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Día
Primero:
M./ Ahora que mucho tiempo
tengo de pensar en el pasado, quisiera querido Antonio, contarte cuanto me
acuerde, de la vida de este Pueblo de Solanilla, que la vejez me está
encorvando y no obstante ser testigo de ella quisiera para el futuro,
antes que la mente me falle más de lo debido, que lo más preciado de un
Pueblo es la memoria de su pasado y el orgullo de su nombre.
H/ ¡Oh!, muy bien mi
querida madre, empieza pues cuando quieras y relátame todo aquello que
merezca tu consideración, que así pienso dejar constancia de ello.
M/ Aunque la distancia en
el tiempo nubla las cosas, no es menos cierto, que las limpia y hace que
solo brille lo importante que para el futuro es. Te hablaré pues:
Del
Monumento.
Así, trataré de rememorar
acontecimientos, que de una manera u otra movieron los sentimientos de
este nuestro Pueblo. Empezaré pues por algo, que transmitido hasta
nuestros días, ya conoces: la llegada al Pueblo, del Monumento, que así se
llamó lo que a continuación te mencionaré.
H/ Bien madre, eso ya sabes
que lo conozco un poco y seguramente entre los dos, dejemos mejor reflejo
de ese grupo de pinturas que lo componían siete lienzos, en torno a la
Sagrada Cena, traídos expresamente para ser instalados en la Iglesia de
Solanilla, justamente delante del altar mayor en la Semana Santa,
contribuyendo de esa manera , a la escenificación de los actos religiosos
según los sentimientos de la época.
M/ Claro hijo, debieron
instalar unas poleas en el techo de la Iglesia y en el suelo unas
argollas, para izar los lienzos, en los que se representa. La Sagrada Cena
en el centro, delante de ella los cuatro Evangelistas justamente encima y
a los lados los Profetas Isaías y Jeremías. Estos lienzos se enrollaban
sobre los soportes de madera preparados al efecto y una vez terminados los
actos de la Pascua, se recogían, apoyándolos en los laterales del templo,
hasta el próximo año.
H/ ¿Es por eso madre, que
se han deteriorado tanto y hubo que repararlos, para poder verse?
M/ Desde luego que sí, no
había un lugar adecuado para su conservación y seguramente, este trato
inadecuado, aceleró su deterioro y más en estos años últimos, más de
veinte de inactividad.
H/ ¿Sabes que me contaba,
no hace mucho Benito? Dice oír a su tía Maria, que siendo Ella una niña,
recordaba cómo fue recibido el Monumento, en medio de fiesta, con gran
volteo y repique de campanas, si bien tampoco Ella sabia el motivo y el
por qué de esta creación pictórica, ni quién lo mandó construir.
M/ ¿Y quién fue el autor de
esta obra, hijo?
H/ Alberto Fernández fue,
quien en los locales, que la Catedral de León disponía, en los albores de
1900 lo hizo, seguramente ayudado por todo un equipo de los que fue
Maestro de taller y progenitor de una conocida familia leonesa que no
mencionaré.
M/ Fue una pena que se
quemase el lienzo de los Evangelistas, por un descuido seguramente.
H/ Claro que si, espero que
los trabajos realizados en 1997 estén muchos años expuestos en los
laterales de la Iglesia, lo que a mi, querida madre, sabes me produce
especial regocijo, por ser autor de la reconstrucción de una pequeña parte
de esa historia que empezó, según reza, en el año 1902.
M/ Me vienen a la memoria,
en este instante, aquellos días de la Semana Santa, en que se rezaba y se
escenificaba el Calvario y lo que a los chicos os gustaba, hacer sonar
carracas, matracas y carracones, con los que retemblar cuanto en la
Iglesia se encontrase, los mismos instrumentos con los que se llamaba, por
las calles repicando, a los actos religiosos hasta el día de Pascua.
H/ ¿Qué mas cosas recuerdas
haber oído de aquellos años?
De la Escuela.
M/ Escucha, escucha,
Antonio. Pocos años después, aunque no se exactamente, pero sí en la
primera década del siglo xx, se construyó un edificio que algunos bien
sabéis el esfuerzo que os ha costado, el que se mantenga en pié y en el
que tantos aprendimos las cuatro reglas que se decía antes.
H/ Entonces madre, ¿tiene
ya un siglo la escuela, porque de ella me hablas, verdad?
M/ Sin duda, cercano ya,
debe estar el año de su centenario, aunque lo único que recuerdo es oír a
tu abuelo Jacinto, que se construyó, siendo El presidente del Pueblo y muy
joven y que la financiación de las obras se hizo, repartiendo las tierras
que hoy se conocen entre la Jana y la Cota. El reparto para la labranza,
del que se sacaban las rentas necesarias, se destinó como definitivo para
sus adjudicatarios, pasando a su propiedad, las fincas que a sorteo se
dieron. El primer maestro que tuvo el honor de dar lecciones, en esta
escuela, fue D. Toribio, luego lo haría D. Benito que era de aquí, mas
tarde vendrían............hasta que se cerró la escuela por falta de
niños. ¡Quién lo diría, cuando íbamos más de cuarenta en mi niñez !
De
la Casa Rectoral.
H/ La verdad madre, que eso
si que parecería un Pueblo y sin duda que esa época de los años veinte en
adelante fue próspera, al parecer.
M/ No cabe duda que sí. Si
quieres y ya para terminar por hoy, que estoy muy agotada, te diré que en
aquella época, se construyó otro edificio, que estos años estáis tratando
de recuperar; la Casa Rectoral, donde está el bar y que tan buenas horas
nos hizo pasar, desde los años 60, en que nos reuníamos allí, buena parte
de las gentes del Pueblo cada anochecer, para ver algún programa o
concurso, en la única televisión que hubo durante bastantes años, en el
Pueblo y el bar, en el que los hombres, sobre todo, jugaban la partida o
se tomaban unos vinos, reemplazando así los lugares de reunión y cambiando
poco a poco la forma de convivir.
H/ !Madre, pero tengo
entendido, que esta casa se construyó para el Párroco del Pueblo, o no es
así¡
M/ ¡Claro, por supuesto!,
la construyó o la mandó hacer Tío Joaquín, a cambio de algunas tierras y
de la casa que está en la c/ .Los Prados, nº 6 hoy día.
H/ ¡Y buena vivienda hizo,
madre, buena vivienda!
M/ ¡Desde luego que sí !
H/ ¿Te acuerdas, que
contaba padre, que recién estrenada la casa, se reunían muchas tardes, los
sacerdotes de los Pueblos cercanos y se les oía discutir acaloradamente en
torno a un vaso de rica mistela, si la Sota era o no, la culpable de haber
perdido la partida ?
M/ La casa poseía una
hermosa cocina de hornilla y la despensa del Cura no debía estar vacía y
hasta servicio tenia en la planta superior, que daba acceso directo al
establo del caballo. Bueno ya está bien por hoy, que tu tienes que
madrugar y yo la lengua reseca y hay más días para el afán.
H/ Hasta mañana pues,
madre.
M/ Hasta mañana.
Día
Segundo:
De los Manantiales
del Pueblo.
H/ ¿Cómo te encuentras hoy
?
M/ Como siempre, hijo y más
cansada, pero estos días cuando nos faltó el agua, me vino a la memoria el
primer intento que acometieron en época de tus abuelos, de sacar agua, en
el centro de la Solana. Trajeron un pocero y mucho lo debieron intentar,
pero sin duda el agua no estaba al alcance de aquellos medios y si bien
perforaron mucho, en cuanto encontraron roca se les atascó la "machina",
dejando la obra sin terminar y otros fueron quienes tuvieron que sacarla,
según cuenta Ovidio, desistiendo al fin, con lo que debieron seguir las
mujeres, porteando las ropas hasta el Caño o ayudadas de los animales de
carga, generalmente burras, que en cada casa había.
H/ ¿Pero, según está de
lejos, madre, llevaban mantas y toda clase de ropas?
M/ ¡Claro hijo, claro
cuánta ropa se necesitase lavar! ¿Y no recuerdas que os traíamos a los
niños el pan del Mirmillín? Con él, os entreteníais como si de pan mágico
se tratase, pues se criaba, según la tradición, en la fuente del Caño.
H/ ¡Si me acuerdo, si! Mira
que éramos inocentes y lo comíamos con verdadera ansia. Ese agua desde
luego, ¿siempre fue muy buena, verdad? ¿Y siempre estuvo esa fuente bien
arreglada?
M/ Así es como tú le
conociste, pero a continuación te contaré que cuando yo era una niña y
ayudaba a tu abuela en las labores, el Lavadero y la Fuente eran de
piedras sueltas y con las tablas de lavar, apoyadas en ellas, incadas las
rodillas hasta hacernos heridas y ayudadas por un panal de jabón,
frotábamos las ropas, que una vez lavadas, debíamos traer hasta casa. La
fuente y el lavadero se acondicionaron y se hicieron de cemento por el año
1940, lo hizo el Pueblo, en Hacenderas, dirigiendo las obras el Tío
Molleda y siendo Presidente del Pueblo el Sr. Gil (Tío Gilón). Fracasado
el pozo de la Solana y como cada día se hacia mas duro este trabajo de
tener que desplazarse más de un km. para lavar, siendo presidente del
Pueblo el Tío Esteban, ya hace más de 40 años, acordaron en concejo, traer
el agua de esa fuente hasta el pueblo, pero lo que ocurre cuando prevalece
el interés de unos pocos y convencidos los mas influyentes se pusieron a
picar en el lugar denominado Los Pozos, desestimando el agua del Caño, que
es sin duda mucho mejor y más segura en cantidad, aunque también más
lejana. Como te digo, se trajo el agua de los Pozos hasta la Solana,
dotando el servicio de un caño para coger agua, un bebedero para los
animales y distante unos metros de este, un lavadero para sustituir el del
caño mencionado, que tantos años sirvió al Pueblo y donde hoy están las
dos fuentes. Como sabes, hace ya cerca de 20 años, siendo Paco, Presidente
del pueblo, se hizo la acometida del agua, a los domicilios particulares,
agua que se aprovechó hasta que en el año 2000, se sustituyó por la actual
del pozo artesiano, que se hizo en las Barreras.
H/ ¿Sabes madre, qué me
viene a la memoria ?
M/ ¡Qué hijo, qué!
H/ Mientras me relatabas
estas cosas, pensaba cuán escasa y costosa es el agua en esta tierra
nuestra y cuánto debemos mirar por ella, pues fíjate madre, que no ha
habido nada en el Pueblo que más haya sido objeto de interés, según me
cuentas y cada día nos preocupamos todos para que no se malgaste, pues es
muy alto el precio que por ella debemos pagar. Pero volviendo al
principio, ¿Cómo hicieron la obra de los Pozos, te acuerdas ?
M/ Eras tu un niño, ¡claro
que me acuerdo! todos los vecinos en hacenderas, trabajaron mucho a pico y
pala. Fue en 1954 la primera vez que picaron, primero una "calicata",
luego comprobado que había suficiente agua, hicieron una zanja más amplia
que rellena de cantos, servia de depósito, para el agua que, mediante una
tubería de gres, se condujo hasta la Solana, como te dije anteriormente.
Hubo una segunda excavación, años después al mermar el manantial, secando
incluso las norias cercanas. En esta excavación se añadieron tubos de
hormigón como drenaje y más tarde, instalaron una pequeña bomba que subía
el agua al depósito que construyeron en la Jana y así como también te
dije, se hizo la acometida, en medio de no poca polémica, no creas.
H/ Como el agua, ya veo ,
es tema difícil de resolver desde siempre, mejor lo dejamos y me cuentas
otras cosas que han marcado a este Pueblo durante los muchos años vividos,
¡ no te parece !
De los medios de
Transporte.
M/ Pues si, querido hijo,
ahora la mayor parte de las personas que trabajáis, lo hacéis en la
ciudad, pero cuando yo era una niña y mucho después, la ciudad distaba no
menos de 2 horas de camino, que en caballería o andando debíamos hacer y
solamente por necesidades de compras imprescindibles o enfermedad, dejando
las caballerías, en las Posadas de S. Pedro, de La Tía Salomé y otras.
Esas yeguas o burras preferentemente y durante siglos, eran el transporte
no solo para ir a la Ciudad, sino para llevar la "maquila " al molino del
Tío Patricio, llevar al campo la comida, sacar agua de las norias para
regar unas hortalizas o para pequeñas trillas de legumbres y otras cosas,
hasta que la última burra de Amable desapareció, hace pocos años aún,
siendo arrebatadas, poco a poco, de la sociedad agraria que tanto ha
cambiado. Así llegará el primer coche a Solanilla, que fue el de Aljimiro,
ya hace sus años, mucho antes de que echaran brea a la carretera, con lo
que te imaginas el trato que le daba al 4L que se compró.
H/ Claro que tardaron, que
también a mi me costó ir a León algún invierno por Villafeliz, por estar
intransitable la que hoy es carretera, que aquí van muy lentos los
avances.
De la carretera hasta
Villalboñe.
También me acuerdo cuando a
pico y pala igualmente rebajaron la cuesta de la Varga y con el primer
tractor, que fue el del Tío Gabriel de Navafria, se trajo la piedra para
el camino de Solanilla a Villalboñe, allá por los años 60. Mucho
trabajaron los Vecinos de este Pueblo, para dejar unos accesos dignos, de
Solanilla a Villalboñe; me comentaba Amable que no menos de 60 hacenderas,
como ya dije a pico y pala, que es muy duro y no solo eso, sino que
hubieron de enfrentarse a no pocos problemas a la hora de las
expropiaciones de las fincas, pues sabido es que el camino anteriormente,
era poco más que una rodera y hubo que ensancharle, aunque fuese
mínimamente y costó enfrentamientos, con particulares de ambos Pueblos.
M/ Sin embargo, ya entonces
había coche por la carretera del Condado, el de Francisquito, la empresa
López, al que se recurría con frecuencia a pesar de tener que andar de dos
a tres km. para ir y otros tantos de vuelta.
De la falta de
Documentos.
H/ Deja ya por hoy el
relato, madre y otro día seguiremos con estas pequeñas anécdotas que
conviene recordar, pues te voy a decir algo muy importante también y es,
que este Pueblo, no tiene en su poder, un solo documento que relate su
historia, lo que produce pena y por eso es tan importante la constancia de
estos momentos, que sin ser la verdad absoluta, si se deben conservar como
reflejo de ella, a falta de los que sí hubo y alguien irresponsablemente
guarda o destruyó, borrando la memoria del Pueblo, que es lo mas
importante a conservar, como me decías al principio y que sin ella no es
nada y así también nos lo aseguraba, no ha mucho, la Directora del Archivo
Histórico, Dª Carmen, " Lo más importante de un Pueblo, no es lo que
posee, si no su memoria histórica, el saber de donde vienen sus costumbres
y lo que sus antecesores hicieron en pro del mismo "
M/ Otro día pues,
seguiremos charlando de hechos que se produjeron en una época, que sin
duda fue la más espléndida de este pasado siglo, a tenor de los recuerdos
que me vienen a la memoria, pues fíjate, querido hijo, que en los años
mediado el siglo, ocurrieron acontecimientos en el Pueblo, que solo se
pueden dar cuando se produce cierto bienestar y que coincidió con gran
cantidad de juventud en el pueblo, que creció rápidamente.
H/ ¡Bien, pues hasta otro
día, madre!
M/ ¡Hasta mañana, hasta
mañana, hijo!
Día
Tercero:
H/ Desde que me he
propuesto dedicar unas horas a este menester, cada día se me esconden
cosas que debieron suceder en estas décadas y no hallo seguramente una
respuesta real y así quizás escriba más una novela que la historia de este
Pueblo, pero no por ello cejaré en contar cuantos datos me aporta mi madre
y otras personas de las que aquí dejo constancia como fuentes de estos
relatos y así cada día me asaltan nuevas preguntas.
De la Torre de
Espadaña.
¿Por qué se alargó la
Iglesia, madre?
M/ Está claro hijo, allá
por los años 40, había crecido el numero de habitantes y la época era
propicia para ello, había mano de obra abundante y social y religiosamente
era igualmente lo apropiado. Te hablo de los años, recién terminada la
guerra, que tantas vidas e ilusiones se llevó.
H/ Bien a prisa se debió
trabajar en 1944 por que así a los pocos años, la pared que hicieron para
ampliar la Iglesia, empezó a ceder y mira cuanto trabajo y esfuerzo nos
costó sujetar la tendencia a caer de la misma, pues no habiéndola sujetado
al tejado que era lo propio, cuanto más construyéndola sobre terreno
movido del cementerio, cada día se abría más y más la grieta de separación
hasta su segura caída, de no poner algún remedio.
M/ Si te has fijado, habrás
leído la inscripción en la que se lee el año en que se reparó la torre de
espadaña, que así se llama y que reza igualmente en 1944, al igual que el
alargamiento de la Iglesia, dirigida su reparación por el Tío Molleda, que
tantas obras realizó por toda la Sobarriba. Este hombre, oriundo de
Villalboñe, era aparejador, arquitecto, delineante y otros títulos más le
adornaban y que se resumen en una sola palabra: Albañil. Sus obras son
típicas en todos los alrededores, quedando como ejemplo, esas fachadas
clásicas en su hacer, donde mezcla las piedras rodadas, que aquí abundan,
con el ladrillo bien cocido de la época, formando cuadrados o rectángulos
bien visibles.
De la quema de la
Iglesia.
H/ ¿Y la quema de la
Iglesia, madre? ¿Que sucedió?
M/ Ya eras tu mayorcito
hijo, se quemó el día del funeral de la Tía Gabina, la abuela de la madre
de Sebi, el día 17 de agosto de 1956, seguramente por descuidar una vela
encendida sobre el altar que estaba enfrente de la entrada, terminando con
el retablo que sustentaba y como ya te dije, con parte del lienzo más
grande del Monumento, que de siempre se apoyaba en su trasera. Pudo haber
sido mayor el daño de haberse producido a horas en que nadie hubiese dado
cuenta.
H/ ¡Poco se salvó de ese
altar! ¿Quizás la Virgen del Rosario?
M/ ¡No lo se, no lo se,
quizás fuese un milagro de la Virgen, no lo se!
H/ Te lo pregunto madre,
porque la Imagen que tenemos en el altar que se conserva, está muy
ennegrecida y dañada, seguramente por el fuego y el humo.
M/ Pudiera ser, pues poco
después, la Señora Felisa, la esposa del maestro que te nombré cuando
hablamos de la escuela, compró y donó una nueva Imagen de la Virgen del
Rosario que se colocó a la izquierda del altar mayor y posteriormente las
mozas del Pueblo de la época de Anuncia, Anita y las demás, compraron una
nueva imagen del Sagrado Corazón, que colocaron a la derecha, en unas
peanas que mandaron construir al Tío Graciano de Navafria. Del incendio
poco se salvó, apenas tres columnas que se conservan en el portal de la
casa Rectoral, como decoración de la entrada.
H/ No todo era bueno como
queda claro en estos años, pero esta etapa de la vida de Solanilla,
seguramente como la de otros, fue de auge sin duda y mucho interés para
sus habitantes, que en 1950 censaban el Pueblo 134, disminuyendo
paulatinamente a partir de entonces.
De la Panera.
M/ Era la Casa de Concejo,
que así la llamaron y te recordarás, cómo en este edificio, había bancos
de madera, muy toscos, pero que servían en los días de concejo o para las
fiestas de S. Isidro o S. Esteban, cuando el tiempo lo aconsejaba o para
la Conrrobla de algún vecino nuevo y en todo caso, el escabeche y el vino
corrían abundantes, haciendo estragos entre los comensales que en ellos se
sentaban, hablando de los temas que importara.
H/ Me relataba Ovidio, no
hace mucho, que en ocasiones, la discusión llegó a las manos.
M/ ¡Claro hijo, como en
toda sociedad! Pero como siempre tiende uno a ensalzar lo suyo, te diré
que eran los años, en que el Pueblo, a pesar de la desigualdad económica
que había, vivía más en sociedad y así, todos nos ayudábamos, en cuanto la
necesidad llamaba a las puertas de alguien. Todos los vecinos acudían a
las hacenderas para reparar caminos, cortar zarzas y eran una piña cuando
de sofocar una quema se trataba u otras catástrofes.
De la casa del Tío
Cruz el pastor, las Veceras y el palo de los pobres.
H/ Me acuerdo cuando se
quemó la casa del Tío Cruz el de Tía Modesta y cómo en fila, pequeños y
grandes llevábamos agua para apagarlo. En ocasiones así no se escatimaban
esfuerzos.
M/ También se daba de comer
a los animales en Vecera, que era otra forma común de hacer y que según el
número de los mismos se disponía el número de días de pastoreo. En
corrida, se atendía a los pobres para darles posada y era el Palo de los
Pobres, el que pasaba de casa en casa para ver su orden. Nadie faltaba a
los bailes y otras reuniones después del duro trabajo, ni a las tertulias
tras la Rueca al anochecer y un sin fin de pequeñas cosas que hacían, de
Solanilla, sencillamente, un Pueblo.
Del baile de Ovidio.
H/ Madre... ¿Y el baile de
Ovidio?
M/ Te contaré. El huerto de
la familia del Tío Nicasio, que limita con la Solana, donde la hiedra
reviste la fachada hoy día y que al nacer el sol da, era el lugar donde
estaba el salón de Ovidio, que mantuvo varios años, alrededor de 1950,
pero antes había pertenecido al Tío Isidro, cuya familia numerosa y la
escasez de recursos, hizo que tuviese que emigrar a Barcelona, siendo muy
niños sus hijos. Así pues, Solanilla era un Pueblo privilegiado, al
disponer en aquellos años de una Gramola para acompasar un Cha Cha Cha, un
Tango o un Pasodoble.
H/ ¡No se las personas cómo
aguantaban y de donde sacaban el tiempo!
De la primera Radio.
M/ En los años cincuenta,
no recuerdo exactamente el momento, aunque estas cosas las conocíamos
rápidamente, por la estrecha relación entre todos, la Tía Piedad, la
esposa del Tío Cruz Viejo, compró la primera radio que hubo en el Pueblo y
a muchas horas tenia Gente en casa, para escuchar los sucesos de entonces
y cuando de tarde en tarde, noticiaban algún hecho desgraciado, parecía
que la desolación se apoderaba de todo el vecindario.
H/ ¿ De verdad, madre ?
De las costumbres.
M/ Claro hijo, aquí no
llegaban los periódicos de la época y las noticias que lo hacían eran todo
un acontecimiento, pero de esta manera estábamos entrando en la era
moderna y en nada se parecía aquella vida a la de hoy y por contarte, te
diré que en tiempo de verano, por ejemplo, cuando el viento separa el
grano de la paja, movidos por el Vieldo, dormían mozos y chicos en la Era,
guardando, de los ladrones, las Parbas. ¡Qué tiempos aquellos! Y como te
mencioné otro día, cuando los abuelos eran jóvenes, después de cenar,
cuando el tiempo se lo permitía, salían a la calle y mientras los hombres
charlaban de sus cosas, las mujeres hacían girar con agilidad y destreza,
el Huso y la Rueca, con que deshacían la lana que habían esquilado a sus
ovejas, sirviéndoles luego para tejer calcetines u otras prendas de abrigo
que estuviesen en sus posibles. Y siendo yo muy niña, ochenta años o más,
aquí en estos campos se sembraba lino, que para su elaboración,
necesitaban llevar a enrriar al río Porma, en las inmediaciones de
Villafuela y le oirías decir a padre, ¡Cómo se apostaban los mozos de aquí
y los de la rivera, quién nadaba mejor, haciendo verdaderas apuestas en
los remolinos del río que les ponía en peligro la vida, pero la juventud,
ya se sabe, siempre fue así!
H/ Algo recuerdo de todo
esto, y alguna vez me contó también, que siendo niño, no tenían aquí
escuela y debían ir a la de Villalboñe y aquella anécdota, en que un
invierno muy frío, patinaban con madreñas, en la charca de Villalboñe, por
la que a diario pasaban, que por entonces era profunda y rompiéndose el
hielo, se tragó literalmente a Manahén, que a duras penas pudieron sacar.
Años después seria el marido de la Tía Natividad que aun vive, disfrutando
de perfecta salud a sus más de noventa años.
De la Fragua.
M/ Durante muchos
atardeceres del año, sobre todo en tiempo de invierno, desde ese medio
siglo hasta los setenta, la Fragua era también otro lugar de reunión y
mientras el Herrero herraba las vacas o las sacaba las sanguijuelas de la
boca, con el badil albando o machacaba las rejas, con ayuda de sus dueños.
Otros, a la orilla del calor que despedía la hoguera con el fuelle bien
soplado, contaban sus cuitas terminando con la piel más oscura, por el
cisco acumulado del ambiente.
Del Teleclub.
H/ ¿En aquellos años no
había tele, verdad?
M/ ¡No tardó mucho en
llegar, no!
H/ Recuerdo ya esa etapa de
la época de los sesenta, cuando el gobierno de entonces, propició el
acondicionamiento de locales, en Pueblos pequeños, en los que se instalaba
una televisión; eran los conocidos como Teleclub. Solanilla nunca se
acogió a ese servicio, pero la voluntad de sus Vecinos y sus aportaciones
instalaron los idénticos servicios que los Teleclubs, tenían y se ese
modo, todos los centros de reunión, bien a la puerta de la Iglesia los
domingos, o frente a casa del Tío Lorenzo o en la Panera, se cambiaron por
este y así, no había tarde que el local no tuviese Gente, atendiéndose en
corrida, hasta que el desinterés hizo que desde al menos veinte, sea
Julián, quién se encarga del bar, que se abre los días de fiesta, nada
más, pero que atiende con esmero.
M/ Llevamos mucho tiempo
hablando por hoy y la respiración me está fallando, hijo.
H/ Si, ya está bien, que
luego tengo yo que resumir todo aquello que me has contado y tardo mucho
en redactar tantas cosas, que debo precisar, para no faltar a la verdad.
M/ Desde luego que sí,
hijo, que es mejor no decir nada que faltar a ella.
H/ Eso nunca lo haría,
madre, eso nunca, pero como ya sabes, la distancia en el tiempo, sin
documentos que avalen los acontecimientos, hace que estos a veces se
difuminen y aparezcan más subjetivos, aunque es cierto igualmente, que
toda historia, con el tiempo se lima de lo accesorio y en este caso nos
debemos en demasía a la memoria, por carecer de los mismos.
M/ ¡Así pues, hasta maña
querido Antonio!
Día
Cuarto:
De la Virgen de las
Rutiellas.
H/ ¡No me has mencionado,
tan siquiera, aquel hecho que conmovió al Pueblo, cuando se llevaron la
Virgen de las Rutiellas!
M/ ¡Es muy cierto hijo!, y
no debe de quedar en el olvido, pues era una reliquia del pasado que todos
querían.
H/ ¡Escucha querida madre
estas palabras, a Ella dedicadas para el recuerdo, que en su nombre
escribí humildemente!, ... y dicen de esta manera:
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¡Qué van llevando a la
Virgen!,
¡qué es por
Ella y van diciendo
que al cielo la van llevar!
¡que está la Virgen gimiendo!
¡que Ella no quiere marchar,
que hondo pesar, va sintiendo!
Que el Nene que lleva en brazos,
Dios es, Hijo del Eterno
y unido a El, por los lazos
de ese Amor, que es lo primero,
prieto, lleva en su regazo,
el cariño de su Pueblo.
Que así, de arrugas y penas,
está su rostro marcado
y sus ropas, no protegen
ya a ese cuerpo, longo en años,
que la carcoma denota,
los siete siglos pasados.
Que cuentan, Viejos, en dichos,
que Esa, que fuera Doncella
de quién tuviera el capricho
que a Esa Mujer hizo bella,
de Solanilla, la hizo
Señora de las Rutiellas
¡Que van llevarse a la Virgen,
que ya vienen a por Ella!
‘Que no es
verdad, lo que dicen,
que marcharse Ella quisiera!
Que después de tanto tiempo,
¿qué amor, de tantos, tuviera?
J.A. Llamazares.
H/ ¿Te ha gustado madre?
M/ ¡Si, claro que sí!,
mucho, pues en estos versos se condensan los sentimientos que en aquellos
días embargaban a los vecinos de este nuestro querido Pueblo, sí me ha
gustado y es una pena que con el tiempo todo se vaya olvidando.
H/ ¿Qué más me debes de
contar, que recuerdes?
M/ No tengo mucho más que
decirte y que ahora recuerde, de estos muchos años vividos y de los
ochenta para acá, seguro que tu tienes mejor memoria.
De la fiesta del
Pueblo.
H/ ¿ En mi niñez madre, la
fiesta de San Esteban era la única que se celebraba, verdad?
M/ ¡Claro que sí!, pues la
del Corpus no tenia raigambre ninguna y hace pocos años que se celebra
como ahora, prácticamente desde que los jóvenes que tienen ahora de 35 a
40 años y que como Rosi, Pili y otras más, se les ocurrió, siendo estas,
en sus años de juventud, sus verdaderas promotoras de lo que hoy
celebráis. Pero como te digo, la principal fiesta, ensalzaba al Patrón de
Pueblo y siempre se contrataba músicos para la ocasión. La dulzaina y el
tambor desde que yo recuerde y así había en el mismo Pueblo de Solanilla
quienes tocaban muy bien la dulzaina, como Tío Benjamín o Tío Cruz y otros
redoblaban el tambor con destreza como Tío Dacio, mi padre o Abundio y más
tarde, alguna pequeña orquesta, como Los Rodriguez, que muchos años
vinieron con nieve, amenizando el baile en las eras o en la casa Concejo.
Tampoco faltaba nunca el corro de aluches de rivalidad entre los Pueblos
de la Sobarriba y la Rivera, por ver quién se llevaba el mazapán. En la
fiesta del Patrón siempre se congregaban un sin fin de Pobres de los de
antes, que a la salida de la Misa, recibían hogazas de pan bendito, que
los vecinos ofrecían y que repartían entre los presentes y que luego, unos
llevaban y otros lo canjeaban por dinero u otros enseres de utilidad.
H/ Esto sí que me acuerdo,
y poco a poco se fue terminando, gracias a Dios, pues la gente hoy al
menos, dispone de lo más elemental para vivir.
M/ Sin duda que sí y con
esto, ya vamos llegando a estos años, en que el Pueblo se ha convertido en
un puñado de vecinos, que a diario apenas se ven, pero llegado el día de
fiesta, parece revivir del letargo diario, como la mayor parte de los de
nuestro entorno.
H/ Seguramente sí y la
historia de estos años, otros la deberán contar con una perspectiva
temporal mejor, pues de estos, quedan muchos datos escritos y por tanto la
realidad de las cosas es más evidente. Como te he mencionado en ocasiones,
mis mejores recuerdos, como por otra parte es lógico, son los de la niñez
y para terminar, como muestra de ello, te voy a recitar un poema, que hace
tiempo escribí y que está dedicado a todos nuestros Abuelos, muchos de los
cuales apenas conocí y a otros ni siquiera me he acordado de sus nombres,
pero todos están en el sentimiento. Lo llamé:
"Mi niñez" y dice así:
De grupa, haciendo con
ramas
levantar nubes
queríamos,
de tierra de nuestras calles,
cuando de niños corríamos.
Si acaso el aire no hacía
Arrancar torvas de polvo,
Desde la Varga a los Prados,
Nos encargamos nosotros.
La rivalidad extrema,
No hay medianas si no tornas,
Piedras y palos envisten,
Toma la Varga la tropa.
Éramos niños traviesos
Como los de cualquier pueblo,
Si bien, todo cuanto digo,
Es nuestro, de nuestro pueblo.
Si de la ciudad llegabas
Por la Juncar o la Varga,
Costaba, otear la aldea,
Igual que por la Atalaya.
Frondos árboles la envuelven,
Negrillos en abundancia,
Algún chopo y mucha zarza,
Roble ciruelo y mostaja.
No viene en balde lo dicho
En estos versos primeros,
Pues fue, mi pueblo un oasis,
De mucho ramaje envuelto.
Mi pueblo el más lindo era
Y escribo, como en mis sueños
De la niñez, se me agolpan
Desdibujados recuerdos.
"Rosana el guante" gemia
En la cuadra Tía Julita,
La Biblia en verso contaba
Con embeleso, su hija.
Si Victorina, en ausencia
No nos relata sus cuentos,
Nunca nos faltaban cuadras
Donde pasar aquel tiempo.
De Nicasio, de Lorenzo,
De mi abuelo el Tío Jacinto,
De Jilón, de Secundino,
De Manahén o de Sergio.
En las cuadras se estudiaba,
Se bebía y se cantaba,
Retocaban el concejo,
Que aquel domingo, se hablara.
La cuadra era aquel lugar,
Donde chicos y mayores
Pasaban, largas las tardes,
Contando bromas y amores.
Primero, en casa el Tío Floro
Tubo el herrero, la fragua,
Mas, de antiguo, trasladara,
Allí donde aún hoy se halla.
De Dacio, la fragua pone,
Los brazos mozos, a punto,
Sacando chispas al hierro,
Con el macho, sobre el yunque.
Cual goma estirar las rejas
O añadir pieza al bocado,
Que la tierra, había mordido
Al arar aquel sembrado.
A herrar la rubia o la mora
Que no cojeen ni áspien,
Sacarlas las sanguijuelas
Que hacen que la boca sangre.
Cuando en mis primeros años
A la escuela me enviaran,
Fue Dª Luz mi maestra,
Mas bien poco me enseñara.
De Villaobispo venía
A cantar el "cara el sol"
Y cuando Ella, no lo hacía,
Manda a su hijo, sin "don".
¡Cerrar las ventanas todas!
Para que sitio quedara
Y a un lado, hacer los pupitres
Que al topo, bien se jugara
¿Qué más, de chicos queríamos:
Abundio, Daniel, Cirino,
Tino, Asterio, Olegario,
José Antonio o Diamantino?
¿Macrina, Piedad, Matías,
Brigi, Beraní o Victoria,
Epigmenio o Casimiro
O el hijo de la Tal Doña?
Y si al recreo salíamos
En tiempo de esparcimiento,
Con los "cartones" o al "trompo"
O en los "bolos" se iba el tiempo.
De tarde apañas las "tromas"
Pa que coman los conejos,
Que ha sido un invierno crudo
Y se han que dado en los huesos.
Gratos recuerdos, aún tengo
De la niñez de aquél tiempo,
Era, del Pueblo, bien pobre,
Pero, más libre que el viento
Fueron los años difíciles,
Después de la lucha infame
Mas creedme cuando digo
Que nunca pasamos hambre.
Las necesidades todas,
Mas, ambiciones ninguna,
El pan nos sabia a gloria
Y, era un duro, una fortuna.
Y aunque no juzgue real,
El hecho que un niño advierte,
Recuerdo así yo los días
Y aun disfruto aquel presente.
Las ranas de "Fontisnán"
Y del "Pozón"las culebras,
Nos temían, si de tarde,
Pensar, íbamos tras ellas.
Y al igual que en el Antruejo,
Cuando a las chicas pillamos,
Con unto de carro era,
Con lo que las maquillamos.
Por miércoles, la ceniza,
O al calvario, o en Pascua
A escuchar a Manahén,
A oír qué tono entonaba.
O a ayudar a misa a Eurípides
Que la misa trafullaba.
O al corro el día del Hábeas,
Que el mazapán se luchaba.
O a San Esteban, el mártir,
Patrón del Pueblo y querido
Que de la "Cota"venía,
Según contaba aquel dicho.
Muchos Pobres se agolpaban
Para el reparto del pan.
En la Solana, sentados,
A ver lo que toca, a cuál.
Luego cambiaban la "dote",
Por vino, de garrafón
O lo vendían a peso,
Si lo ofrecía el "postor".
Por San Justo o la Ascensión,
Sin dejar feo a San Blas,
Con tiempo frío o calor,
Nunca nadie hubo faltar.
A fiesta se debe ir,
Que hay familia y diversión,
Que hay "puchero" de gallina
Y a demás obligación.
De inviernos los días largos
Crudos,¡hay! De pesadillas
De "pardales" y de "liebres",
Que eran presas de rapiña.
Los inviernos se aprovechan
Pa tejer, coser e hilar
Pa echar "pellas" a madreñas
Y la "quilmas" repasar.
Araos poner "orejeras"
Ajustar "manilla"y "corras",
Hacer "carriegos" de mimbres
Que en la vendimia, son rotas.
En mayo era el madrugar
A pedir en "Rogativa",
Que no se apedree el campo
Ni se pierda la semilla.
¿Y en verano?, si la nube
Arrojar piedras, nos quiere,
¡A prisa, tocar Campanas
Del Pueblo, a ver si se atreve!
Y a prisa crecen las zarzas
Los caminos estrechando.
Tocar de nuevo a hacendera
Y en este tiempo, arreglarlos.
Rellenar atolladeros
Pa que no vuelquen los carros,
Pues además de los baches,
Hay vientos por San Pelayo.
Si es de la guadaña el tiempo
Del cereal o la hierba,
Con el "yunque" y el martillo
´ quitan al corte, las "mellas".
Fuera labor minuciosa,
Picar Guadañas y Hoces
Pues del "filo" que sacasen,
Daban fruto sus sudores.
Y como el Sol ignorante,
A traición fuese pillado,
Cuando asomase sus rayos,
Mucho ya era lo segado.
La mies ponen en "morenas"
Y con cuidado, casando
Cortes y espigas, de "brujas"
Evitar lleven volando.
Con las vacas se trillaba
Cuando el rigor del de arriba,
Apretaba de lo lindo
Y la paja más crujía.
Y en el tiempo que la "bielda"
Saca el grano de la paja,
Se dormía entre la "parva
Por no dormir en la cama.
Por si acaso algún ladrón
De noche ha venir con sacos,
No venga a sacar el "unto",
Que venga a llevarse el grano.
Ya la alegría en la tasca
Hubo en tiempos los domingos,
En casa Isidro, primero
Y más tarde en casa Ovidio.
Con la "gramola " bailaban
Tangos, vals y pasodobles
Y vaya jarros que echaban
Del vino, que hace ver doble.
Y el horno está, de mi Abuelo,
Al lado está, del "agar".
En el horno hace mi Abuelo
Una vez al mes, el pan.
Y una vez al año hace
El vino , en aquel "agar",
El vino es de pocos grados,
Pero es de uva na más.
Nobles gentes dio esta tierra
Que yo recuerdo, de bien
Y bien conservan, aún hoy
La buena herencia de ayer.
Pues mi pueblo conocido,
Fue en toda la Sobarriba,
Aquí había Juez de Paz,
Pa que impartiera justicia.
Las paredes de su casa,
Estaban siempre adornadas,
Con siluetas de un equino
A las argollas briadas.
"El que parte, bien reparte",
Dice el refrán, por su parte,
Mas la Ley es para todos
Y el Tío Daniel, quien la imparte.
En mi recuerdo pervive
La figura del Tío Cruz,
Voz fuerte, recio el carácter,
De ovejas, perros, su luz.
De su saber pastoreo
La "cota" tenía en contra,
Flor de estepa, en primavera
Y en invierno, sangre loba.
Tengo imágenes borrosas
De cómo la casa ardió,
De Tía Modesta y Tío Cruz
Y en qué estado se quedó.
Recuerdo hombres y mujeres
En medio de la Solana,
Portar calderos con agua,
Hasta que bien se apagara.
Luego hicieron casa nueva,
De ladrillo la fachada,
La hicieron, para incitar
A los chicos a escalarla.
Fuego y humo se repiten,
Graban de niño mis ojos
Que bien fue por el descuido,
De una vela, en su acongojo.
Pues se le fue de las manos,
A Tía Gabina la vida,
Un diecisiete de agosto,
Cuan negro y triste sería.
Día aciago, por la tarde
Sala el humo pol tajado,
Dan cuenta y tocan a quema,
¡ La Iglesia se está quemando!.
¡Abrid las puertas, a prisa!
Y en tromba, con gran estruendo
Se oye al caer el altar,
Que en ascuas se está partiendo.
El Lienzo del "Monumento"
Tras el retablo se hallaba,
Lucas y Juan se abrasaron,
Mateo y Marcos lloraban.
Estos retazos que escribo,
Aislados por la memoria,
Son de mi Pueblo pequeño,
Los pesares y las glorias.
Gloria fue y gran regocijo
Ver el agua en la Solana,
Sola de los Pozos viene,
Llena de esfuerzo y de ganas.
-¡Y digo! Sacos llevaba
Del Tío Patricio, al molino,
A lomos de aquella burra
Mi Padre, con muy buen tino.
De uno en uno, los llevaba
Pa que durasen más tiempo,
Pues debía, se estirar,
La harina, el salbao y el pienso.
La electricidad ya hacía
Girar tal tamañas piedras,
Que trituraban el grano
Pa sacar la harina fresca.
De muchos Pueblos llegaban
Y a cada cual, su "Maquila",
Con carros, caballo o burra,
Que a por harina venían.
Si a León debíamos ir,
Pues era ruta obligada,
El molino, cual posada,
Era de tarde o mañana.
Allí pasamos la noche,
Mi madre y yo bien pequeño,
La nube se puso en contra
Y Castor nos dio aposento.
Hacia atrás echando el tiempo,
Son de uno en uno pesares,
Los que quedaron, después
De perder tantos amores.
Solo recuerdos aislados
De Gentes que ya se fueron.
¡Cuantos años han pasado!
¡Cuantos años, flor de un tiempo!
Mi abuelo Quico, del cual
No conservo ni un reflejo,
Mas siempre escuché a mi Padre,
Que era humor, juicio y talento.
La madre que yo recuerdo
De mi Padre, Rosalía
Tenía duro el carácter,
No era de tiernas caricias.
Mas bien, el nombre fue propio,
De mi otra Abuela, Tía Ángela,
Gruñona, pero del cielo
Y mujer donde las haya.
Ya conocí, de mayores,
A Juanón, Pepe y Cristencio,
Al Tío Gilón, mi padrino,
A Juliana y Eliberto.
De Floro, Esperanza y Lopez,
Solutor o ManaHén,
Tía Eufrasia y Tío Gerardo,
Bien yo doy testigo y fé.
La Parca llevó a Venancio
Y a mi Tío, allá en Palencia
Y a Magdalena los niños
Y al Tío Anselmo y a Inocencia.
Y a mi otro abuelo Jacinto,
A Prudencio y Don Benito,
A Tía Modesta y María,
Secundino y Felicísimo.
También llevó a Iluminada
Y a Cruz y a la Tía Piedad
Y a más que aquí no menciono,
De otros no me acuerdo ya.
Nos abandonó Mateo,
Mi Tío Mauro y Nicasio,
Consolación y Gilín,
Secundino y el Tío Santos.
Adiós, Paulino y Damián,
La una y otra Asunción,
También dijeron adiós
Tío Daniel y anunciación.
El tiempo ya se detuvo
Para Arcénida e Isidro.
También rindieron ya cuentas,
Tía Baldomera y Jacinto.
Del traslado del Tío Sergio
Ya Caronte se encargara,
De Tía Julita y Rolindes
Y a Teodoro, bien llevara.
Y al otro lado del lago,
También llevase a Lucinia
Y a otros muchos que engrosaron,
El jardín que nos dio vida.
Las ramas y flores de hoy,
Son las raíces, que un día
Cercano ya el medio siglo,
Derrochaban gozo y vida.
Cuán pequeño es este Pueblo,
Pero mi orgullo es por Él,
Yo por eso siempre digo
Que aquí es donde fui a nacer.
Bien, antes de terminar,
Brindo yo, en la Sobarriba,
Pues es tierra de quien hablo
Y se llama Solanilla
H/ Como podrás comprobar
querida madre, he recordado muchos detalles que en la niñez se viven con
más intensidad, arrastrándolos uno durante toda la vida y he tratado por
tanto, de dejar breves pinceladas de lo que el siglo que acabamos de
terminar nos deparó, a ti y a otras personas muy especialmente pues
conocisteis los primeros albores del mismo y entre todos hemos tratado de
dejar constancia de ello, de manera amena, eso sí, a fin de hacer
agradable su lectura. El final del siglo XX ha conocido situaciones
dolorosas, muchas de las cuales hemos mencionado, pero no obstante da
enorme satisfacción, ver cualquier fin de semana, esa juventud sana y para
lo que es el Pueblo, ciertamente abundante, que no falta a sus citas, ese
juego de bolos que cada domingo discute alguna de las reglas no escritas,
el partido de futbol de difícil clasificación, si atendemos a la edad de
sus participantes, esas pequeñas obras que en estos años se han ido
realizando paulatinamente eso sí y en fin que aunque son a veces los
sinsabores difíciles de sobrellevar, merece la pena seguir intentando
dejar un Pueblo mejor a quienes nos sucedan.
M/
Desde luego que si, pero no se si las fuerzas me aguantarán, la Navidad
se aproxima y parece que las emociones también, flaqueando la memoria al
par que el cuerpo. Este 2003 ha sido mejor que el pasado, pero algo me
dice, que también para mi está llegando la Navidad.
H/
Han transcurrido unos meses y...tenías razón, querida Madre, hemos
debido pasar todos unidos, un tiempo lleno de sensaciones que turban la
razón y en el que ocupaciones ingratas nos han distraído de los relatos
que meses atrás me venías contando y que si no te importa mucho, querida
Madre, me gustaría que prosiguieras, descubriéndome acontecimientos que
yo no conocí de estos andares de las Gentes del Pueblo.
M/
¡No faltaba más, hijo mío! Siempre que el ánimo no te falte, a ti
ahora, te contaré cuanto desees, pues yo dispongo de todo el tiempo que
tu me puedas prestar y además la mente en esta situación está más
clara y seguro que sabré enseñarte a comprender aquellas cosas que te
sirvan de reflejo de lo que fue y solo con la emoción reprimida,
analizando errores y cosas buenas aprenderás para el futuro, sirviéndote
de ejemplo.
Día
Quinto:
La Trilla.
H/
¡Hay madre!, Llevo esta época falto de concentración en todo y los
fantasmas se apoderan con frecuencia de la realidad.
M/
La vida, hijo, también es fantasía y todas cuantas cosas hemos
recordado, reales en otro tiempo, hoy añoranzas e ilusiones son.
H/
¿Y esperanzas, madre?
M/
¿Acaso, querido hijo, estos recuerdos no son el fruto de la esperanza?,
¿La realidad de niños, ilusión de mozos?, ¿El añorar del viejo, ser
niño de nuevo?
H/
Si madre si, pero hay que seguir de nuevo día a día, trabajando y también
divirtiéndose, que así fue siempre.
M/
Nuestra época no fue igual, no, no. También nos divertíamos,
¡pero qué distinto! Desde bien pequeños en el tiempo de verano cuidando
las vacas, la burra, llevando el almuerzo a las tierras o trillando no
daba para más.
H/
Por cierto madre, aquellos recuerdos sobre la “trilla” ¿son tan
bonitos como aparecen reflejados en los posters? ¿no, verdad? La trilla
no era semejante a una ruleta, tras la que se daba vueltas para
divertirse, sin duda.
M/
¡Desde luego que no! Te contaré y verás lo duro que era, hasta
conseguir separar el grano de la paja, que en definitiva de eso se
trataba.
H/
Empieza pues a contarme y tomaré algunas notas que otros podrán leer,
pues seguro que ahora lo entenderé mejor.
M/
En torno a las fiestas de S. Juan, la segunda quincena de junio y por
supuesto según los años, se empezaba la siega de los cereales, que en
estas tierras de la Sobarriba se reducían básicamente a trigo, centeno,
un poco de avena y algo de cebada, dependiendo del tiempo, cómo se
pudiese realizar la sementera antes del invierno y si quedasen para la
primavera muchas o pocas tierras sin trabajar. Muy en
pequeñas cantidades se sembraba algún garbanzo, casi siempre para
el consumo propio o alguna pequeña venta, también chochos, titos, algo
de beza y algarroba. El consumo como digo,
solía reducirse a la manutención de dos a cuatro vacas, una docena de
ovejas, otras tantas gallinas y alguna coneja paridera, excepcionalmente
algún curro, una o dos yeguas y los menos pudientes una burra que no era
poco.
La siega, según te empecé a contar, se prolongaba a todo el mes de julio
y a veces parte de agosto, siendo le semana de Santiago, la tradicional de
la siega del trigo.
Durante buena parte del siglo XX, las herramientas para este tipo de
trabajos eran la Hoz primeramente y luego la Guadaña. Una vez cortada la
mies se iba acondicionando en Gabillas (pequeños montones de mies,
dispuestos los cortes a un lado y las espigas otro)
Estas Gabillas se ordenaban con las espigas hacia fuera y los cortes de
una, frente a los de otra, con en fin de protegerlas de los vientos o
torbellinos propios del verano, durante los días que deberán permanecer
en las tierras. Este orden de Gabillas, de tal manera dispuestas, se
llamaba Morena. La mies ya segada y bien recogida con el Rastro, solía
dejarse un tiempo en la tierra con el fin de que secase bien y además se
hiciesen más compactas las Gabillas para estar en las mejores condiciones
para el Acarreo, lo que influía incluso en una mejor adecuación para el
traslado, a vida cuenta de las condiciones en que se encontraban los
caminos en no pocas ocasiones, con el peligro de entornar consecuente.
H/
¡Cuéntame madre!, ¿cómo se disponía todo para el acarreo?
M/
Para tal menester, los carros disponían de unos aparejos propios, a ver
si soy quien para explicártelo, de forma que lo comprendas bien.
En el tablero del Carro, atravesados adelante y atrás, se colocaban dos
tablones robustos a cuyos extremos se había hecho unos agujeros como de
tres por doce cm. más o menos que sobresalían del tablero del carro.
Cada una de estas piezas se denominaba Berbion. Los agujeros
de los Berbiones servían de punto de apoyo a los aparejos propios para el
acarreo, que consistían en cuatro puntales, dos a cada lado, en paralelo
por tanto y de madera noble, cual podía ser negrillo, roble u otra de
gran resistencia. Estos puntales habían sido taladrados en dos alturas
adecuadas también en medidas semejantes y en esos agujeros, introducidos
dos largueros que sobresalían del largo del carro entre uno y dos metros
por delante y por detrás. Tales aperos para el acarreo se llamaban
Pernillas. Los dos largueros de las Pernillas de cada lado, en la
parte que sobresalían del tablero del carro, se enlazaban con unos
Cordeles para el acomodo de la mies, por la parte trasera hasta las
Corzas, base formada por dos largueros fijados a los laterales del carro,
cuyas partes sobresalientes traseras se unían por tres traviesas, para
formar la base sobre la que depositar las Gabillas. Las Corzas se
sujetaban a la base del Carro mediante la presión que ejercían sobre
ellas los Berbiones.
Tanto los laterales como la parte delantera igualmente se entrelazaban con
Cordeles desde la trasera hasta la punta de la Estranguadera del Carro. Tan
solo los Carros de los años sesenta disponían de Estranguaderas de
hierro, anteriormente consistían en unas varillas de tres ó cuatro cm.
de diámetro y de madera, formando una especie de (y) griega, sobre la
vara del Carro.
Todo esto de nada serviría, sin la colaboración ¿qué digo?, sin el
trabajo esclavo de la Pareja de Vacas que tiraba de los Carros así
preparados, uncidas las Vacas mediante el Yugo, bien sujetas con las
Cornales y como base, sobre las cabezas de los animales, las Mullidas para
amortiguar las friegas del Yugo. No solía faltar, para el rendimiento de
la Pareja de Vacas, el disponer de los correspondientes Bozales, a fin de
que estas, no se vieran atraídas pos las mieses y por tanto se
concentrasen, aunque fuese a la fuerza, en el trabajo.
Estos útiles para el Acarreo de la mies cambiaron, al igual que los de la
siega, en el último cuarto de siglo, cuando las Máquinas de segar
sustituyeron el ímprobo trabajo de la Hoz y la Guadaña, los Remolques
arrastrados por cada vez más potentes Tractores, a los Carros de ruedas
de hierro y todo ello fue engullido así mismo en pocos años, por la
tecnología de las Cosechadoras.
En una veintena de años, quedaron en el olvido, los necesarios útiles
para el uncimiento de las parejas de vacas, y así solo se recuerdan
colgados en paredes y cuadras abandonadas, los Yugos, las Hijadas, los
Gazapos con sus piedras de afilar, las Cornales o Sobeos y otros
semejantes.
H/
¡Madre! ¿Parece tan complicado el armar un carro para estos trabajos y
luego?
M/
Cuando la mies cortada había secado lo suficiente, cosa que a veces las
tormentas hacían difícil, el destino de los cereales era la Era, zona
apraderada donde se iban amontonando uno o más Carros, formando un montón
llamado Balagar. A la mañana, cuando al sol empezaba a calentar, se
esparcía una capa de mies alrededor del propio Balagar, como ala de
sombrero, ayudados para este trabajo de una Horca o un Horcón de
madera y sin duda un adecuado Esbalagador. Esta capa de mies o Bálago que
de tal se llamaba, no debiera ser muy gruesa para que el Trillo,
arrastrado por una pareja de vacas o dos la fuesen triturando por la
superficie. Luego, también con la Horca o el Horcón se daba vuelta,
sacando a la superficie lo que debajo estaba sin moler. Cuando convenía,
se echaba nueva capa de mies, ayudados por el Esbalagador o la Horca como
he dicho y así hasta que se fuese moliendo la paja y saliendo el grano de
la espiga, haciéndose homogénea la Trilla. Cuando ya el Bálago se
convertía en paja, los últimas envueltas o Entornar la Trilla, para
sacar las Casullas del grano, se hacían con la Pala de Entornar, que era
en su totalidad de madera. La Trilla se terminaba cuando se consideraba
que tanto la paja como el grano estaban preparados para su separación, el
día de la Limpia.
A
veces frecuentemente, la tormenta, el aguacero o el pedrisco hacían
trabajar a prisa para Acorralar aquella Trilla que aún no estaba a punto
para ser Emparbada, nombre que se daba al montón de mies que se iba
formando, en el centro generalmente de la trilla, de lo convenientemente
triturado, según ya te he indicado. El Acorralar consistía en hacer un
cordón con la mies, amontonada en círculo, simulaba un Corral de ahí su
nombre y así dispuesta con el fin de que el agua de la tormenta calase lo
menos posible lo ya trillado, que se deberá esparcir cuando el sol lo
permita y nuevamente se procede a dar vueltas con el Trillo hasta la
trituración conveniente. Este Acorralamiento, se le dejaba incluso unas
aperturas, a forma de puertas, por donde el agua pudiese fluir, si en
forma de tromba importante cayera.
Así
se hacía con el trigo, la cebada, el centeno o la avena. Si el espacio de
la Era lo permitía se dejaba para el finadle los trabajos, la Limpia de
todos ellos, en el mes de agosto principalmente.
H/
¿Y Madre, cómo se Trillaba, o cómo se sujetaba la pareja de
vacas? ¿ No se escapaban de la Trilla? ¿No hacían sus
necesidades en ella? O...¿Quién las guiaba?
M/
Yo te contaré, si bien tu lo conociste hijo. Como todo tiene su
aprendizaje también los animales, para Trillar convenía Uncir parejas de
vacas bien domadas y dóciles, pues era la mejor manera de que el Trillo
sirviera para su función, pues cuando algún animal era un poco bravo,
solía efectivamente salirse de la Trilla con frecuencia y con peligro
para quien lo guiaba. Se disponía un Cordel o Ramal desde el cuerno del
animal, aprisionando la oreja mediante un nudo, que al tirar sobre él, le
hacía cambiar su rumbo y de esta suerte, con una mano se sujetaba el
Ramal y con la otra la Hijada y al son de ¡Ale Morena, ale! o ¡Joooo,
joo! o ¡Vamos Chata, vamos!, se orientaba a la pareja de vacas,
desde el Sentón de tres o cuatro patas que se disponía en el Trillo para
la persona que debía conducir aquel monótono dar vueltas.
Además, quien montase en el Trillo debía atender, que las necesidades
fisiológicas de los animales no cayesen entre la mies, para lo cual era
imprescindible tener una pala para atropar los estiércoles, pues con la
humedad, estos, al paso del Trillo compactaban la mies, haciendo difícil
la Trilla.
H/
¡Qué bonito parece todo, querida Madre, de tal virtud contado! ¡No
tengo yo tan buenos recuerdos de las “soleaduras” que llevábamos en
el Trillo!
M/
En cierta forma el Trillar fue una actividad hermosa, pero tienes razón,
ni el Esbalagar, Entornar o estar en el Trillo, vuelta tras vuelta, a 30
ó más grados, cayendo el sudor bajo el pañuelo o el sombrero de
paja, con un ambiente ciertamente poco respirable por el polvo que se
produce al triturar la mies, hacía de estas labores algo exquisito. De
todas formas era plato bien saboreado por los pequeños de la casa, pues
al no requerirse especial fuerza física, se les encomendaba, muy a su
pesar.
No debía faltar, a la sombra del Balagar o la Caseta o de algunas
Gabillas separadas para preparar los Cuelmos de paja de Centeno que
sirvieran a la hora de la matanza para Chamuscar el cerdo, el Botijo bien
lleno de agua fresca.
Así eran aquellos días de verano interminables, para cuatro granos que
cogíamos, primero había que Limpiar aquella Parba, durante siglos con el
Biendo (Bieldo), elevando la mezcla trillada contra el viento, cuando este
tuviese a bien arreciar. Luego allá por los años 20 ó 30 se empezaron a
comprar las primeras máquinas para la Limpia, aquella Jauría que
aceleraba los trabajos considerablemente u otras semejantes. Echados grano
y paja de la Parba con la Pala o la Bienda (Bielda), en la Trimuela de la
máquina, esta era accionada por una manivela que retaba los brazos de los
más fuertes de cada familia. Los últimos años en que se realizaron
estas labores se montaban pequeños motores Piva o Lisca que sustituían
a la personas en esa labor tan dura de darle a la Manibela. La mezcla
introducida a través de la Trimuela, iba pasando por varias Cribas o
Cerandas, zarandeadas por brazos mecánicos oscilantes. El destino del
Grano era el Muelo, que se iba formando delante de la Máquina. La
parte delantera de la máquina estaba formada por un gran Bombo, cuyo
interior contenía unas Aspas para la ventilación, accionadas
directamente por la Manibela, tal ventilación separaba el grano de la
paja, que era lanzada por el viento producido desde la parte
posterior de la Máquina al exterior, formando un Montón de paja, a la
espera de su recogida en el Pajar.
Nuevamente había que preparar los Carros, esta vez con Costanas a los
lados y Redes amplias en las partes delantera y trasera. La Costana estaba
formada por una especie de tablero en vertical de un metro y pico de
altura, sujeta a la base del Carro por los Berbiones, ya citados para el
Acarreo. Los extremos de las Costanas por su parte alta, se unían
con unos brazos o Largueros de madera sobre los que pendían las
Redes, abrochadas a los laterales de las Costanas, con unas simples Puntas
clavadas. Mientras una o dos personas Bendiaban la paja al Carro con la
Bienda, de ahí su nombre, otra, cubierta la cabeza con un saco en forma
de capucha, la pisaba lo más posible, con el propósito de dimensionar la
capacidad de las Artes preparadas de las que ya hemos hablado.
H/
¡Bien me acuerdo, Madre! ¡Cuánto polvo respirábamos!
M/
Ya ves, estas condiciones de trabajo y otras muchas, nos forzaron a la pérdida
de la salud, pero no había otras, querido hijo y a más que pocos Carros
que llenar teníamos.
H/
¿Y el grano limpio ya?
M/
Lo recogíamos en Quilmas o Sacos. Las Quilmas eran de Lana o Lino y tenían
una capacidad de unas seis Heminas aproximadamente.
Luego el grano a moler, los más pudientes en Carro, cuatro, seis o más
Quilmas a la vez, las personas humildes económicamente, de una en una, a
lomos de la burra. Se aproximaba San Martino y no convenía descuidar el
engorde de algún Cebón, ni tampoco por supuesto, descuidar la preparación
del Horno, que se atizaría con Estepa y Roble, para hacer el pan de
harina de trigo blanco, que otros manjares escaseaban, pero el pan siempre
fue exquisito en nuestro Pueblo.
H/
Querida Madre, ¿Qué bonito relato, tan detallado, me has contado de todo
aquello que componía el recoger lo imprescindible para pasar el año, que
para más no daba?.
M/
Así fue seguramente durante siglos y lo que hace el haber vivido este
pasado, pues tanto han corrido las cosas que a su final llegaron, casi sin
enterarnos.
H/
¡Madre, debo dejarte y volver a mis ocupaciones, pues ya es demasiado
tarde y aunque este tiempo se me hace corto, sabes que mañana tendré que
madrugar y mi trabajo me exige tener la mente despejada.
M/
¡Lo se Hijo, lo se y como el tiempo es largo, continuaremos en otro
momento, así que deja el papel como está y que otra tinta escriba
posteriores relatos.
Día
Sexto:
La Juncar.
H/
Tengo un poco de tiempo y después de haber estado pensando en las cosas
que en nuestra niñez hacíamos, recuerdo haber disfrutado buenos
ratos en un lugar, hoy muy descuidado, pero en aquella época ciertamente
bonito, la Juncar.
M/
No había ni hay un lugar tan escondido, en los alrededores del Pueblo,
bordeado por mucha arboleda de negrillos chopos, algún álamo, propios de
los humedales y agua de la que este Pueblo es escaso.
H/
¡Madre! ¿Por qué este recóndito lugar lo apreciábamos tanto los niños
de mi época? ¡Claro está, que en los años de mil
novecientos cincuenta y hacia atrás se conservaba en mejores condiciones
higiénicas que ahora, verdad!
M/
El puente que sobre el Reguerón se había reconstruido varias veces
seguramente, las más de ellas sobre pilastras de negrillo o roble, de no
más de dos metros de altura por uno de ancho, el piso de Tapín
sobre un lecho de Ripia bien compacta y de unos cinco metros de largo,
suficientes para salvar el arroyuelo ciertamente bravo eso sí, en
contados días de lluvia. Era obligado camino para paso de personas
o animales de poco peso, pues la Juncar es un humedal y a tal requería si
se debía ir o venir a Navafría o Villcil o a las tierras de labranza,
desde el Talayón a la Vega de Villalboñe, pasando por el Alto de S.
Esteban y otros, lo que convertía a la Juncar en paso necesario y cruce
importante de caminos.
H/
Es un diminuto valle, pero muy visitado por críos y mayores en otros
tiempos, muy anteriores a los que yo viví como me contara Padre y que algún
recuerdo mantengo de mi niñez. Bajo este pequeño puente se formaba una
charca que mantenía el agua todo el año, de tal forma, que mientras la
vida del Pueblo giró fundamentalmente alrededor de la labranza, fue lugar
de esparcimiento incluido el baño en ocasiones para los jóvenes más
atrevidos, pues si bien no fue nunca el lugar apropiado, no había otro.
Al tiempo era uno de los espacios para lavar el Apañijo con que dar de
comer a los conejos, ¡Verdad Madre!
M/
Su atractivo seguramente mayor lo formaba este reguero (el Reguerón), que
según manifiesto retenía al agua durante todo el año y ciertamente
bastante limpia al recibir el agua que a través de la Vega de Villalboñe,
nacía en las tierras de Villacil, los altos de Villabente y Carbajosa,
hasta que un día el progreso lo desbarató. Al tiempo, la Juncar, además
de ser cruce importante de caminos, se convirtió, seguramente durante
siglos, en fábrica de Adobes, con que se construyeron buena parte de las
casas de Solanilla.
H/
Hablas de Adobes, Madre y quizás hoy día, ya haya personas jóvenes que
desconocen qué son y sobre todo cómo se hacían.
Y...¿Por qué en este lugar?
M/
Como toda obra y más cuando los medios eran escasos, nuestros Abuelos tenían
que aprovechar las condiciones que la naturaleza les brindaba y al tema
que nos ocupa, en este lugar se daban esas condiciones idóneas. Tierra
adecuada, agua abundante en tiempo de estío y una pradera suficiente, de
tal forma, que solo debían aportar al lugar, la correspondiente cantidad
de paja, a poder ser de Centeno, para la mezcla. Conseguido el
reblandecimiento de la tierra necesaria, con el agua que al lado hay,
previamente cavada y mezclada con la Paja, a poder ser poco molida pues su
misión era la unión del barro, se pisaba barias veces hasta preparar una
pasta, siendo la calidad del Adobe proporcional a la mejor homogeneidad de
esa pasta de barro conseguida. La masa suficientemente enjuta se
depositaba con la pala tradicional en la Adobera, pisándolo con la misma
pala y alisándolo por la parte superior e inmediatamente extrayendo la
Adobera hacia arriba quedaba la masa de barro sobre el suelo, formándose
en ese momento el Adobe. Luego, el siguiente y otro y otro más y así
cientos o miles, según las necesidades de la obra a construir.
H/
¿Cómo era una Adobera, Madre?
M/
Era una herramienta muy sencilla, Hijo, verás. Podía ser sencilla o
doble, según los casos. Estaba confeccionada por cuatro tablas, formando
un rectángulo o dos según el caso, en proporción de 25 por 30
aproximadamente o similares, para paredes de muro. Si dicha herramienta se
dividía a la mitad y a lo largo, estaría dispuesta para fabricar Adobes
propios para tabiques. Los Adobes dispuestos ordenadamente al sol, se
dejaban varios días, hasta que secos convenientemente, se apilaban a la
espera de su uso. Luego serían transportados en carros, hasta la obra en
construcción o en reserva para futuras necesidades.
Como te dije antes y ya conociste tu, el progreso que llamamos en estos
tiempos, en este, como en la mayoría de los Pueblos, muy mal conducido,
aunque no solo aquí por desgracia, vino dado por la instalación del
colector de aguas residuales, para dar salida al servicio del Pueblo,
siendo la Juncar el lugar de vómito de las aguas sucias. acabando con
cuanto de estímulo paisajístico pudiese quedar en el lugar.
Derruido el pequeño puente, hace ya años, sedimentándose las suciedades
en la charca, de en otros tiempos aguas limpias, sin ningún tipo de
depuración, allá por los años ochenta, quedando el enclave escaso de
arboleda en la actualidad, solo conserva de su primitivismo, los juncos
abundantes que sin duda debieron ser el origen de su nombre.
H/
Es una pena, querida Madre, cada vez que hacemos algo, destruimos parte de
la herencia más preciada que la naturaleza nos ha dado.
M/
Ciertamente que sí, es un correr desmesurado y alocado que nos hace dejar
a un lado las cosas que de siglos amaron nuestros antepasados y de las que
vivían sin destruir.
H/
Vamos a dejar para otro día lo que me insinuaste la pasada tarde, que
como siempre te repito, ya sabes de mis otras obligaciones y con más
detenimiento me contarás.
M/
¡Hasta cuando quieras, Hijo, te hablaré de otras cosas, el próximo día.
Día
Séptimo:
La Siembra.
H/
Gracias querida Madre, por aclararme tantas cosas, parte de las cuales yo
conocí, pero tengo algo confusas y si no quedan reflejadas, aunque sea
someramente, se perderán en el olvido, pues como hemos comentado tantas
veces, ahora las cosas corren que es un primor.
M/
¡No son muy importantes seguramente!
H/
¡Sí que lo son Madre!, pues la Historia de las Personas de Solanilla,
aunque insignificante, Tu me dijiste muchas veces que era lo más
necesario de conservar, pues de Ella debíamos aprender, para no cometer
las imprudencias que otros cometieron.
M/
¡Sí que es verdad!, cuanto te he dicho de esto y todas las pequeñas
cosas, hechas con cariño y recordadas de esta manera, hacen la felicidad
de todos, tienes razón Hijo mío, tienes razón. Aunque diminuto el
Pueblo, cada día más, debéis transmitir ilusión, los que aquí vivís
y mira, para que el pesimismo no se instale en el pensamiento te boy a
contar otras cosas que te gustará recordar y si antes te hablé de la
Trilla, primero debe hacerse la Siembra y de ella te boy a hablar.
H/
Ya veo que las cosas se ven de otra forma desde más arriba y recuerdo
cuando me comentaste al hablar de la Trilla, cómo debía Sembrarse,
terminado de las labores del Verano, la recogida de grano y paja y
aprovechando el tiempo que lo hiciese posible si las primeras lluvias lo
permitían, Uncir la pareja de vacas, previamente Cebada al amanecer y
cargando el Arado sobre el Yugo, caminar hacia la finca, objeto de las
labores de Rielva, de aquellas tierral que el Adil había dejado en
Barbecho el pasado año. Si la tierra estaba labrada con anterioridad, una
Bina adecuada sería suficiente para luego Sembrar.
M/
¡Veo que te recuerdas bien de aquellas labores, Hijo!
H/
Sabes que a mi nunca me correspondió tal cosa, Madre, solo lo que os vi
hacer a vosotros y a los demás Vecinos, por eso quiero que me hables Tu
de ella.
M/
La Siembra según Tu comentabas, preparada la tierra con el sudor de la
pareja de vacas y la del Amo que sujetaba la Manilla fuertemente con sus
brazos, consistía en esparcir el grano por la tierra, usando como
recipiente, una Quilma o Saco, atados dos de sus extremos y formando una
bolsa que se sujetaba con un brazo al hombro, dejando el otro libre para,
a ritmo acompasado, ir esparciendo el contenido del recipiente y así
cargando cuantas veces fuese menester con aquella pesada simiente,
previamente un poco Encalada y sulfatada, cubrir la tierra deseada. Cuando
los abonos químicos empezaron a venir de las minas del Sahara Español
por entonces los años de mil novecientos cincuenta, se esparcían de la
misma manera, transportado en Carro o Caballería hasta el lugar de
destino. Pero antes, seguramente siglos, el abono tradicional de
excrementos de los animales mezclado con paja, hierva sobrante, también
hojarasca u otros productos de la tierra, usados como mullido de los
animales en los Establos, servía como germinador único de toda clase de
simientes, desde los Cereales a las Legumbres. Este Abono natural se
transportaba en Carro hasta la tierra y era costumbre depositarlo en pequeños
montones equidistantes, usando para desalojarlo del Carro el Esbalagador y
que más tarde se esparcía con la Horca por toda la tierra de manera
uniforme. Estas labores por supuesto eran previas al trabajo de Rielva o
Bina, labores, cuya misión era múltiple, pues al tiempo se enterraba el
grano y el abono y la tierra así vuelta, se esponjaba y oxigenaba para la
mejor nascencia del simiente.
H/
Madre, ¿cómo eran los Arados de épocas pasadas?
M/
No te he contado verdad cómo eran, voy a intentarlo, aunque es
ciertamente difícil de describir.
H/
Al menos me daré una idea que pueda transmitir a quien esto lea.
M/
Pues bien, había varias clases de Arados y así empezaré por los más
antiguos que conocí. El Arado de madera, estaba formado
fundamentalmente por la Camba , trozo de madera en curva, empalmado a la
Vara mediante simples abrazaderas y a cuyo extremo, simulando una
cremallera, provisto de varios agujeros se introducía un Cabijo
como sujeción, para establecer mayor o menor separación de los animales,
en medio de los cuales se colocaba, fijándose mediante una Corra, al Yugo
que uncía la pareja de Vacas. La Camba era el soporte de las piezas más
importantes del Arado y así en el extremo de la curva que roza la tierra,
se instalaba un brazo igualmente resistente, en que se alojaba la Reja, única
pieza de hierro, en un ángulo apropiado, regulado mediante Cuñas para
dar la adecuada profundidad a la arada. En los laterales de este
robusto brazo se disponían, uno a cada lado, los Cabijos
correspondientes, cuya finalidad era abrir lo necesario el Surco a trazar.
En la parte trasera de la Camba, sobre la misma cuña en la que se alojaba
el brazo que sujetaba la Reja, también se disponía la Manilla, una
especie de S, uno de cuyos extremos se alojaba, como digo, en la Camba y
el otro hacía de guía, bien sujeto, según te dije anteriormente, por
unos brazos que en casos, retemblaban al surcar el terreno. El la antigüedad
eran este tipo de Arados debían servir para todo tipo de cultivos, pero
cuando empezaron a usarse los de Hierro, que te contaré, estos quedaron
para labores como la siembra de Patatas, o la siembra a Bayón, si la
humedad del terreno así lo aconsejaba.
Los Arados de Hierro, ya más perfectos, trabajaban mejor la tierra, por
cuanto disponían en el montante de la Reja, de una pieza muy importante:
la Vertedera. Esta pieza sujeta a la Reja, que ya formará parte de todo
tipo de Arados que en el futuro se fabriquen, es una plancha ondulada y
ovalada, que hace, al incarse la Reja en el terreno, voltear la tierra,
sacando a la superficie lo que la profundidad de la Arada permita y
enterrando cuanto en la superficie se halle.
Más tarde vinieron a completar estas Artes del trabajo, múltiples
variantes, como los Arados Reversibles, las Gradas y Cuatrisurcos, con
cuatro más rejas, cuya misión se encomendaba cuando el movimiento de la
tierra debía ser superficial, en labores de siembra para cubrir el grano
o simplemente para limpiar pequeñas brozas de hierba ligera. Luego con la
llegada de los Tractores, cuya potencia cada día es más feroz, estos
Artilugios multiplicaron sus brazos y posibilidades a la hora de trabajar
el campo.
H/
Todo esto, querida Madre, terminó a la llegada de estos monstruos de
remover la tierra y como tantas cosas, solo parecen una ilusión pasada,
ni Arar, ni Sembrar, ni Abonar se parecen en nada a los sistemas de hoy en
día, pues como Tu bien dices, estas máquinas de finales del siglo xx
todo lo engullen.
M/
El amor que antes se depositaba en el surco abierto, regado con el sudor
del Labriego allá quedó en el tiempo y rápidamente en el olvido. Allá
quedaron los almuerzos que la mujer preparaba de mañana y a buena hora,
Ella o sus Hijos más pequeños, llevaban al Campo, donde el Amo de la
Casa, reposaría unos momentos, para resarcirse del cansancio, engullendo
aquellas viandas de sopas o garbanzos según la hora y un torrezno sabroso
aderezado con perejil y al tiempo dar descanso a los animales y quizás un
poco de hierba y agua, para luego empezar nuevamente el monótono
arrastrar del Arado.
H/
Dicho de esta forma, querida Madre, los sentimientos afloran y aunque ya
no los podemos compartir, quedan bien reflejados en estos textos, ya que
el trabajo de tantos años, era posible más por el empeño en llevarlo
adelante que por el rendimiento que reportaba a nuestros Abuelos, más por
el amor a los suyos que por que por el interés.
M/
Cuando tengas un poco de tiempo para pensar, te explicaré todavía cosas
de este Pueblo, que al menos los Jóvenes de hoy no conocen y de tal
reflejarás las que te gusten.
H/
Bien, pues otro día te pediré que me cuentes algo de la alimentación de
antaño, cuando tan solo disponían de los medios propios de la tierra y
esta siempre fue escasa en producir. Así pues, hasta otro día
Madre, que aquí dejaré la redacción y de aquí partiremos otra vez y me
hablarás en primer lugar, el próximo.
Día
Octavo:
De las Norias del Vago Arriba.
M/
No hay mucho que decir de estos Pozos, que de manera especial se habían
perforado, primero haciendo una Calicata para ver las posibilidades del
futuro manantial, tres o cuatro metros o quizás más de excavación,
lo más reducida que la seguridad aconsejaba, en estas tierras de las
Baqueras, el Vago Arriba, El Caño, el Secadal o las Fontanillas y que de
siempre fue zona de manantiales a escasos cuatro o seis metros, que era la
profundidad de todas estas perforaciones. Para la tierra de secano a la
que pertenecemos, propia de la Sobarriba por otra parte, era ciertamente
esta parte un tanto privilegiada y así como te cuento, fue donde los
Abuelos debieron empezar las simas que les avisasen de un posible
manantial que les permitiese cultivar unas pocas hortalizas para el
consumo de la familia que desde luego, siempre era numerosa y necesitada.
La verdad es que todo aquel trabajo ya de poco sirve hoy día, pues apenas
un par de vecinos, eso sí con gran esmero, siguen labrando algunas
heminas alrededor de los Pozos que han heredado.
H/
¡Claro que sí, Madre! Eusebio y Amable desde el mes de mayo a octubre
tienen a diario la ruta fijada y no solo eso, sino el trabajo que arar,
regar y limpiar de maleza, les acarrea el cultivo de hortalizas de todas
clases, que con la sabiduría que la experiencia da, laboran. ¡Ha!
¿Y de qué buena calidad producen su cosecha Madre? escasa en productos
químicos y sulfatos y tratados con abonos naturales, de los que ya me has
comentado en otra ocasión, pero estas labores, como es de siempre tenido
en cuenta, dan más trabajo que beneficio, se pone más ilusión que
ganancia, más entusiasmo por la calidad que medida del tiempo empleado.
Siempre fue así en estas tierras, cuya producción propia, siempre
escasa, apenas si daba para pasar el año sin necesidades.
M/
Como te estaba diciendo, sobre los terrenos en que mayor profusión de
Pozos había, cave destacar que no son terrenos fuertes sino más bien
pedregosos y flojos pero que ciertamente mantienen bastante tiempo las
aguas que reciben, por tanto son frescos y no necesitan gran cantidad de
riegos, pues absorben con presteza la humedad. Así pues son terrenos
buenos para los cultivos de patatas, legumbres y hortalizas en general.
H/
O sea, querida Madre, que las tierras de las Baqueras, Fontijable o el
Vago Arriba, de secano por supuesto, escasas en apariencia pues Centenales
las llamaban por tal, con un poco de agua se transformaban en las huertas
de Solanilla.
M/
De esta zona se sacaban rendimientos al esfuerzo del manejo de la Azada la
Pala o el Escabuche, que en otras tierras no se daban y que desde luego no
todos los Vecinos disponían de tierras en esta zona y mucho menos de
Pozos, como puedes suponer. Mira, en esta zona que la memoria
denota, tenían Norias: tu padre Dacio, el Tío Mateo, el Tío Damián, el
Tío Nicasio, Tío Jilón, tu otro abuelo Jacinto, Abundio, el Tío
Santos, Virgilio, el Tío Sergio y seguramente algún Vecino más, en la
extensión de va, de las laderas del sur de la Cota, al lado de las
Rutiellas de olvidado nombre, hasta el Secadal, límite al Reguerón que
cruza el Canal de Arriola que discurre entre las Murias que dividen los
Municipios de la Sobarriba y el Condado.
H/
Por cierto Madre, hoy es día nueve de mayo y Pili me recordaba anoche
esta fecha, que este año ya no podremos celebrar y aunque nada tiene que
ver con las Norias, debo escribirlo aquí para el recuerdo propio, pues Tu
eres la protagonista y por tu boca hablan las historias mismas que
aquí se reflejan.
M/
Aunque ya no estemos los Protagonistas principales de estos relatos, no
por eso debes de seguir intentando que ellos hablen por nosotros, por
tanto adelante con cuanto recuerdes, que el resto nosotros lo dejamos
escrito en cuanto os rodea y de lo que tendréis que aprender para el
futuro.
Día
Noveno:
El Recuerdo de las Tejeras.
H/
Cuando de niños nos entreteníamos, jugando a las Canicas o al Guá, como
decíamos nosotros, las Bolas que usábamos se rompían con facilidad,
pues nuestros ahorros no alcanzaban para comprarlas en León y por tanto
eran de fabricación propia y tan pronto se deterioraban, eran sustituidas
por otras.
En el horno de la cocina o al pie de las brasas del fogón, previamente
amasado el barro de la Jana, las Barreras o los Pozos, con las palmas de
las manos hasta dejar una bola lo más compacta y enjuta, aunque su
redondez dejase tanto que desear evidentemente, se introducían estos
pequeños buñuelos de barro hasta su coción y de la dureza
conseguida en el proceso, dependería el aguante de esas bolas, en los
envites de los compañeros, que en el feroz toqueteo de la competición
hacia el Hoyo, tendrían que soportar, para conseguir finalmente
introducirlas en el Guá.
M/
Has mencionado un Barro o mejor dicho unas tierras muy especiales,
situadas en la parte Nor-Este del Pueblo, son en buena parte de una
Arcilla, a veces rojiza y a veces de aspecto calcáreo, que por ende aquí
abunda este elemento, filtrándose en los residuos del agua que bebemos.
Pues bien, estas arcillas son muy compactas y propias para el juego que
mencionamos y aunque áridas para la labranza y por tanto escasas en
vegetación, aguantan rocosas las inclemencias del tiempo, lo que hizo,
quizás durante siglos, que se emplearan en la construcción, para hacer
Tapiales y en seguramente rudimentarias Tejeras, hacer lo propio, de este
barro y seguramente Ladrillos para los Hornos de Pan, los pisos de alguna
Cocina o algún menester para los más pudientes del Pueblo o sus Vecinos.
Tal debió ser así, que aún se conservan hoy día pequeños huecos en
estos parajes símbolo de lo que serían aquellos hornos de Teja, que
nuestros Abuelos nos trataban de detallar y que ellos vagamente
recordaban, dos de ellos al menos en la zona de los Pozos y que en sus
inmediaciones se pueden reconocer, restos de aquellas incipientes
industrias.
H/
Cierto es, que como dices, querida Madre, aún hoy se conservan en torno a
estos angostos y ya superficiales pozos, restos de cerámica que
testifican, lo que en muchos años atrás debió ser cierto, que según
cuentas, que a la hora de hacer una Casa, prácticamente se autoabastecían,
los Cantos rodados para los cimientos aquí siempre han sobrado, la tierra
para los Tapiales y los Adobes de los que ya hablamos otro día, la Madera
de Chopo, Roble o Negrillo, hasta los años cincuenta de este pasado
siglo, siempre abundó para hacer vigas, postes, ripia para la cubierta,
etc. y por lo que hoy me has contado, las Tejas para las cubiertas y con
lo que suelen durar las bien cocidas, podríamos hablar quizás de que el
agua de la lluvia de los años dos mil, sigue corriendo por las canales de
algunas Tejas fabricadas, seguramente hace siglos, aquí en Solanilla.
M/
Pudiese ser así, nada extraño sería, las necesidades y falta de
recursos de transporte yen general económicos explican los hechos
relatados.
H/
En esta zona, en la parte más al norte, se hallan la dos únicas Bodegas
perforadas en tierra, ya en muy mal estado.
M/
Sus dueños hace tiempo que no las usan, ni se deshacen de ellas en favor
de alguien que realmente les interesase, ni las acondicionase y de esta
manera su suerte, parece estar echada y su destrucción asegurada, ¡con
lo que debió costar, al Tío Cruz y al Tío Solutor, picar aquella
Arcilla tan consistente y que tan bien conservarían el vino fresco! ¡que
tiempos aquellos!
H/
¡Que distintos eran! Si aún a nosotros nos cuesta trabajo reconocerlos.
M/
Si, Hijo si, y alguna necesidad, como ya hemos comentado, en la casa de
algunas familias pero estas y otras cosas, ya te contaré el próximo día,
que ya te encuentro cansado y tampoco tenemos tiempo para agotar.
H/
Bueno Madre, pues hasta que surja otro rato, que el tiempo nos lo permita
y al menos yo pueda dedicarte unos minutos que Tu siempre mereces, por
supuesto.
Día
Décimo:
Días de regocijo en la vida de este Pueblo.
M/
De tarde en tarde, Alforjas a hombros de la Caballería de cada uno,
camino del Molino generalmente y dos horas de camino más o menos, el
destino de cualquier viandante era León, la ciudad. Un poco de aceite,
unas conservas de escabeche o un pedazo de buen bacalao desde luego, unas
zapatillas, unas castañas y unas nueces en la época y tal vez todo ello
acompañado de la necesaria visita al médico para ver cómo iba aquel
dolor que no acababa de quitarse y que la mala vida que se llevaba,
incrementaba sin remedio.
H/
¿Siempre teníais que ir a León a comprar? Pues recuerdo de niño como
venían, al igual que lo hacen hoy, vendedores ambulantes.
M/
Cierto es, que así de vez en cuando, venía el Tío Mirantes a vender
pescado y ¡que pescado!,con su burro y una caja de chicharros o sardinas
a cada lado del seco espinazo del animal, roído y empostillado por las
rozaduras de las tablas que sobresalían de aquella Jalma amañada al
caminar y un enjambre de moscas a su alrededor y como paño, para la
limpieza se sus manos por si faltaba algo, las Serdas del rabo de aquel
Pollino.
Y sobre el cuello del animal o entre las cajas, la Romana para la pesanza,
cuyas muezcas desgranaban de cuarto en cuarto, el peso de aquel verdel de
ojos mustios por el tiempo transcurrido desde su captura, ¡Dios sabe
cuando! o los gramos que un kilo de sardinas contenía y que el ama de
casa pagaba para saciar el apetito de la larga familia los días obligados
de abstinencia y que no eran pocos al año, si la Bula de ello no les
libraba.
También nos servían algo de ultramarinos, aceite a granel o enlata, toda
ella de olivo y de muy buena calidad desde luego, azucar, chocolate, sal y
pimiento para la matanza y el resto del año, alguna conserva en vinagre y
en de Tino de madera, bacalao autentico de Escocia, algún par de
zapatillas y poco más. En un carro y arrastrado por un caballo, ¿cuántos
productos podía vender el Tío Manolo de Villaseca? ¿Y más tarde por
los años de 1950, Ovidio el de Valdefresno, que logró comprar un coche
de no se que mano y por los caminos de este Ayuntamiento, dejar las ruedas
entre los baches, las piedras, el polvo o el barro, en su afán de
“sacar un duro” que nunca logró. En los estribos del coche en marcha,
montabais los niños, provocando rabia y algún otro desdén a su dueño,
que nada podía hacer, mas que conseguir que el vehículo no se parase,
tal era la velocidad que adquiría aquel vetusto automóvil, pionero eso sí,
en pisar los caminos de esta Tierra de la Sobarriba.
H/
Así pues, la venta ambulante por aquí, hace muchos, muchos años que se
practicaba, verdad Madre, pues a lo que parece, la cercanía a la Ciudad
ayudaba a estar ciertamente abastecidos de lo necesario.
M/
Sí si, lo que solía escasear era el dinero, aunque esto no era novedad
en muchas casas y así lo necesario, a veces se convertía en vital, de
forma que otros ambulantes completaban este proceso, llamémosle de
supervivencia en cadena, como en toda buena sociedad y como te contaré a
modo de ejemplo, cualquier hojalata o aro de hierro u otro metal eran
guardados hasta la llegada del Chatarrero, que periódicamente también
llegaba y por estas chatarras se conseguía alguna cazuela, algún
cubierto, una sartén u otro útil de cocina.
Generalmente en la Solana extendían sus mercancías y las Señoras de la
casa acudíamos a ver si algún ajuar estaba al alcance de nuestras
posibilidades y con aquella chatarra y alguna “Perra” que seguramente
habíamos conseguido con la venta de un par de docenas de huevos o un buen
Pollo, adquirir lo más imprescindible, pues este de siempre apreciado
Pollo, sí que era de corral y en prueba que algún hambre también
le hubiese tocado pasar al animal, escarbando el estiércol del Corral,
una y mil veces, hasta dar con el grano defecado en la boñiga de nuestras
vacas.
H/
De niños todo esto nos divertía y no parecía en absoluto que fuese síntoma
de estrechez económica, mas al contrario, día de cierta fiesta se
reflejaba en el entorno de cualquiera de estos ambulantes.
M/
Ilusión de niño, que en aquellos tiempos de cortedad, se satisfacía con
facilidad.
H/
Más Gentes se buscaban la vida al trueque de mercancías, pues esta forma
de proceder, ya sabemos viene de antiguo, pero contamos tan solo lo vivido
y aquí trato de reflejar cuanto tu me cuentas.
M/
¡Pues escucha y te contaré!, de tanto poner al fogón aquellas primeras
ollas y platos de porcelana y de recibir golpes por doquier, se perforaban
y era en consecuencia, el Hojalatero quien taponaba aquellos poros a veces
más que eso, con los remaches apropiados y si no, que se lo preguntasen a
Sindo “el hojalatero” que era de Moral del Condado y que no solo hacía
reparaciones como digo, repartiendo su tiempo por los Pueblos limítrofes
y así era un ambulante más, sino que hacía nuevas Lámparas y Faroles
que hoy son apreciados, Aceiteras, Candiles y otros utensilios
generalmente para la cocina, propios de antaño y que por falta de
posibles económicos, sustituían a otros de materiales más nobles,
haciendo olvidar el viejo refrán por imposible “si buena es la
hojalata, mejor es plata”, por pura quimera.
Día
Undécimo:
De la Salve a la Virgen y otras tradiciones.
H/
No se, que pedirte, que me cuentes Madre, pues tu seguramente recuerdas
tantas cosas que a mi se me han olvidado unas por el tiempo y otras porque
nunca viví, de forma que no sabría proseguir estos relatos sin tu ayuda.
M/
Bueno, no tengas prisa, date cuantos respiros debas como vulgarmente
decimos, pues es un defecto de los tiempos en que vuvimos que a nada
conduce, llevando a todos a una carrera sin fin. Ya te contaré, cómo
cuando yo era una niña las Gentes tenían tiempo para todo.
H/
Es verdad Madre, cuántas veces lo repetimos, pero nada hacemos por
remediarlo y así la sociedad nos arrastra, no disfrutando de las cosas de
la vida.
M/
Hace muchos, muchos años, de las Gentes de la Ribera del Porma te hablo,
desde Vegas a Villafruela y te digo esto como ejemplo de la concepción
que del tiempo tenían aquellos hombres y mujeres, que cuando las
necesidades les llevaban a tener que emprender viaje a la Ciudad, por
supuesto en caballería o a pié, siempre tenían tiempo añadido para
hacer un alto en el camino, en la Iglesia de Villalboñe y voltear las
campanas.
H/
Se lo escuché muchas veces a Padre, al tiempo que una oración les unía
en el recorrido según me contaba.
M/
Pues como te iba diciendo estas Gentes, que solían madrugar mucho, bien
al alba hacían sonar las Campanas de la Torre, que en días de Feria
duraba horas, pues al repicar de unos, se sumaba el de los siguientes y de
esta forma los Mozos, que en aquella época eran una multitud, daban buena
cuenta del acero de los Vadajos, haciéndolos vibrar en la cavidad de las
Campanas, que unidos a ellas estaban, por un recio miembro de buey. No se
de donde sacaban fuerzas, pues a veces lo repetían a la vuelta, haciendo
bueno el refrán “hace más el que quiere que el que puede”
H/
Parece que nunca tuviesen prisa.
M/
¡Arre burra, arre!, como en el Villancico, repetían una y mil veces la
frase, ¡Vamos, vamos! ¡Ale, ale! que hay que abreviar el camino. Más
adelante ... ¡Buenos días Tío Patricio!, ¡Qué bien se ven a
esos hijos! ¿ y Castor?, ¡se le ve sano como un roble!, ¡seguramente la
próxima semana traiga algo pa moler!, aunque poco queda en la Panera,
bueno poco es un decir, que poco ya era cuando estaba llena. ¡Ahora ya te
dejamos que vamos pa la Ciudad, que aún nos quedan estos trozos de camino
que se hacen eternos!. Así eran aquellos tiempos, cuando a las Personas,
cualquiera que fuesen, el cruce con el vecino o aún con el desconocido,
obligaba a un saludo y a unas palabras de amistad.
Y otra vez ¡arre, arre! camino ya de Villavente, que está próximo el
Portillín y se unen otros viandantes, que desde más al sur, acortan su
camino a través de Navafría o Villacil, procedentes de Santibáñez,
Santa Olaja o Secos.
H/
¿Entonces Madre, las Gentes de estos Pueblos viajaban también con
frecuencia a León?
M/
Claro hijo, como te estoy contando, ellas también tenían necesidades y
la Ciudad era el lugar más próximo para adquirir cuanto se necesitaba,
al tiempo que el lugar más apropiado para dar estudio a algún hijo
privilegiado, debiendo atender sus necesidades con periodicidad, lo que
requería estos sacrificios, también como ya te he comentado ¿dónde íbamos
a recurrir en caso de enfermedad, que no fuese a la Capital? y aunque
esporádicamente el médico se acercaba a los Pueblos, era imprescindible
algún desplazamiento, con lo penoso que a veces resultaba cuando teníamos
que ir al hospital, por ejemplo o situaciones penosas.
Pero bueno, dejemos estos recuerdos que a nada conducen y te seguiré
memorando los que merece la pena y de tal pequeña comitiva de Personas o
de una en una en ocasiones, llegaba al Alto del Portillín. Un respiro se
apoderaba de los transeúntes y por aquel camino y la senda que menos
zigzagueante transcurría entre las lomas de la bajada, que los de a pié
solían recorrer, el silencio se hacía y chicos y mayores en días
despejados, fijaban la mirada al horizonte, divisando sin duda más
erguida que hoy, La Catedral. Al fondo, a lo lejos la Virgen del Camino,
motivos más que suficientes para rezar una ¡Salve!. Era un rito, una
canción que hacía más fácil aquel descenso de los animales, los carros
y las Personas.
León ya está a un paso. Dos, tres kilómetros, más o menos y las
Posadas para los animales que había cerca de la Plaza Mayor y la Catedral
eran tomadas por los que mucho habían recorrido y necesitaban de
alojamiento.
El
tiempo pasaba rápidamente para cuanto hubiese que hacer y pronto, casi
nada más comer en alguna tasca del Barrio Húmedo o los alrededores, de
nombre bien conocidas, el Besugo, la Gitana, el Descanso, Luisón y
algunas otras, había que emprender regreso a casa, que el cansancio y la
distancia de la vuelta, acortaban la tarde a paso rápido.
H/
Contadas así estas andanzas, en la distancia, parecen tan hermosas
querida Madre y recordarlas en la distancia, causa sensaciones de placer.
M/
¡No Hijo, no! Más bien penosas, pues como ya te he comentado en
ocasiones, no se solía visitar la Ciudad por diversión y por tal eran
espaciados los viajes que casi siempre fruto de las propias necesidades
los hacían obligados, sin embargo si debe decirse que algún deleite, en
pequeñas adquisiciones se conseguía, de forma que el viaje fuese
provechoso con la compra de una tela para una bata o un mandil, unas
zapatillas o una camisa para el mayor de los hermanos, que ya sería de
provecho para el resto y cosas así por doquier.
H/
Vistas de esta forma las cosas, ciertamente no son tan agradables.
M/
En días de mercado, la relación con las Gentes de otros Pueblos de la
Provincia, era de agradecer en las tertulias amenas, entre cereales o
animales a las venta, allá bajo los soportales ya desaparecidos de Santa
Ana, la Plaza del Grano (del Mercado) o la Plaza Mayor, la Plaza del
Conde, la del Mercado de ganado, donde cogíamos referencias del precio de
los cerdos o los terneros, pues a lo mejor estaba parida la cerda de casa
y convenía estar al tanto, para poder sacar un duro si la ocasión lo
requería, pues la falta de ingresos, quizás para pagar la tierra que habíamos
comprado, lo requería con apremio.
H/
Permíteme, querida Madre, dejar para otro día nuevos relatos, pues
recordando algunas cosas que en mi niñez también viví, se nos ha pasado
el tiempo y mira que hora es ya pues de mañana hay que iniciar la jornada
a muy pronta hora.
M/
Ya se que esto te apasiona, pero tienes razón y por tanto lo dejamos
ahora mismo, que bien se de tus labores y como de siempre se decía “hay
más días que ollas” así que hasta mañana Hijo, hasta mañana.
H/
Bien sabes como dices, que estos relatos me entusiasman y me encanta
cuanto me cuentas en estas veladas, pero ahora soy yo quien necesita el
descanso y aunque lo describa más adelante, jamás lo olvidaré, así
pues hasta cuando el tiempo me permita unir a Ti mis pensamientos.
Día
Duodécimo:
La
Luz.
M/
Mucho hemos hablado y de tantas cosas, pero siempre algo de lo vivido se
queda en el subconsciente, que no por ser cosa normal hoy día, lo fue en
años no tan lejanos. Lo que ahora damos escaso valor
ordinariamente, cuando yo era una niña, recién estrenado el siglo xx,
fue indiscutiblemente un gran avance para el bienestar de estos Pueblos y
de cualquier otro, por supuesto.
H/
¿Qué es tan importante Madre?
M/
¡Pues verás! Yo tenía cuatro o cinco, por tanto no me alcanza la
memoria después de ochenta años, pero te contaré, que los Abuelos en la
austeridad de los primeros años del siglo XX nos susurraban al resplandor
de las velas y los candiles, las reglas de las matemáticas o las cuentas
del rosario en aquellas noches eternas y aquellas familias más pudientes,
a la luz de los faroles de aceite el petróleo o el carburo, igualmente
dictaban a sus nietos queridos, los cuentos de las “Mil y una noches”
o aquellas poesías satíricas, que la juventud inventaba para
inmortalizar las andanzas de la criada y el Cura o el Maestro al que sus
alumnos trataban de sacar de quicio ridiculizando sus descuidos, claro es
que a sus espaldas. Todo esto, que revestía un alo de misticismo propio
de aquellas épocas, se transformó con el paso del tiempo y el día se
hizo más largo, dando paso de estas formas de alumbrado que durante
siglos debió usarse, a la llegada de una nueva visión de la realidad al
contemplar las cosas casi idénticas día y noche, gracias a la
electricidad. Los objetos de la casa, vieron sus primeras sombras, con
los resplandores de las débiles bombillas de quince vatios, no más
al principio, que pudieron ir instalando en aquellas cocinas de fogón y más
tarde en alguna habitación. ¡Lo nunca visto Hijo, lo nunca visto!
H/
Me contó Ovidio no ha mucho, que a sus años posee una espléndida
memoria, que esto de que me hablas empezó en el año 1923, lo que
concuerda perfectamente con tus recuerdos Madre.
M/
Seguramente si y estos Pueblos de la Sobarriba debo añadirte, que fueron
ciertamente privilegiados, al disponer en aquellos años, de este
incipiente servicio en sus domicilios. Te contaré. El Tío Florentino de
Barrio, cuya herencia económica debió ser grande y que es conocida por
aquí, no lo fue menor si consideramos la del servicio al desarrollo que a
estos Pueblos prestó y en su haber cabe el que mediante un
“salto”, de agua, al cruce de la carretera de Boñar por término de
Ambasaguas, que arrastraba una presa que del Río Porma tomaba,
construyó una pequeña Central térmica, para la producción de energía
eléctrica, que en aquellos tiempos empezaba a desarrollarse con escasos
medios, muy primitiva ciertamente pero eficaz, en el término territorial
de Ambasaguas. Debieron instalar tendidos de cable por toda la Ribera del
Porma y también por la Sobarriba y así nos empezamos a comparar en algo
importante, a los vecinos de la Ciudad. Cierto que entre las pertenencias
del Tío Florentino y por tanto seguramente sus prioridades, estaba el
Molino de Carbajosa, al que suministraba la necesaria energía para su
funcionamiento y explotación y esto acercaba más los intereses de aquí.
H/
Cierto que la electricidad es algo insustituible en la sociedad de hoy y
que en poca estima tenemos cuantos hemos nacido alumbrados por ella y que
en esos años veinte del pasado siglo, debió suponer una verdadera
revolución en todos los órdenes de la vida.
M/
En la calle de la Cruz, al lado del Caño de la Pozona, frente a la casa
de Julián y Anuncia, en al solar que pertenece a Modesto, estuvo
construido el primer transformador que repartía la energía procedente de
Ambasaguas, por el Pueblo de Solanilla. Años después construyeron
otro nuevo tras el Alto de la Varga, en Fontevela, que creo servía para
cubrir las necesidades de este Pueblo y el de Villalboñe. Más tarde y aún
se conserva hoy, debió ser necesario construir otro inmueble en forma de
Torreón de cinco o seis metros más o menos, en el Camino de los Pozos,
en la actualidad pertenece a los hermanos Fidalgo, tras un acuerdo del
Concejo Vecinal, hace ya bastantes años. Actualmente se cubre este
servicio, desde unas instalaciones, sobre postes sencillos de hormigón,
al lado de la Iglesia del Pueblo, en una parcela de Francisco Llamazares.
La energía eléctrica, ya no viene del Curueño, los postes de madera de
pino recocidos, fueron sustituidos por otros de hormigón y de hierro y
los tendidos de hilo de cobre fino por otros de más capacidad, para
cubrir la infinita mayor necesidad de consumo, la Fábrica del Tío
Florentino, terminó por engrosar la empresa León Industrial y esta
ser engullida por Iberdrola, pero a aquellos hombres les debemos mucho sin
duda.
H/
Realmente siempre ocurre, que cuando conseguimos algo, del orden que sea,
lo valoramos escasamente y así pasa siempre, antes y ahora, Madre.
M/
Hay más lugares en los aledaños del Pueblo de Solanilla, que aunque
todos sus Vecinos conocen, los más jóvenes no saben de los usos de
antaño y como es lógico, el paso del tiempo y las costumbres borra. Mañana
te prometo contar, lo hermosa y a la vez mortal que puede ser una flor,
eso querido Hijo, será mañana.
Día
Decimotercero:
De los sinuosos Caminos de la Cota.
H/
No es una zona inmensa, quizás no tenga más de 10 ó 12 kilómetros
cuadrados, no lo se, pero eso no le quita su interés agreste, su reserva
durante siglos de leña para el fuego, pastos para el ganado y escondite
para la caza, que entronca por el norte, con parajes de colinas de monte
bajo, que no es desde luego de gran frondosidad, ni tiene especial
atractivo por su agrestividad, ni siquiera por sus especies
forestales, pero no tenemos otra y si miramos hacia el sur, podemos
considerarla un privilegio, al ser la última reserva en cientos de kilómetros,
que separa el Monte, de la tierra de la Rivera o el Páramo.
M/
¡Qué verdad es esto! Los Vecinos de los Pueblos de la Sobarriba que están
más al sur, en ocasiones nos llaman a los de Solanilla o Villalboñe, los
“del monte” y bien quisieran antiguamente haber tenido al lado, esta
reserva de leña para los hogares, pues aquí venían a comprarla, si bien
de donde se surtían abundantemente, era de las “suertes” del Pueblo
de Villafeliz, cuyo monte es más rico que el nuestro, en producción de
madera, en su mayoría de Roble.
H/
¡Entonces, este monte! ¿para qué se aprovechaba fundamentalmente?
M/
Lo que hoy es abandono, por la forma de vida distinta y de la que tanto
hemos hablado, le ha tocado de lleno a La Cota.
H/
¡Muy abandonada está!
M/
Nadie necesita lo que allí se produce, los Pastores de ovejas arriendan
las tierras de siembra y nada aprovechan del monte, ni las hiervas ni la
hoja, que en la antigüedad se podaba y recogía para pasar los días de
lluvia y nieve, sin sacar los animales de casa. Las vacas hace igualmente
muchos años que no visitan estos mismos pastos. Tan solo la Caza, es
fruto rescatado de entre el Roble y la Estepa, que por cierto esta especie
forestal, se está apoderando a pasos agigantados del terreno, por la
desidia se los propietarios, haciendo de la nula rentabilidad, un riesgo
cada vez mayor, de incendio. Sería trágico para la Cota, que algo así
se produjera, por cuanto, las plantas de Roble que son su verdadero valor,
se ven asfisiadas por la maleza, pues hoy día, nadie necesita la leña
para el hogar, de ahí el desinterés y de otra parte, los últimos años
han sido escasos en lluvia, lo que origina que las plantas crezcan muy
lentamente. La Cota es un oasis al norte de la Sobarriba, que no da dinero
a sus dueños, pero tampoco les perjudica, es reserva de Zorros y Jabalíes
y el Lobo tiene guarida en tiempo de invierno con facilidad.
H/
¡Madre!, ¿recuerdas las batidas que se daban cuando nosotros éramos
unos niños?
M/
Los lobos, en alguna época de antaño, proliferaban por estas tierras
desde la montaña y hasta bien entrada la meseta, el hambre les hacía ser
ese temible animal de los cuentos. No era extraño por tanto, que
abundasen en este extremo de vegetación que mantenía La Cota. Así
esta aversión a estos depredadores removía los ánimos de niños y
mayores, cuando periódicamente, de Pueblos Vecinos más al norte, venían
a “pedir para el lobo”con un animal abatido, paseándolo a lomos de un
equino o a hombros de los mozos por las calles y recogiendo cuanto el
Vecindario les ofrecía, unos huevos, unas monedas, etc. etc. Toda
esta parafernalia de la época, era corroborada por la matanza de ovejas
en el campo y en los corrales, tal debía ser el apetito de aquellos
sanguinarios lobos. Es muy cierto que todos los años, al Tío Cruz le
llevaban alguna oveja y también alguna burra sucumbió en las fauces de
estos animales, que no reparaban en las cercanías del Pueblo, cuando de
robar el mejor ganado a sus dueños se trataba.
H/
¡Claro, la proximidad de la Cota atraía a estos animales sin duda!
M/
¡Mira Hijo! En esos versos que escribiste, dedicados a la memoria de
nuestros Mayores, hablas de la Flor de la Estepa ahora que recuerdo, pues
es cierto que mucho cuidado debía tener el Pastor, para que en los días
de floración de esta mata cistínea, no entrase ovino alguno en la Cota,
en la que abunda como hemos dicho, pues la ingesta de los brotes y la
flor, eran mortales para los animales, pues les producía un “tapón”
en su aparato digestivo, que no eliminaban.
H/
¡Pero la estepa también se aprovechaba!
M/
Hasta que se dejó de amasar el pan en cada casa, la estepa era una leña
apreciada por las calorías que desprende, por tanto se recogía como la
demás leña, con cuidado y tanto sus ramas como su cepa eran apreciadas.
H/
Como es sabido, nuestra tierra es de secano, pero cuando el tiempo es
propicio y llueve o nieva, se forman pequeñas lagunas por doquier y de
esta suerte, en lo más alto de la Cota se aglomera en los inviernos el
agua suficiente para formar una pequeña charca, que de siempre se
refirieron a ella nuestros abuelos, como “la Laguna en medio”y es
centro de vida de liebres, conejos y aves que crían en estos parajes y
que beben en ella mientras conserva la humedad suficiente, que llegados
los meses de estío, lo mismo que se llenó, se va.
M/
Sin suda que de hemos hablado bien de la Cota y lo merece, aunque cuando
los Padres de antaño querían asustar a los pequeños, también la Cota
era lugar común y así se amenazaba con... ¡te llevo pa la Cota! si no
eres bueno o no comes los garbanzos. O, ¡ves allá a lo lejos el lobo,
entre las matas de la Cota!... Si no bienes ahora pa casa, vendrá por ti.
De todas formas, lo que siempre estaba claro, era que S. Esteban, Sto.
Tirso, S. Blas y Sta. Águeda, pasaban el año “tras la Cota”
entreteniéndose preferentemente en juegos de cartas, a la espera de que
el calendario cumpliese las fechas, en que debían presentarse en sus
respectivos Pueblos, para la celebración de sus onomásticas y el
alborozo de chicos y mayores.
H/
Sin duda la Cota fue siempre lugar un tanto misterioso, como todo monte
que se precie, donde algo de leyenda viene bien para su realce.
M/
Antiguamente eran muy dados a la mitificación de la realidad, pero esto
formaba parte del ser de la sociedad de siglos atrás y la Cota lo ha
merecido siempre, por ello debe quedar reflejado, que lo recibido de
nuestros mayores, siempre te he dicho, debe conservarse, real o ficticio.
Si algo más se me ocurre te contaré otro día, que ya es tarde para ti
aunque a mi, se me hace el tiempo, nada. Así que lo dejamos ya por hoy,
querido Hijo.
H/
¡Si Madre, si! Hay más días, como decimos, para el afán.
Día
Decimocuarto:
La Herencia recibida.
M/
Las Gentes de antes, siglos atrás, eran además muy trabajadoras y aunque
con otra concepción totalmente distinta de la propiedad, tenían muy
arraigado el sentir de la pertenencia de la tierra y a ella misma, no solo
como algo privado, sino en lo que concernía a las posesiones Públicas y
al arraigo, como forma social de la pertenencia al Pueblo y a la
ascendencia recibida, de igual manera que sus habitantes, siempre han
considerado la dignidad de su procedencia y así lo han defendido. De esta
forma de concebir entre otras, las formas económicas de la producción,
debía partir la defensa a cualquier precio las herencias recibidas de sus
antepasados, tal es así, que es una buen explicación del por qué nos
han llegado a nosotros, bienes que de otra forma no hemos merecido y que
se escapan de los posibles actuales y de las actitudes, en la concepción
de la pertenencia de la Propiedad.
H/
Si no te he entendido mal Madre, ¿quieres decirme, que lo que
tenemos Propiedad del Pueblo, ha sido gracias al esfuerzo y generosidad de
nuestros Abuelos?
M/
¡Está muy claro Hijo, está muy claro.!
H/
La manera en que tratamos las cosas en la actualidad, no favorece la
posesión de Bienes Comunes, desde luego.
M/
¡Ya!,.... pues aparte de los orígenes de las Propiedades, que en la
mayoría de los casos, nos son desconocidos, lo cierto es que ya desde
hace muchos, muchos años, esa herencia ha ido mermando, en cuanto a
posesión de tierras se refiere, pero no es menos cierto, que a medida que
la sociedad fue cambiando, las prioridades del Pueblo también lo hicieron
y en casos puntuales, las tierras fueron permutadas por otras posesiones
no menos valiosas que lo justificaban. Ya nos hemos referido en este
sentido, al reparto de tierras para construir la Escuela, dando prioridad
con muy buen sentido, al saber antes que al tener. Otro ejemplo, fue la
construcción del edificio de la Casa Rectoral, compensada con algunas
posesiones que la hicieron posible y quizás antaño otros cambios
justificaron la actuación de aquellos Vecinos, que al igual que hoy,
fueron evolucionando, en el sentido de anteponer valores sociales, a la
sola explotación agrícola y aunque este edificio no es propiedad del
Pueblo, de él se beneficia.
H/
Lo cierto querida Madre, es que ahí están unas propiedades, que de
siempre este Pueblo de Solanilla a disfrutado, no algunas de ellas como
quisiera, precisamente a causa del personal interés de ajenos, pues a
veces la Tradición se retuerce y las costumbres, que los Abuelos
transmitieron con generosidad, se intentan consolidar en beneficio
propio, pero este Pueblo ha sabido defender aquellas posesiones, de todas
formas bien heredadas.
M/
¡Sin duda que sí.!
H/
¡Y de tal suerte debe seguir siendo, creo yo.!
M/
Estamos en el 2004, y tu sabes mejor que yo lo que el Pueblo posee.
H/
¡No es gran cosa Madre!, pero cada cual debe respetar lo de los demás y
así Solanilla tiene lo que ha heredado y como se dice, es cuanto debemos
dejar a los que nos sucedan mejorándolo si fuese posible, para el
futuro.
M/
¡Ahí está el edificio de la Escuela y el huerto trasero propio! ¡Un
terreno al lado de la Iglesia y una parte ampliada del Cementerio, siendo
Presidente del Pueblo, Eusebio Puente!
H/
¡La antigua traída de agua de los Pozos, de la que se abastecen en
la actualidad las Fuentes del centro del Pueblo!, ¡el Caño, de tan larga
tradición ya comentada y distante del Pueblo largo trecho!
M/
¡Campalgo! Y ¡Villanavajil o los Ardones!, que de ambas formas se
llaman, según las costumbres rezan.
H/
¿Y los Valles?
M/
¡Desde luego!, ¡el Valle Grande, Fontijable y Navajil, cuya valía se
fortalece, al disponer cada uno de ellos, de una fuente propia!
H/
¡Nos queda la Panera y el único parquecito en el centro del Pueblo para
los niños!
M/
¡No te olvides querido Hijo, del Polideportivo, que aunque un poco
abandonado, es el lugar más bonito de los alrededores de Solanilla,
gracias muy especialmente a tu Hijo Toño!
H/
Lo que El ha hecho estos años, por conservar las plantas de multitud de
variedades, merece un capítulo aparte desde luego, Madre. Hace unos cinco
o seis años, solicitamos a la Exma. Diputación de León unos árboles
para allí poner y entre Julián y yo hicimos las fosas necesarias para su
plantación y dos o tres años sucesivos seguimos reponiéndolos y Toño
desde entonces, mima esos árboles cada día, junto con muchos más que él
ha plantado, los poda, los riega y procura que personas y animales
los respeten. Quién diría que las Barreras, un erial en el que tan solo
crecían alguna que otra Ilaga, tenga en la actualidad variedad de
arboleda, aún joven todavía, alrededor del campo de deporte y el pozo
artesiano, del que se abastece de agua el Pueblo de Solanilla y sean las
Barreras poco a poco, un lugar apetecido para el paseo, que merece seguir
cuidando.
M/
Pero como ya hemos caminado lo bastante por hoy, por los campos de
Solanilla, aunque solo sea con el pensamiento, es hora de dejar la mente
reposar y dejar para más adelante otros menesteres que relatar debiéramos.
H/
¡Según desees Madre! Algún otro día conversaremos de los quehaceres a
que obligaba el vivir en estas tierras y para que no se me olvide, el próximo
debemos hablar de la alimentación de nuestros Abuelos y el ¿por qué
eran tan fuertes para el trabajo, sabiendo que su comida se reducía a
pocas cosas?
M/
¡A pocas cosas, pero sanas desde luego!
Día
Decimoquinto:
De la Matanza.
M/
Es otro día y si te apetece disponemos de unas horas para continuar
la conversación que interrumpimos tiempo ha, sobre los hábitos o más
bien posibles de subsistencia de las familias de la época de que
hablamos, tan pocas cosas, que si dejamos aparte la cosecha de Patatas,
los Garbanzos, alguna Alubia, algo de Hortaliza, berza o lechuga, el resto
del sustento debía estirarse a todo el año en lo posible, pues se componía
ciertamente de lo escasa o abundante que fuese la Matanza, que en
cada Casa se pudiese realizar. Claro que la desigualdad de las
familias era mayor que en la actualidad, los posibles económicos por
tanto, radicalizaban las clases de los pudientes frente a los pobres y así
había quienes todo el año disfrutaban de un caldo condimentado y quienes
no.
H/
¡Que rico estaba el Tocino cuando éramos pequeños! No porque todo lo de
antes fuese mejor según el dicho y que suele ser solamente fruto de la añoranza
lo que provoca esa expresión y por tanto muy alejada de la realidad de lo
vivido en otros tiempos, si no porque realmente la alimentación se
fundamentaba en los productos del cerdo, animal que se saciaba con lo que
de la tierra salía, sanos como la Sobarriba misma y de los que en
consecuencia se conseguía una excelente matanza, a más de la escasez de
otros medios de vida que por supuesto eran imposibles de adquirir.
M/
¡Escucha Hijo! Hace unos cuantos años ya, allá por el principio de los
setenta y valga solo como anécdota de lo que te voy a hablar, en una
ocasión tu Padre, envió a los Primos de Madrid una pierna trasera entera
de Vaca, curada al humo como aquí siempre se hizo, para disfrute de los
clientes de su recién abierto restaurante, pues en conversación el
anterior verano en sus vacaciones, se lo había prometido, si allá
llegaba Una vez llegada la época de S. Martino, cumplido el encargo y
enviado a su destino, no tardó tu Padre en recibir noticias. !Tío Dacio,
necesitamos que nos cures más piezas! ¡dicen mis clientes que esta
Cecina es extraordinaria! ¡Se la comen mejor que el pan! ¿De donde es?,
preguntan quienes la prueban. Mucho les debió gustar a los Madrileños
aquella pierna de vaca bien curada, no por méritos seguramente, pero en
esa ocasión bien sabrosos los resultados, tu Padre les contestó: ¡No,
no, me comprometo, queridos sobrinos! ¡Esta pieza salió bien, pero
nunca he curado una pierna así tan grande y seguro que otras se estropearán
si lo intentamos, además no estamos acostumbrados a preparar la cecina,
sería seguramente un fracaso si lo intentamos pues nuestra matanza
siempre a sido de lo más humilde! ¡No tenemos preparativos, ni siquiera
experiencia, ni tampoco sitio para cuanto me dices! No, no puede ser.
H/
¡O sea, que como dices Madre, aquello solo fue una anécdota!
M/
¡Solo una ventura que salió bien, pero nada más!
H/
Yo no recuerdo de niño, matanza alguna de Vaca en nuestra casa y solo oír
que, en raras ocasiones, algunas de las familias más pudientes, aquí en
este Pueblo, mataban un “cuarto” o tal vez “media Vaca” con algún
familiar o vecino, lo cual traía en consecuencia, haber hecho unas buenas
Riestras de Chorizo, las Morcillas correspondientes y el resto de Viandas
que el Cerdo aporta a la Cocina de Horno. Hoy no nos extraña pero antes
la falta de medios lo hacía inviable.
M/
Es que además, querido Hijo, la matanza del Cerdo, era el ritual más
preciado que en casa del Labrador podía hacerse y era sin duda una acción
de gracias por el animal criado, que se iba a sacrificar, para servir de
sustento a la numerosa familia, que por lo general vivía en cada casa.
H/
¡Lo cuentas querida Madre, como si eso así fuese!
M/
¡Escucha y luego me dirás! Si había una cerda de cría en casa y había
parido su “camada” se escogía uno o quizás dos “lechones” y el
resto, de haberlos, se vendían, según en alguna ocasión hemos
comentado, ¡baste para tapar algún roto! ,y de esta forma irlos
alimentando con esfuerzo durante todo el año y si así no fuese, hacer un
esfuerzo y comprarlo, de alrededor de dos meses de edad más o menos, pues
lo que pareciera de todo punto imposible sería comprar un Cebón a
punto para ser sacrificado y que convenía que fuese de peso, pues tiempos
atrás no importaba nada el colesterol. Las labores de la tierra no producían
tal cosa, ni tampoco “petrina” a sus Amos, por tanto el Cerdo debía
estar todo un año al menos en la cochinera, considerándolo adecuado,
cuando pesase lo suficiente, para aguantar el “Puchero” de todo el año
siguiente.
H/
¿Y cómo solía ser la alimentación de los animales, allá por los años
de tu niñez si recuerdas?
M/
Los primeros meses de la crianza el Cerdo pasaba escasez, no solo en
cantidad si no en la calidad de su alimentación, pues se solía decir
“que había que tirar” refiriéndose al tiempo que quedara para el
engorde del animal. Ya finalizando el verano, era cuando el pienso
generoso salido del cereal, centeno, trigo, algo de cebada, alguna
algarroba o veza, se mezclaba con las últimas patatas que el año
anterior hubiese dejado aún sin consumir, que sin duda no debieran ser
muchas, pero así aumentando la ración en dosis suficientes, ese
Cerdo iba cogiendo peso. En alguna ocasión y cuando en la Cota, el monte
del que ya hemos hablado, se hacinaban las Bellotas bajo las matas de
Roble, también recogíamos algunas para su alimentación, lo que sin duda
repercutiría en la calidad de los productos derivados de ese cuidado
animal, que no debería de tener menos de un año, a la hora de su
sacrificio.
H/
En un Pueblo como Solanilla, ya a penas si quedan media docena de Vecinos
que sigan haciendo la matanza entrado el siglo XXI y cada día los medios
son menores y la gente joven, ni sabe ni tiene intención de ello, pues
además es más fácil comprar en la tienda que hacerlo, aunque luego nos
quejemos todos de la calidad de los productos que comemos.
M/
Al contrario que en la época pasada, hoy en día se consume más cantidad
de animales vacunos, que llevados al matadero, se preparan para la
congelación y aunque alguna pieza de carne se cure al humo, no es
necesaria toda la parafernalia que conlleva el sacrificio y
aprovechamiento del Cerdo. Del Cerdo se aprovecha todo Hijo y así el
sangrado debía hacerse con un cuchillo de ciertas dimensiones y no solo
eso sino que la Persona que lo realizara y aún lo hace, tener el tiento y
aplomo necesarios para ello a fin de que la sangre fluya del animal
lentamente y pueda recogerse la suficiente, removiéndola al par
para la posterior utilización en las Morcillas que se considerase hacer.
Una vez muerto el Cerdo, emprender con el Cuelmo de los mejores Centenos
preparado en haces en el verano y prendido por sus bases, el chamuscado de
las Serdas con esmero, zigzagueando las llamas del Cuelmo con tiento,
hasta que la piel empezaba a empollar, luego se limpiaba la piel con el
corte de algún cuchillo u otra herramienta de raspado, hasta considerar
aceptable la higiene de la piel del cerdo, para a continuación arrastrar
al animal hasta el Banco de la matanza, útil tosco habitualmente, pero
resistente y con la ayuda de varias personas alzarlo encima.
H/
¡Y luego!
M/
A continuación se procedía a lo importante y que debía realizarlo
alguna Persona capacitada para ello. Deberán de lavarse las Tripas que
habrá que utilizar para el embutido, a parte de otras que se pudieran
adquirir en el mercado si las propias no eran buenas o la cantidad
insuficiente y también limpiar las partes del Botillo y otras del aparato
digestivo y con el agua que previamente se hirviese en algún recipiente o
caldera grande, descalzar las Pezuñas del Bicho, así llamado cariñosamente,
trabajos estos que se realizaban de inmediato, una vez puesto el animal en
el Banco, empezando por abrirle de arriba abajo por el vientre y extrayéndole
con acierto los órganos mencionados y el resto como el corazón, los
livianos etc, etc.
H/
Y todo esto llevaba su tiempo y dado que los meses de la Matanza son los
de la entrada al invierno y ya las labores del Labrador en las tierras de
labranza, en épocas pasadas de las que me hablas, debían ser escasas por
las inclemencias del tiempo, considero querida Madre, que deseaban
llegasen estas fechas y las debían tomar con gran ilusión y de esta
manera poner en ello todo el esmero y el resabor, en lo que iba a ser sin
duda, la base de la alimentación de la familia.
M/
Desde luego, repartidas las vísceras extraídas, en las Artesas
previamente dispuestas, lo primero era colgar de una biga generalmente lo
que siempre se llamó la Canal del Cerdo y dejar un día al menos, que la
carne enfriase.
H/
¿Y para qué era o es necesario el enfriamiento?
M/
Te diré Hijo, nosotros no fuimos expertos como ya te de dicho en
ocasiones en las Matanzas, pero hay cosas que la tradición te dicta y
esto entre otros beneficios trae, el que a la hora de cortar la carne, según
te hablaré enseguida, esté mes rígida, con lo que se seccione mejor y
las piezas de ella queden, no solo de buena presencia sino más
aprovechables. El Estazado es importante, por cuanto cada una de las
partes del cerdo debe aprovecharse y el Jamón quedará presto para la
salazón y posterior curado, el Tocino y la cecina de idéntica manera, el
Lomo, las Costillas, la Cabeza y hasta la ultima de las entretelas, se
aprovecharán si quién realiza esta labor de la Estaza sabe su hacer. La
Cocina de Horno, con campana amplia para que el humo salga al exterior en
días de Cura, debe limpiarse y restablecerse los palos sobre los que se
colgarán lar corras de chorizos, las de morcillas, los huesos de costilla
y el espinazo, los jamones más tarde una vez salados y prensados sobre
unos zarzos o el propio banco de Matanza.
Unos cuantos días atizando el rescoldo, sin hacer demasiado fuego, para
no esturar la delicada piel de la Matanza colgada y de nuevo el traslado
de esas longanizas y el resto de piezas curadas, generalmente a alguna
Panera al resguardo de ratones pícaros, donde el fresco corra y la
humedad no aletargue ni enmohezca esas carnes que habrá que empezar sin
duda a dar, como se dice, “buena cuenta de ellas” prontamente.
Así querido Hijo, se pasa el invierno y una vez cebadas las parejas de
vacas habrá que empezar a Relvar alguna tierra y por tanto será la hora
de entrecocer algún chorizo sabadero para las Diez
H/
Realmente me has dibujado una estampa hermosa, en la que se mezclan las
ilusiones con las necesidades, el tener ese animal a punto del sacrificio
con el saber rehacer cada año ese proceso de la Matanza y su conservación,
para dar de comer a esa Familia, en muchos casos de no menos de seis u
ocho personas, cuando no más y como hablando de estas faenas se me están
“poniendo los dientes largos” aunque no sea la hora, dejaremos para
mejor tiempo otros relatos.
M/
A tu parecer Hijo, que yo ya lo tengo todo echo y sabes que no necesito más
que el recuerdo para vivir, igualmente que todo lo relatado que da sentido
al pasado, así pues el tiempo lo mides tu y por tanto solo tiene el valor
que tu le des.
H/
Te comprendo bien Madre, te comprendo o... más bien es difícil de
entender hasta que ocurre pero lo rememorado tiene valor según me has
dicho tantas veces, por lo que seguiremos abundando en lo que a este
Pueblo le perteneció.
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