y flojos pero que ciertamente mantienen bastante tiempo las aguas que reciben, por tanto son frescos y no necesitan gran cantidad de riegos, pues absorben con presteza la humedad. Así pues son terrenos buenos para los cultivos de patatas, legumbres y hortalizas en general.

H/ O sea, querida Madre, que las tierras de las Baqueras, Fontijable o el Vago Arriba, de secano por supuesto, escasas en apariencia pues Centenales las llamaban por tal, con un poco de agua se transformaban en las huertas de Solanilla.

M/ De esta zona se sacaban rendimientos al esfuerzo del manejo de la Azada la Pala o el Escabuche, que en otras tierras no se daban y que desde luego no todos los Vecinos disponían de tierras en esta zona y mucho menos de Pozos, como puedes suponer.  Mira, en esta zona que la memoria denota, tenían Norias: tu padre Dacio, el Tío Mateo, el Tío Damián, el Tío Nicasio, Tío Jilón, tu otro abuelo Jacinto, Abundio, el Tío Santos, Virgilio, el Tío Sergio y seguramente algún Vecino más, en la extensión de va, de las laderas del sur de la Cota, al lado de las Rutiellas de olvidado nombre, hasta el Secadal, límite al Reguerón que cruza el Canal de Arriola que discurre entre las Murias que dividen los Municipios de la Sobarriba y el Condado.

H/ Por cierto Madre, hoy es día nueve de mayo y Pili me recordaba anoche esta fecha, que este año ya no podremos celebrar y aunque nada tiene que ver con las Norias, debo escribirlo aquí para el recuerdo propio, pues Tu eres la protagonista  y por tu boca hablan las historias mismas que aquí se reflejan.

M/ Aunque ya no estemos los Protagonistas principales de estos relatos, no por eso debes de seguir intentando que ellos hablen por nosotros, por tanto adelante con cuanto recuerdes, que el resto nosotros lo dejamos escrito en cuanto os rodea y de lo que tendréis que aprender para el futuro.

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Día Noveno:

 

El Recuerdo de las Tejeras.

H/ Cuando de niños nos entreteníamos, jugando a las Canicas o al Guá, como decíamos nosotros, las Bolas que usábamos se rompían con facilidad, pues nuestros ahorros no alcanzaban para comprarlas en León y por tanto eran de fabricación propia y tan pronto se deterioraban, eran sustituidas por otras.

En el horno de la cocina o al pie de las brasas del fogón, previamente amasado el barro de la Jana, las Barreras o los Pozos, con las palmas de las manos hasta dejar una bola lo más compacta y enjuta, aunque su redondez dejase tanto que desear evidentemente, se introducían estos pequeños buñuelos de barro hasta su coción  y de la dureza conseguida en el proceso, dependería el aguante de esas bolas, en los envites de los compañeros, que en el feroz toqueteo de la competición hacia el Hoyo, tendrían que soportar, para conseguir finalmente introducirlas en el Guá.

M/ Has mencionado un Barro o mejor dicho unas tierras muy especiales, situadas en la parte Nor-Este del Pueblo, son en buena parte de una Arcilla, a veces rojiza y a veces de aspecto calcáreo, que por ende aquí abunda este elemento, filtrándose en los residuos del agua que bebemos. Pues bien, estas arcillas son muy compactas y propias para el juego que mencionamos y aunque áridas para la labranza y por tanto escasas en vegetación, aguantan rocosas las inclemencias del tiempo, lo que hizo, quizás durante siglos, que se emplearan en la construcción, para hacer Tapiales y en seguramente rudimentarias Tejeras, hacer lo propio, de este barro y seguramente Ladrillos para los Hornos de Pan, los pisos de alguna Cocina o algún menester para los más pudientes del Pueblo o sus Vecinos. Tal debió ser así, que aún se conservan hoy día pequeños huecos en estos parajes símbolo de lo que serían aquellos hornos de Teja, que nuestros Abuelos nos trataban de detallar y que ellos vagamente recordaban, dos de ellos al menos en la zona de los Pozos y que en sus inmediaciones se pueden reconocer, restos de aquellas incipientes industrias.

H/ Cierto es, que como dices, querida Madre, aún hoy se conservan en torno a estos angostos y ya superficiales pozos, restos de cerámica que testifican, lo que en muchos años atrás debió ser cierto, que según cuentas, que a la hora de hacer una Casa, prácticamente se autoabastecían, los Cantos rodados para los cimientos aquí siempre han sobrado, la tierra para los Tapiales y los Adobes de los que ya hablamos otro día, la Madera de Chopo, Roble o Negrillo, hasta los años cincuenta de este pasado siglo, siempre abundó para hacer vigas, postes, ripia para la cubierta, etc. y por lo que hoy me has contado, las Tejas para las cubiertas y con lo que suelen durar las bien cocidas, podríamos hablar quizás de que el agua de la lluvia de los años dos mil, sigue corriendo por las canales de algunas Tejas fabricadas, seguramente hace siglos, aquí en Solanilla.    

M/ Pudiese ser así, nada extraño sería, las necesidades y falta de recursos de transporte  yen general económicos explican los hechos relatados.

H/ En esta zona, en la parte más al norte, se hallan la dos únicas Bodegas perforadas en tierra, ya en muy mal estado.

M/ Sus dueños hace tiempo que no las usan, ni se deshacen de ellas en favor de alguien que realmente les interesase, ni las acondicionase y de esta manera su suerte, parece estar echada y su destrucción asegurada, ¡con lo que debió costar, al Tío Cruz y al Tío Solutor, picar aquella Arcilla tan consistente y que tan bien conservarían el vino fresco! ¡que tiempos aquellos!             

H/ ¡Que distintos eran! Si aún a nosotros nos cuesta trabajo reconocerlos.

M/ Si, Hijo si, y alguna necesidad, como ya hemos comentado, en la casa de algunas familias pero estas y otras cosas, ya te contaré el próximo día, que ya te encuentro cansado y tampoco tenemos tiempo para agotar.

H/ Bueno Madre, pues hasta que surja otro rato, que el tiempo nos lo permita y al menos yo pueda dedicarte unos minutos que Tu siempre mereces, por supuesto.

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Día Décimo:

 

Días de regocijo en la vida de este Pueblo.

M/ De tarde en tarde, Alforjas a hombros de la Caballería de cada uno, camino del Molino generalmente y dos horas de camino más o menos, el destino de cualquier viandante era León, la ciudad. Un poco de aceite, unas conservas de escabeche o un pedazo de buen bacalao desde luego, unas zapatillas, unas castañas y unas nueces en la época y tal vez todo ello acompañado de la necesaria visita al médico para ver cómo iba aquel dolor que no acababa de quitarse y que la mala vida que se llevaba, incrementaba sin remedio.

H/ ¿Siempre teníais que ir a León a comprar? Pues recuerdo de niño como venían, al igual que lo hacen hoy, vendedores ambulantes.

M/ Cierto es, que así de vez en cuando, venía el Tío Mirantes a vender pescado y ¡que pescado!,con su burro y una caja de chicharros o sardinas a cada lado del seco espinazo del animal, roído y empostillado por las rozaduras de las tablas que sobresalían de aquella Jalma amañada al caminar y un enjambre de moscas a su alrededor y como paño, para la limpieza se sus manos por si faltaba algo, las Serdas del rabo de aquel Pollino.

Y sobre el cuello del animal o entre las cajas, la Romana para la pesanza, cuyas muezcas desgranaban de cuarto en cuarto, el peso de aquel verdel de ojos mustios por el tiempo transcurrido desde su captura, ¡Dios sabe cuando! o los gramos que un kilo de sardinas contenía y que el ama de casa pagaba para saciar el apetito de la larga familia los días obligados de abstinencia y que no eran pocos al año, si la Bula de ello no les libraba.

También nos servían algo de ultramarinos, aceite a granel o enlata, toda ella de olivo y de muy buena calidad desde luego, azucar, chocolate, sal y pimiento para la matanza y el resto del año, alguna conserva en vinagre y en de Tino de madera, bacalao autentico de Escocia, algún par de zapatillas y poco más. En un carro y arrastrado por un caballo, ¿cuántos productos podía vender el Tío Manolo de Villaseca? ¿Y más tarde por los años de 1950, Ovidio el de Valdefresno, que logró comprar un coche de no se que mano y por los caminos de este Ayuntamiento, dejar las ruedas entre los baches, las piedras, el polvo o el barro, en su afán de “sacar un duro” que nunca logró. En los estribos del coche en marcha, montabais los niños, provocando rabia y algún otro desdén a su dueño, que nada podía hacer, mas que conseguir que el vehículo no se parase, tal era la velocidad que adquiría aquel vetusto automóvil, pionero eso sí, en pisar los caminos de esta Tierra de la Sobarriba.

H/ Así pues, la venta ambulante por aquí, hace muchos, muchos años que se practicaba, verdad Madre, pues a lo que parece, la cercanía a la Ciudad ayudaba a estar ciertamente abastecidos de lo necesario.

M/ Sí si, lo que solía escasear era el dinero, aunque esto no era novedad en muchas casas y así lo necesario, a veces se convertía en vital, de forma que otros ambulantes completaban este proceso, llamémosle de supervivencia en cadena, como en toda buena sociedad y como te contaré a modo de ejemplo, cualquier hojalata o aro de hierro u otro metal eran guardados hasta la llegada del Chatarrero, que periódicamente también llegaba y por estas chatarras se conseguía alguna cazuela, algún cubierto, una sartén u otro útil de cocina.

Generalmente en la Solana extendían sus mercancías y las Señoras de la casa acudíamos a ver si algún ajuar estaba al alcance de nuestras posibilidades y con aquella chatarra y alguna “Perra” que seguramente habíamos conseguido con la venta de un par de docenas de huevos o un buen Pollo, adquirir lo más imprescindible, pues este de siempre apreciado Pollo, sí que era de corral y en prueba que algún hambre  también le hubiese tocado pasar al animal, escarbando el estiércol del Corral, una y mil veces, hasta dar con el grano defecado en la boñiga de nuestras vacas.

H/ De niños todo esto nos divertía y no parecía en absoluto que fuese síntoma de estrechez económica, mas al contrario, día de cierta fiesta se reflejaba en el entorno de cualquiera de estos ambulantes.

M/ Ilusión de niño, que en aquellos tiempos de cortedad, se satisfacía con facilidad.

H/ Más Gentes se buscaban la vida al trueque de mercancías, pues esta forma de proceder, ya sabemos viene de antiguo, pero contamos tan solo lo vivido y aquí trato de reflejar cuanto tu me cuentas.

M/ ¡Pues escucha y te contaré!, de tanto poner al fogón aquellas primeras ollas y platos de porcelana y de recibir golpes por doquier, se perforaban y era en consecuencia, el Hojalatero quien taponaba aquellos poros a veces más que eso, con los remaches apropiados y si no, que se lo preguntasen a Sindo “el hojalatero” que era de Moral del Condado y que no solo hacía reparaciones como digo, repartiendo su tiempo por los Pueblos limítrofes y así era un ambulante más, sino que hacía nuevas Lámparas y Faroles que hoy son apreciados, Aceiteras, Candiles y otros utensilios generalmente para la cocina, propios de antaño y que por falta de posibles económicos, sustituían a otros de materiales más nobles, haciendo olvidar el viejo refrán por imposible “si buena es la hojalata, mejor es plata”, por pura quimera.

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Día Undécimo:

 

De la Salve  a la Virgen y otras tradiciones.

H/ No se, que pedirte, que me cuentes Madre, pues tu seguramente recuerdas tantas cosas que a mi se me han olvidado unas por el tiempo y otras porque nunca viví, de forma que no sabría proseguir estos relatos sin tu ayuda.

M/ Bueno, no tengas prisa, date cuantos respiros debas como vulgarmente decimos, pues es un defecto de los tiempos en que vuvimos que a nada conduce, llevando a todos a una carrera sin fin. Ya te contaré, cómo cuando yo era una niña las Gentes tenían tiempo para todo. 

H/ Es verdad Madre, cuántas veces lo repetimos, pero nada hacemos por remediarlo y así la sociedad nos arrastra, no disfrutando de las cosas de la vida.

M/ Hace muchos, muchos años, de las Gentes de la Ribera del Porma te hablo, desde Vegas a Villafruela y te digo esto como ejemplo de la concepción que del tiempo tenían aquellos hombres y mujeres, que cuando las necesidades les llevaban a tener que emprender viaje a la Ciudad, por supuesto en caballería o a pié, siempre tenían tiempo añadido para hacer un alto en el camino, en la Iglesia de Villalboñe y voltear las campanas.

H/ Se lo escuché muchas veces a Padre, al tiempo que una oración les unía en el recorrido según me contaba.

M/ Pues como te iba diciendo estas Gentes, que solían madrugar mucho, bien al alba hacían sonar las Campanas de la Torre, que en días de Feria duraba horas, pues al repicar de unos, se sumaba el de los siguientes y de esta forma los Mozos, que en aquella época eran una multitud, daban buena cuenta del acero de los Vadajos, haciéndolos vibrar en la cavidad de las Campanas, que unidos a ellas estaban, por un recio miembro de buey. No se de donde sacaban fuerzas, pues a veces lo repetían a la vuelta, haciendo bueno el refrán “hace más el que quiere que el que puede”

H/ Parece que nunca tuviesen prisa.

M/ ¡Arre burra, arre!, como en el Villancico, repetían una y mil veces la frase, ¡Vamos, vamos! ¡Ale, ale! que hay que abreviar el camino. Más adelante ...  ¡Buenos días Tío Patricio!, ¡Qué bien se ven a esos hijos! ¿ y Castor?, ¡se le ve sano como un roble!, ¡seguramente la próxima semana traiga algo pa moler!, aunque poco queda en la Panera, bueno poco es un decir, que poco ya era cuando estaba llena. ¡Ahora ya te dejamos que vamos pa la Ciudad, que aún nos quedan estos trozos de camino que se hacen eternos!. Así eran aquellos tiempos, cuando a las Personas, cualquiera que fuesen, el cruce con el vecino o aún con el desconocido, obligaba a un saludo y a unas palabras de amistad.

Y otra vez ¡arre, arre! camino ya de Villavente, que está próximo el Portillín y se unen otros viandantes, que desde más al sur, acortan su camino a través de Navafría o Villacil, procedentes de Santibáñez, Santa Olaja o Secos.

H/ ¿Entonces Madre, las Gentes de estos Pueblos viajaban también con frecuencia a León?

M/ Claro hijo, como te estoy contando, ellas también tenían necesidades y la Ciudad era el lugar más próximo para adquirir cuanto se necesitaba, al tiempo que el lugar más apropiado para dar estudio a algún hijo privilegiado, debiendo atender sus necesidades con periodicidad, lo que requería estos sacrificios, también como ya te he comentado ¿dónde íbamos a recurrir en caso de enfermedad, que no fuese a la Capital? y aunque esporádicamente el médico se acercaba a los Pueblos, era imprescindible algún desplazamiento, con lo penoso que a veces resultaba cuando teníamos que ir al hospital, por ejemplo o situaciones penosas.

Pero bueno, dejemos estos recuerdos que a nada conducen y te seguiré memorando los que merece la pena y de tal pequeña comitiva de Personas o de una en una en ocasiones, llegaba al Alto del Portillín. Un respiro se apoderaba de los transeúntes y por aquel camino y la senda que menos zigzagueante transcurría entre las lomas de la bajada, que los de a pié solían recorrer, el silencio se hacía y chicos y mayores en días despejados, fijaban la mirada al horizonte, divisando sin duda más erguida que hoy, La Catedral. Al fondo, a lo lejos la Virgen del Camino, motivos más que suficientes para rezar una ¡Salve!. Era un rito, una canción que hacía más fácil aquel descenso de los animales, los carros y las Personas.            León ya está a un paso. Dos, tres kilómetros, más o menos y las Posadas para los animales que había cerca de la Plaza Mayor y la Catedral eran tomadas por los que mucho habían recorrido y necesitaban de alojamiento.

El tiempo pasaba rápidamente para cuanto hubiese que hacer y pronto, casi nada más comer en alguna tasca del Barrio Húmedo o los alrededores, de nombre bien conocidas, el Besugo, la Gitana, el Descanso, Luisón y algunas otras, había que emprender regreso a casa, que el cansancio y la distancia de la vuelta, acortaban la tarde a paso rápido.

H/ Contadas así estas andanzas, en la distancia, parecen tan hermosas querida Madre y recordarlas en la distancia, causa sensaciones de placer.

M/ ¡No Hijo, no! Más bien penosas, pues como ya te he comentado en ocasiones, no se solía visitar la Ciudad por diversión y por tal eran espaciados los viajes que casi siempre fruto de las propias necesidades los hacían obligados, sin embargo si debe decirse que algún deleite, en pequeñas adquisiciones se conseguía, de forma que el viaje fuese provechoso con la compra de una tela para una bata o un mandil, unas zapatillas o una camisa para el mayor de los hermanos, que ya sería de provecho para el resto y cosas así por doquier.

H/ Vistas de esta forma las cosas, ciertamente no son tan agradables.

M/ En días de mercado, la relación con las Gentes de otros Pueblos de la Provincia, era de agradecer en las tertulias amenas, entre cereales o animales a las venta, allá bajo los soportales ya desaparecidos de Santa Ana, la Plaza del Grano (del Mercado) o la Plaza  Mayor, la Plaza del Conde, la del Mercado de ganado, donde cogíamos referencias del precio de los cerdos o los terneros, pues a lo mejor estaba parida la cerda de casa y convenía estar al tanto, para poder sacar un duro si la ocasión lo requería, pues la falta de ingresos, quizás para pagar la tierra que habíamos comprado, lo requería con apremio.

H/ Permíteme, querida Madre, dejar para otro día nuevos relatos, pues recordando algunas cosas que en mi niñez también viví, se nos ha pasado el tiempo y mira que hora es ya pues de mañana hay que iniciar la jornada a muy pronta hora.

M/ Ya se que esto te apasiona, pero tienes razón y por tanto lo dejamos ahora mismo, que bien se de tus labores y como de siempre se decía “hay más días que ollas” así que hasta mañana Hijo, hasta mañana.

H/ Bien sabes como dices, que estos relatos me entusiasman y me encanta cuanto me cuentas en estas veladas, pero ahora soy yo quien necesita el descanso y aunque lo describa más adelante, jamás lo olvidaré, así pues hasta cuando el tiempo me  permita unir a Ti mis pensamientos.

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Día Duodécimo:

 

La Luz.

M/ Mucho hemos hablado y de tantas cosas, pero siempre algo de lo vivido se queda en el subconsciente, que no por ser cosa normal hoy día, lo fue en años no tan lejanos.  Lo que ahora  damos escaso valor ordinariamente, cuando yo era una niña, recién estrenado el siglo xx, fue indiscutiblemente un gran avance para el bienestar de estos Pueblos y de cualquier otro, por supuesto.

H/ ¿Qué es tan importante Madre?

M/ ¡Pues verás! Yo tenía cuatro o cinco, por tanto no me alcanza la memoria después de ochenta años, pero te contaré, que los Abuelos en la austeridad de los primeros años del siglo XX nos susurraban al resplandor de las velas y los candiles, las reglas de las matemáticas o las cuentas del rosario en aquellas noches eternas y aquellas familias más pudientes, a la luz de los faroles de aceite el petróleo o el carburo, igualmente dictaban a sus nietos queridos, los cuentos de las “Mil y una noches” o aquellas poesías satíricas, que la juventud inventaba para inmortalizar las andanzas de la criada y el Cura o el Maestro al que sus alumnos trataban de sacar de quicio ridiculizando sus descuidos, claro es que a sus espaldas. Todo esto, que revestía un alo de misticismo propio de aquellas épocas, se transformó con el paso del tiempo y el día se hizo más largo, dando paso de estas formas de alumbrado que durante siglos debió usarse, a la llegada de una nueva visión de la realidad al contemplar las cosas casi idénticas día y noche, gracias a la electricidad. Los objetos de la casa, vieron sus primeras sombras, con  los resplandores de  las débiles bombillas de quince vatios, no más al principio, que pudieron ir instalando en aquellas cocinas de fogón y más tarde en alguna habitación. ¡Lo nunca visto Hijo, lo nunca visto!

H/ Me contó Ovidio no ha mucho, que a sus años posee una espléndida memoria, que esto de que me hablas empezó en el año 1923, lo que concuerda perfectamente con tus recuerdos Madre.

M/ Seguramente si y estos Pueblos de la Sobarriba debo añadirte, que fueron ciertamente privilegiados, al disponer en aquellos años, de este incipiente servicio en sus domicilios. Te contaré. El Tío Florentino de Barrio, cuya herencia económica debió ser grande y que es conocida por aquí, no lo fue menor si consideramos la del servicio al desarrollo que a estos Pueblos prestó y en su haber cabe el que  mediante un “salto”, de agua, al cruce de la carretera de Boñar por término de Ambasaguas, que arrastraba una  presa que del Río Porma tomaba, construyó una pequeña Central térmica, para la producción de energía eléctrica, que en aquellos tiempos empezaba a desarrollarse con escasos medios, muy primitiva ciertamente pero eficaz, en el término territorial de Ambasaguas. Debieron instalar tendidos de cable por toda la Ribera del Porma y también por la Sobarriba y así nos empezamos a comparar en algo importante, a los vecinos de la Ciudad. Cierto que entre las pertenencias del Tío Florentino y por tanto seguramente sus prioridades, estaba el Molino de Carbajosa, al que suministraba la necesaria energía para su funcionamiento y explotación y esto acercaba más los intereses de aquí.

H/ Cierto que la electricidad es algo insustituible en la sociedad de hoy y que en poca estima tenemos cuantos hemos nacido alumbrados por ella y que en esos años veinte del pasado siglo, debió suponer una verdadera revolución en todos los órdenes de la vida.

M/ En la calle de la Cruz, al lado del Caño de la Pozona, frente a la casa de Julián y Anuncia, en al solar que pertenece a Modesto, estuvo construido el primer transformador que repartía la energía procedente de Ambasaguas, por  el Pueblo de Solanilla. Años después construyeron otro nuevo tras el Alto de la Varga, en Fontevela, que creo servía para cubrir las necesidades de este Pueblo y el de Villalboñe. Más tarde y aún se conserva hoy, debió ser necesario construir otro inmueble en forma de Torreón de cinco o seis metros más o menos, en el Camino de los Pozos, en la actualidad pertenece a los hermanos Fidalgo, tras un acuerdo del Concejo Vecinal, hace ya bastantes años. Actualmente se cubre este servicio, desde unas instalaciones, sobre postes sencillos de hormigón, al lado de la Iglesia del Pueblo, en una parcela de Francisco Llamazares. La energía eléctrica, ya no viene del Curueño, los postes de madera de pino recocidos, fueron sustituidos por otros de hormigón y de hierro y los tendidos de hilo de cobre fino  por otros de más capacidad, para cubrir la infinita mayor necesidad de consumo, la Fábrica del Tío Florentino, terminó por engrosar  la empresa León Industrial y esta ser engullida por Iberdrola, pero a aquellos hombres les debemos mucho sin duda.

H/ Realmente siempre ocurre, que cuando conseguimos algo, del orden que sea, lo valoramos escasamente y así pasa siempre, antes y ahora, Madre.

M/ Hay más lugares en los aledaños del Pueblo de Solanilla, que aunque todos sus Vecinos  conocen, los más jóvenes no saben de los usos de antaño y como es lógico, el paso del tiempo y las costumbres borra. Mañana te prometo contar, lo hermosa y a la vez mortal que puede ser una flor, eso querido Hijo, será mañana.

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Día Decimotercero:

 

De los sinuosos Caminos de la Cota.

H/ No es una zona inmensa, quizás no tenga más de 10 ó 12 kilómetros cuadrados, no lo se, pero eso no le quita su interés agreste, su reserva durante siglos de leña para el fuego, pastos para el ganado y escondite para la caza, que entronca por el norte, con parajes de colinas de monte bajo, que no es desde luego de gran frondosidad, ni tiene especial atractivo por  su agrestividad, ni siquiera por sus especies forestales, pero no tenemos otra y si miramos hacia el sur, podemos considerarla un privilegio, al ser la última reserva en cientos de kilómetros, que separa el Monte, de la tierra de la Rivera o el Páramo.

M/ ¡Qué verdad es esto! Los Vecinos de los Pueblos de la Sobarriba que están más al sur, en ocasiones nos llaman a los de Solanilla o Villalboñe, los “del monte” y bien quisieran antiguamente haber tenido al lado, esta reserva de leña para los hogares, pues aquí venían a comprarla, si bien de donde se surtían abundantemente, era de las “suertes” del Pueblo de Villafeliz, cuyo monte es más rico que el nuestro, en producción de madera, en su mayoría de Roble.

H/ ¡Entonces, este monte! ¿para qué se aprovechaba fundamentalmente?

M/ Lo que hoy es abandono, por la forma de vida distinta y de la que tanto hemos hablado, le ha tocado de lleno a La Cota.

H/ ¡Muy abandonada está!  

M/ Nadie necesita lo que allí se produce, los Pastores de ovejas arriendan las tierras de siembra y nada aprovechan del monte, ni las hiervas ni la hoja, que en la antigüedad se podaba y recogía para pasar los días de lluvia y nieve, sin sacar los animales de casa. Las vacas hace igualmente muchos años que no visitan estos mismos pastos. Tan solo la Caza, es fruto rescatado de entre el Roble y la Estepa, que por cierto esta especie forestal, se está apoderando a pasos agigantados del terreno, por la desidia se los propietarios, haciendo de la nula rentabilidad, un riesgo cada vez mayor, de incendio. Sería trágico para la Cota, que algo así se produjera, por cuanto, las plantas de Roble que son su verdadero valor, se ven asfisiadas por la maleza, pues hoy día, nadie necesita la leña para el hogar, de ahí el desinterés y de otra parte, los últimos años han sido escasos en lluvia, lo que origina que las plantas crezcan muy lentamente. La Cota es un oasis al norte de la Sobarriba, que no da dinero a sus dueños, pero tampoco les perjudica, es reserva de Zorros y Jabalíes y el Lobo tiene guarida en tiempo de invierno con facilidad.

H/ ¡Madre!, ¿recuerdas las batidas que se daban cuando nosotros éramos unos niños?        

M/ Los lobos, en alguna época de antaño, proliferaban por estas tierras desde la montaña y hasta bien entrada la meseta, el hambre les hacía ser ese temible animal de los cuentos. No era extraño por tanto, que abundasen en este extremo de vegetación que mantenía La Cota.  Así esta aversión a estos depredadores  removía los ánimos de niños y mayores, cuando periódicamente, de Pueblos Vecinos más al norte, venían a “pedir para el lobo”con un animal abatido, paseándolo a lomos de un equino o a hombros de los mozos por las calles y recogiendo cuanto el Vecindario les ofrecía, unos huevos, unas monedas, etc. etc.  Toda esta parafernalia de la época, era corroborada por la matanza de ovejas en el campo y en los corrales, tal debía ser el apetito de aquellos sanguinarios lobos. Es muy cierto que todos los años, al Tío Cruz le llevaban alguna oveja y también alguna burra sucumbió en las fauces de estos animales, que no reparaban en las cercanías del Pueblo, cuando de robar el mejor ganado a sus dueños se trataba.

H/ ¡Claro, la proximidad de la Cota atraía a estos animales sin duda!

M/ ¡Mira Hijo! En esos versos que escribiste, dedicados a la memoria de nuestros Mayores, hablas de la Flor de la Estepa ahora que recuerdo, pues es cierto que mucho cuidado debía tener el Pastor, para que en los días de floración de esta mata cistínea, no entrase ovino alguno en la Cota, en la que abunda como hemos dicho, pues la ingesta de los brotes y la flor, eran mortales para los animales, pues les producía un “tapón” en su aparato digestivo, que no eliminaban.

H/ ¡Pero la estepa también se aprovechaba!

M/ Hasta que se dejó de amasar el pan en cada casa, la estepa era una leña apreciada por las calorías que desprende, por tanto se recogía como la demás leña, con cuidado y tanto sus ramas como su cepa eran apreciadas.

H/ Como es sabido, nuestra tierra es de secano, pero cuando el tiempo es propicio y llueve o nieva, se forman pequeñas lagunas por doquier y de esta suerte, en lo más alto de la Cota se aglomera en los inviernos el agua suficiente para formar una pequeña charca, que de siempre se refirieron a ella nuestros abuelos, como “la Laguna en medio”y es centro de vida de liebres, conejos y aves que crían en estos parajes y que beben en ella mientras conserva la humedad suficiente, que llegados los meses de estío, lo mismo que se llenó, se va.

M/ Sin suda que de hemos hablado bien de la Cota y lo merece, aunque cuando los Padres de antaño querían asustar a los pequeños, también la Cota era lugar común y así se amenazaba con... ¡te llevo pa la Cota! si no eres bueno o no comes los garbanzos. O, ¡ves allá a lo lejos el lobo, entre las matas de la Cota!... Si no bienes ahora pa casa, vendrá por ti. De todas formas, lo que siempre estaba claro, era que S. Esteban, Sto. Tirso, S. Blas y Sta. Águeda, pasaban el año “tras la Cota” entreteniéndose preferentemente en juegos de cartas, a la espera de que el calendario cumpliese las fechas, en que debían presentarse en sus respectivos Pueblos, para la celebración de sus onomásticas y el alborozo de chicos y mayores.

H/ Sin duda la Cota fue siempre lugar un tanto misterioso, como todo monte que se precie, donde algo de leyenda viene bien para su realce.

M/ Antiguamente eran muy dados a la mitificación de la realidad, pero esto formaba parte del ser de la sociedad de siglos atrás y la Cota lo ha merecido siempre, por ello debe quedar reflejado, que lo recibido de nuestros mayores, siempre te he dicho, debe conservarse, real o ficticio. Si algo más se me ocurre te contaré otro día, que ya es tarde para ti aunque a mi, se me hace el tiempo, nada. Así que lo dejamos ya por hoy, querido Hijo.

H/ ¡Si Madre, si! Hay más días, como decimos, para el afán.

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Día Decimocuarto:

 

La Herencia recibida.

M/ Las Gentes de antes, siglos atrás, eran además muy trabajadoras y aunque con otra concepción totalmente distinta de la propiedad, tenían muy arraigado el sentir de la pertenencia de la tierra y a ella misma, no solo como algo privado, sino en lo que concernía a las posesiones Públicas y al arraigo, como forma social de la pertenencia al Pueblo y a la ascendencia recibida, de igual manera que sus habitantes, siempre han considerado la dignidad de su procedencia y así lo han defendido. De esta forma de concebir entre otras, las formas económicas de la producción, debía partir la defensa a cualquier precio las herencias recibidas de sus antepasados, tal es así, que es una buen explicación del por qué nos han llegado a nosotros, bienes que de otra forma no hemos merecido y que se escapan de los posibles actuales y de las actitudes, en la concepción de la pertenencia de la Propiedad.

H/ Si no te he entendido mal Madre, ¿quieres decirme,  que lo que tenemos Propiedad del Pueblo, ha sido gracias al esfuerzo y generosidad de nuestros Abuelos?

M/ ¡Está muy claro Hijo, está muy claro.! 

H/ La manera en que tratamos las cosas en la actualidad, no favorece la posesión de Bienes Comunes, desde luego.

M/ ¡Ya!,.... pues aparte de los orígenes de las Propiedades, que en la mayoría de los casos, nos son desconocidos, lo cierto es que ya desde hace muchos, muchos años, esa herencia ha ido mermando, en cuanto a posesión de tierras se refiere, pero no es menos cierto, que a medida que la sociedad fue cambiando, las prioridades del Pueblo también lo hicieron y en casos puntuales, las tierras fueron permutadas por otras posesiones no menos valiosas que lo justificaban. Ya nos hemos referido en este sentido, al reparto de tierras para construir la Escuela, dando prioridad con muy buen sentido, al saber antes que al tener. Otro ejemplo, fue la construcción del edificio de la Casa Rectoral, compensada con algunas posesiones que la hicieron posible y quizás antaño otros cambios justificaron la actuación de aquellos Vecinos, que al igual que hoy, fueron evolucionando, en el sentido de anteponer valores sociales, a la sola explotación agrícola y aunque este edificio no es propiedad del Pueblo, de él se beneficia.

H/ Lo cierto querida Madre, es que ahí están unas propiedades, que de siempre este Pueblo de Solanilla a disfrutado, no algunas de ellas como quisiera, precisamente a causa del personal interés de ajenos, pues a veces la Tradición  se retuerce y las costumbres, que los Abuelos transmitieron con generosidad, se intentan  consolidar en beneficio propio, pero este Pueblo ha sabido defender aquellas posesiones, de todas formas bien heredadas.

M/ ¡Sin duda que sí.!

H/ ¡Y de tal suerte debe  seguir siendo, creo yo.!

M/ Estamos en el 2004, y tu sabes mejor que yo lo que el Pueblo posee.

H/ ¡No es gran cosa Madre!, pero cada cual debe respetar lo de los demás y así Solanilla tiene lo que ha heredado y como se dice, es cuanto debemos dejar a los que nos sucedan  mejorándolo si fuese posible, para el futuro.

M/ ¡Ahí está el edificio de la Escuela y el huerto trasero propio! ¡Un terreno al lado de la Iglesia y una parte ampliada del Cementerio, siendo Presidente del Pueblo, Eusebio Puente!

H/ ¡La antigua traída  de agua de los Pozos, de la que se abastecen en la actualidad las Fuentes del centro del Pueblo!, ¡el Caño, de tan larga tradición ya comentada y distante del Pueblo largo trecho!

M/ ¡Campalgo! Y ¡Villanavajil o los Ardones!, que de ambas formas se llaman, según las costumbres rezan.

H/ ¿Y los Valles?

M/ ¡Desde luego!, ¡el Valle Grande, Fontijable y Navajil, cuya valía se fortalece, al disponer cada uno de ellos, de una fuente propia!

H/ ¡Nos queda la Panera y el único parquecito en el centro del Pueblo para los niños!

M/ ¡No te olvides querido Hijo, del Polideportivo, que aunque un poco abandonado, es el lugar más bonito de los alrededores de Solanilla, gracias muy especialmente a tu Hijo Toño!

H/ Lo que El ha hecho estos años, por conservar las plantas de multitud de variedades, merece un capítulo aparte desde luego, Madre. Hace unos cinco o seis años, solicitamos a la Exma. Diputación de León unos árboles para allí poner y entre Julián y yo hicimos las fosas necesarias para su plantación y dos o tres años sucesivos seguimos reponiéndolos y Toño desde entonces, mima esos árboles cada día, junto con muchos más que él ha plantado, los poda, los riega  y procura que personas y animales los respeten. Quién diría que las Barreras, un erial en el que tan solo crecían alguna que otra Ilaga, tenga en la actualidad variedad de arboleda, aún joven todavía, alrededor del campo de deporte y el pozo artesiano, del que se abastece de agua el Pueblo de Solanilla y sean las Barreras poco a poco, un lugar apetecido para el paseo, que merece seguir cuidando.

M/ Pero como ya hemos caminado lo bastante por hoy, por los campos de Solanilla, aunque solo sea con el pensamiento, es hora de dejar la mente reposar y dejar para más adelante otros menesteres que relatar debiéramos.

H/ ¡Según desees Madre! Algún otro día conversaremos de los quehaceres a que obligaba el vivir en estas tierras y para que no se me olvide, el próximo debemos hablar de la alimentación de nuestros Abuelos y el ¿por qué eran tan fuertes para el trabajo, sabiendo que su comida se reducía a pocas cosas?

M/ ¡A pocas cosas, pero sanas desde luego!

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Día Decimoquinto:

 

De la Matanza.

M/ Es otro día y si te apetece disponemos de unas  horas para continuar la conversación que interrumpimos tiempo ha, sobre los hábitos o más bien posibles de subsistencia de las familias de la época de que hablamos, tan pocas cosas, que si dejamos aparte la cosecha de Patatas, los Garbanzos, alguna Alubia, algo de Hortaliza, berza o lechuga, el resto del sustento debía estirarse a todo el año en lo posible, pues se componía ciertamente de lo escasa o  abundante que fuese la Matanza, que en cada Casa se pudiese realizar. Claro que la desigualdad de las  familias era mayor que en la actualidad, los posibles económicos por tanto, radicalizaban las clases de los pudientes frente a los pobres y así había quienes todo el año disfrutaban de un caldo condimentado y quienes no.

H/ ¡Que rico estaba el Tocino cuando éramos pequeños! No porque todo lo de antes fuese mejor según el dicho y que suele ser solamente fruto de la añoranza lo que provoca esa expresión y por tanto muy alejada de la realidad de lo vivido en otros tiempos, si no porque realmente la alimentación se fundamentaba en los productos del cerdo, animal que se saciaba con lo que de  la tierra salía, sanos como la Sobarriba misma y de los que en consecuencia se conseguía una excelente matanza, a más de la escasez de otros medios de vida que por supuesto eran imposibles de adquirir.

M/ ¡Escucha Hijo! Hace unos cuantos años ya, allá por el principio de los setenta y valga solo como anécdota de lo que te voy a hablar, en una ocasión tu Padre, envió a los Primos de Madrid una pierna trasera entera de Vaca, curada al humo como aquí siempre se hizo, para disfrute de los clientes de su recién abierto restaurante, pues en conversación el anterior verano en sus vacaciones, se lo había prometido, si allá llegaba Una vez llegada la época de S. Martino, cumplido el encargo y enviado a su destino, no tardó tu Padre en recibir noticias. !Tío Dacio, necesitamos que nos cures más piezas!  ¡dicen mis clientes que esta Cecina es extraordinaria! ¡Se la comen mejor que el pan! ¿De donde es?, preguntan quienes la prueban.  Mucho les debió gustar a los Madrileños aquella pierna de vaca bien curada, no por méritos seguramente, pero en esa ocasión bien sabrosos los resultados, tu Padre les contestó: ¡No, no,  me comprometo, queridos sobrinos! ¡Esta pieza salió bien, pero nunca he curado una pierna así tan grande y seguro que otras se estropearán si lo intentamos, además no estamos acostumbrados a preparar la cecina, sería seguramente un fracaso si lo intentamos pues  nuestra matanza siempre a sido de lo más humilde! ¡No tenemos preparativos, ni siquiera experiencia, ni tampoco sitio para cuanto me dices! No, no puede ser.  

H/ ¡O sea, que como dices Madre, aquello solo fue una anécdota!

M/ ¡Solo una ventura que salió bien, pero nada más!

H/ Yo no recuerdo de niño, matanza alguna de Vaca en nuestra casa y solo oír que, en raras ocasiones, algunas de las familias más pudientes, aquí en este Pueblo, mataban un “cuarto” o tal vez “media Vaca” con algún familiar o vecino, lo cual traía en consecuencia, haber hecho unas buenas Riestras de Chorizo, las Morcillas correspondientes y el resto de Viandas que el Cerdo aporta a la Cocina de Horno. Hoy no nos extraña pero antes la falta de medios lo hacía inviable.

M/ Es que además, querido Hijo, la matanza del Cerdo, era el ritual más preciado que en casa del Labrador podía hacerse y era sin duda una acción de gracias por el animal criado, que se iba a sacrificar, para servir de sustento a la numerosa familia, que por lo general vivía en cada casa.

H/ ¡Lo cuentas querida Madre, como si eso así fuese!

M/ ¡Escucha y luego me dirás! Si había una cerda de cría en casa y había parido su “camada” se escogía uno o quizás dos “lechones” y el resto, de haberlos, se vendían, según en alguna ocasión hemos comentado, ¡baste para tapar algún roto! ,y de esta forma irlos alimentando con esfuerzo durante todo el año y si así no fuese, hacer un esfuerzo y comprarlo, de alrededor de dos meses de edad más o menos, pues lo que pareciera  de todo punto imposible sería comprar un Cebón a punto para ser sacrificado y que convenía que fuese de peso, pues tiempos atrás no importaba nada el colesterol. Las labores de la tierra no producían tal cosa, ni tampoco “petrina” a sus Amos, por tanto el Cerdo debía estar todo un año al menos en la cochinera, considerándolo adecuado, cuando pesase lo suficiente, para aguantar el “Puchero” de todo el año siguiente.

H/ ¿Y cómo solía ser la alimentación de los animales, allá por los años de tu niñez si recuerdas?

M/ Los primeros meses de la crianza el Cerdo pasaba escasez, no solo en cantidad si no en la calidad de su alimentación, pues se solía decir “que había que tirar” refiriéndose al tiempo que quedara para el engorde del animal. Ya finalizando el verano, era cuando el pienso generoso salido del cereal, centeno, trigo, algo de cebada, alguna algarroba o veza, se mezclaba con las últimas patatas que el año anterior hubiese dejado aún sin consumir, que sin duda no debieran ser muchas, pero así aumentando la ración  en dosis suficientes, ese Cerdo iba cogiendo peso. En alguna ocasión y cuando en la Cota, el monte del que ya hemos hablado, se hacinaban las Bellotas bajo las matas de Roble, también recogíamos algunas para su alimentación, lo que sin duda repercutiría en la calidad de los productos derivados de ese cuidado animal, que no debería de tener menos de un año, a la hora de su sacrificio.

H/ En un Pueblo como Solanilla, ya a penas si quedan media docena de Vecinos que sigan haciendo la matanza entrado el siglo XXI y cada día los medios son menores y la gente joven, ni sabe ni tiene intención de ello, pues además es más fácil comprar en la tienda que hacerlo, aunque luego nos quejemos todos de la calidad de los productos que comemos.

M/ Al contrario que en la época pasada, hoy en día se consume más cantidad de animales vacunos, que llevados al matadero, se preparan para la congelación y aunque alguna pieza de carne se cure al humo, no es necesaria toda la parafernalia que conlleva el sacrificio y aprovechamiento del Cerdo. Del Cerdo se aprovecha todo Hijo y así el sangrado debía hacerse con un cuchillo de ciertas dimensiones y no solo eso sino que la Persona que lo realizara y aún lo hace, tener el tiento y aplomo necesarios para ello a fin de que la sangre fluya del animal lentamente y pueda recogerse  la suficiente, removiéndola al par para la posterior utilización en las Morcillas que se considerase hacer. Una vez muerto el Cerdo, emprender con el Cuelmo de los mejores Centenos preparado en haces en el verano y prendido por sus bases, el chamuscado de las Serdas con esmero, zigzagueando las llamas del Cuelmo con tiento, hasta que la piel empezaba a empollar, luego se limpiaba la piel con el corte de algún cuchillo u otra herramienta de raspado, hasta considerar aceptable la higiene de la piel del cerdo, para a continuación arrastrar al animal hasta el Banco de la matanza, útil tosco habitualmente, pero resistente y con la ayuda de varias personas alzarlo encima.

H/ ¡Y luego!

M/ A continuación se procedía a lo importante y que debía realizarlo alguna Persona capacitada para ello. Deberán de lavarse las Tripas que habrá que utilizar para el embutido, a parte de otras que se pudieran adquirir en el mercado si las propias no eran buenas o la cantidad insuficiente y también limpiar las partes del Botillo y otras del aparato digestivo y con el agua que previamente se hirviese en algún recipiente o caldera grande, descalzar las Pezuñas del Bicho, así  llamado cariñosamente, trabajos estos que se realizaban de inmediato, una vez puesto el animal en el Banco, empezando por abrirle de arriba abajo por el vientre y extrayéndole con acierto los órganos mencionados y el resto como el corazón, los livianos etc, etc.

H/ Y todo esto llevaba su tiempo y dado que los meses de la Matanza son los de la entrada al invierno y ya las labores del Labrador en las tierras de labranza, en épocas pasadas de las que me hablas, debían ser escasas por las inclemencias del tiempo, considero querida Madre, que deseaban llegasen estas fechas y las debían tomar con gran ilusión y de esta manera poner en ello todo el esmero y el resabor, en lo que iba a ser sin duda, la base de la alimentación de la familia. 

M/ Desde luego, repartidas las vísceras extraídas, en las Artesas previamente dispuestas, lo primero era colgar de una biga generalmente lo que siempre se llamó la Canal del Cerdo y dejar un día al menos, que la carne enfriase.

H/ ¿Y para qué era o es necesario el enfriamiento?

M/ Te diré Hijo, nosotros no fuimos expertos como ya te de dicho en ocasiones en las Matanzas, pero hay cosas que la tradición te dicta y esto entre otros beneficios trae, el que a la hora de cortar la carne, según te hablaré enseguida, esté mes rígida, con lo que se seccione mejor y las piezas de ella queden, no solo de buena presencia sino más aprovechables.  El Estazado es importante, por cuanto cada una de las partes del cerdo debe aprovecharse y el Jamón quedará presto para la salazón y posterior curado, el Tocino y la cecina de idéntica manera, el Lomo, las Costillas, la Cabeza y hasta la ultima de las entretelas, se aprovecharán si quién realiza esta labor de la Estaza sabe su hacer. La Cocina de Horno, con campana amplia para que el humo salga al exterior en días de Cura, debe limpiarse y restablecerse los palos sobre los que se colgarán lar corras de chorizos, las de morcillas, los huesos de costilla y el espinazo, los jamones más tarde una vez salados y prensados sobre unos zarzos o el propio banco de Matanza.

Unos cuantos días atizando el rescoldo, sin hacer demasiado fuego, para no esturar la delicada piel de la Matanza colgada y de nuevo el traslado de esas longanizas y el resto de piezas curadas, generalmente a alguna Panera al resguardo de ratones pícaros, donde el fresco corra y la humedad no aletargue ni enmohezca esas carnes que habrá que empezar sin duda a dar, como se dice, “buena cuenta de ellas” prontamente.

Así querido Hijo, se pasa el invierno y una vez cebadas las parejas de vacas habrá que empezar a Relvar alguna tierra y por tanto será la hora de entrecocer algún chorizo sabadero para las Diez

H/ Realmente me has dibujado una estampa hermosa, en la que se mezclan las ilusiones con las necesidades, el tener ese animal a punto del sacrificio con el saber rehacer cada año ese proceso de la Matanza y su conservación, para dar de comer a esa Familia, en muchos casos de no menos de seis u ocho personas, cuando no más y como hablando de estas faenas se me están “poniendo los dientes largos” aunque no sea la hora, dejaremos para mejor tiempo otros relatos.

M/ A tu parecer Hijo, que yo ya lo tengo todo echo y sabes que no necesito más que el recuerdo para vivir, igualmente que todo lo relatado que da sentido al pasado, así pues el tiempo lo mides tu y por tanto solo tiene el valor que tu le des.

H/ Te comprendo bien Madre, te comprendo o... más bien es difícil de entender hasta que ocurre pero lo rememorado tiene valor según me has dicho tantas veces, por lo que seguiremos abundando en lo que a este Pueblo le perteneció.

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